Escribe: Jesús Chirino
Actualmente el hombre está al frente de la organización de los jubilados de ATE. Alguna vez trabajó en la Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos de Villa María, allí conoció a deportistas como Evans, Lipe, Roldán y tantos otros. Pero él mismo hizo su camino en el deporte y nos cuenta parte del mismo.
Del fútbol al básquet
Osvaldo Walter Gómez nos recibe en su casa mostrándonos con lógico orgullo una notificación que le supo enviar la Federación de Basquetbol de la Provincia de Córdoba. Se trata de un papel que lleva la firma del presidente y secretario de esa institución, que el 20 de marzo de 1972 le hizo saber de su designación como integrante de la delegación cordobesa que participaría “en el 39º Campeonato Argentino Masculino de Basquetbol, en calidad de árbitro”. También vemos la citación para ser juez en el partido entre Neuquén y La Pampa que se realizó en el estadio de Obras Sanitarias en Capital Federal el 4 de abril de ese año. Días después de ese partido, Gómez, quien rindiera como árbitro de nivel nacional, saldría del Hotel Royal para dirigir otros encuentros entre formaciones de diferentes provincias argentinas en aquel campeonato nacional. Hasta allí lo llevó su carrera de árbitro, pero todo se inició mucho antes en esta ciudad.
El 28 de enero de 1933 este mundo supo del respirar de Osvaldo. Nació en el seno de la familia Gómez Ochoa que vivía en la calle Maipú 146, sector que entonces era conocido como Villa Emilia. Tuvo cinco hermanos, tres mujeres y dos varones. Sus primeras letras las escribió en la escuela José Ingenieros, allí estudió hasta cuarto grado luego pasó a la Escuela Terminal Dr. José Bianco para después dar el salto a la Escuela Superior de Comercio donde cursaría el Nivel Medio.
Desde pequeño lo atrajo el deporte. Tenía ocho años cuando comenzó a pegarle a la pelota en las divisiones inferiores del Club Atlético y Biblioteca Sarmiento. Gómez recuerda con alegría ese tiempo. Comenta “era cuando la cancha estaba donde ahora está la Terminal de Omnibus… una gran cancha, lástima que los dirigentes no tuvieron la visión suficiente, podrían haber hecho un club que sería ejemplo”. Jugaba de “fullback”, desde la quinta división como zaguero, luego pasó a la cuarta “en esa fuimos varias veces campeones” aclara, “era una división en la que teníamos muy buenos jugadores”. Hace memoria y surgen nombre de aquella época, “la gata Sismondo, el lechuza Ezcurra, el colorado Ayassa, el bicho Zabala, la coneja Bazaga , el negro Sánchez, el negro Allende, el gringo De María que después fue un crac y jugó en La Carlota. Muy buen jugador…”. El recuerdo lo entusiasma, la mirada se le aviva y un brillo en las pupilas hace pensar que se recuerda dando un pase largo en un partido parejo.
A partir de la historia de los inicios del club River Plate que escribimos hace unos días, recuerda que cuando pibe sabía ir a jugar a esa cancha “frente a la Francesa -la estación de tren-. Era cuando estaba en la quinta división. Ibamos temprano, nos moríamos de frío. Debe haber sido por el año ´45. Pero eso no sólo pasaba en esa cancha, también en la de Argentinos que estaba cerca de los Mendocinos por donde ahora está el barrio Trinitarios. En la cancha de Rivadavia el mismo frío, esa estaba por donde ahora está la estación de servicio de Caón. Pero en la de Central Argentino había vestuario, ésa era un poquito mejor”.
Continúa diciendo “entonces la pica nuestra era con el Club Alumni y con el Ameghino. Este tenía unas divisiones inferiores muy buenas, entre ellas la cuarta donde, entre otros, jugaban Martínez, Tito Giordano, Alicioni, Verga un chico que trabajaba en el correo, también los Benito, Fuentes…”. Quizás recordando alguna dura contienda deportiva, agrega “tenían un muy buen equipo”. De aquella división de Alumni también extrae de la memoria nombres como: “el Mosca Torres, los Perassi, Martínez…”, luego el silencio. Parece que los recuerdos le están gambeteando, pero rápidamente regresa a la conversación diciendo que él no salió campeón con la primera de Sarmiento pues esa categoría sólo jugó un año y decidió dejar el fútbol y dedicarse al básquet.
¿Podés dirigir el partido?
La verborragia despierta naturalmente, ya no hace falta preguntarle para que nos cuente “comencé el básquet en el Club Esparta donde jugué alrededor de cinco años y terminé cómo árbitro dada la escasez que había en Villa María. En ese momento recuerdo que sólo existía un árbitro que después se fue, era Ripoll. Un día se inauguró la cancha de básquet de Alumni -en calle Mendoza- y fui como espectador a ver. No había árbitro y el presidente de la Asociación de Básquet se arrimó donde yo estaba esperando que comenzara el partido y me dijo si no me animaba a dirigir. Le dije que nunca lo había hecho y que podía dirigir siempre y cuando se pusieran de acuerdo los capitanes de los equipos. Sabiendo que podía cometer muchos errores estuvieron de acuerdo y comencé. A partir de allí renuncié como jugador y comencé como árbitro. Era más o menos el año 1952”. Entonces Alumni, aclara, sólo “entró un año en la Asociación de Básquet”.
Al preguntarle cuáles son los equipos con tradición en ese deporte dice “los que siempre anduvieron bien son Rivadavia y Colón de Cabral. También Unión Central y Central Argentino que, para mí, tuvo uno de los mejores equipos con Sandrini, Omar Neyra, los mellizos Bompani y otros”. En cuanto a sus propios compañeros en el juego de básquet Gómez recuerda “al Turco Roberto Kafuri, Carlos Ranco, Ceballos, el negro Zayas, Aldo Comini, Juan García” entre otros tantos. Paso seguido le salen otros nombres destacados de aquellos tiempos de la pelota naranja: “los hermanos Costas, en Unión Central. Le decían el equipo de los aviones pues eran todos altos. También estaba Carlos Mario Menard, Délfor Menard, Lalo Aráoz…”. Pero ya nos dijo que dejó de ser jugador para pasar al arbitraje, entonces le preguntamos cómo le fue en esa actividad: “Bien, bastante bien, llegué a dirigir mucho. Era el único que había en la zona así que dirigía hasta Cañada de Gómez, por las otras rutas hasta Gral. Cabrera y Oncativo. Prácticamente tenía partidos todos los días y el fin de semana dirigía el campeonato. También arbitré el campeonato de mujeres que había en la asociación de Bell Ville. También el famoso Tiro y Gimnasia de Ballesteros que entró en la liga de Córdoba. Por aquellos años había mucha gente siguiendo los partidos de básquet. Hoy va muy poca gente, ni aquellos que han sido jugadores van a ver lo que fue su deporte” Volviendo a la faz personal el ex árbitro nos dice que gracias a esa actividad cosechó grandes amigos.
Volver a juntarse
La hora apura y las sombras de la tarde comienzan a asentarse sobre la casa del barrio Santa Ana. Las luces artificiales comienzan a dar brillo a las paredes que están cubiertas de obras de arte realizadas por Virginia Luna, de quien Osvaldo enviudó hace años. Gómez empieza a guardar los recortes de diarios nacionales que hablan de aquel campeonato de 1972, cuando dirigió varios partidos, incluso dos en el Luna Park, mítico estadio deportivo. Hablando de sus amigos dice: “Hasta hace un tiempo varios nos juntábamos cada tanto, pero desde que se fue el Chuchi Costa no nos volvimos a juntar”. Le digo que quizás estas líneas sean útiles para que los “grandotes” del básquet de aquellos años se vuelvan a sentar alrededor de una mesa. Gómez dice que le gustaría. Quién sabe, quizás vuelvan a reírse de tantas anécdotas que los tienen como protagonistas.