Muchas estuvieron todo un día en el hotel que lo hospedó. Sí, todo un día. Como si se tratase de comprar una entrada para un partido de Argentina. Un grupo de ellas, venidas de Chile. “Siempre tratamos de tener una foto de él o una sonrisa. Yo, por lo menos tengo dos tatuajes de él”, comenta una chilena mientras repasa la bitácora de viajes que tiene siguiendo a su amor platónico.
Viviana, una villamariense fanática, comenta que en varios de sus momentos importantes de la vida, “Luismi” estuvo con ella, entonces ella se siente obligada de ser una de las 8.000 personas que lo ven. Es como una devolución de gentileza. Y como ella, ya dijimos, miles.
El puente que lleva al Orfeo ya se vació. No hay nadie, pero se pueden oír los gritos desde el mismo. Hasta unos minutos antes del show, las más “impuntuales” corren y lo hacen con desesperación. Saben que el comienzo es muy bueno y más si lo hace con Mujer de fuego. Ahí, él fue más rey que nunca, desde las 21.28 hasta el final. No lo acompañaron trompetas ni alfombras, pero sí gargantas que gritaron al unísono y mujeres que por él se tirarían al suelo.
De traje negro, corbata negra y una sonrisa blanca que relucía, anunció que iban a encontrar “ese lugar que nos hará soñar”, para que el suspiro de todas le hiciera saber que, de algún modo ya lo habían hecho. Y era con él. Y era con su música y fue con Suave, Si te vas, Contigo a la distancia, dedicada a su club de fans, a esas que “vienen de rojo”. El también pareció encontrar lo que vino a buscar y gritó “Maravilla de público”, algo que fue respondido con más y más gritos. Porque si bien todas saben que lo deben decir a cada lugar al que va, esta noche era para ellas. Y nadie les podía decir lo contrario.
El rey de la simpatía
Se te olvida, No sé tú -uno de los puntos altos de la noche-, Por debajo de la mesa, La gloria eres tú, Bésame fueron la excusa para que las butacas quedaran detrás y la ola de mujeres fuera incontenible. Así se apropiaron del espacio y casi como un recital de rock, se llegaron hasta el borde. Allí, los llantos eran más fuertes si él les tocaba las manos o cuando aceptó un ramo de rosas blancas o la remera de sus fans. Así, la simpatía, que es algo que a veces se le critica, fue lo que más tuvo. Y lo que más gustó.
Me estoy volviendo loco, Sol, arena y mar, Un hombre busca a una mujer, Cuestión de piel, Palabra de honor, ayudaron a viajar por el tiempo y retroceder varios años, para acordarse de épocas donde varias cosas eran diferentes. El con el pelo lacio y ellas con ese amor que se despertaba. Entrégate, La incondicional, Come fly with me, que lo trajo a Frank Sinatra, mostraron que no sólo es simpatía, sino una voz poderosa que va más allá de gustos musicales.
En tierra argenta cantó Por una cabeza y Volver. El día que me quieras, Qué nivel de mujer, Será que no me amas, Cuando calienta el sol, Si no supiste amar y Labios de miel fueron cerrando una noche a pura fiesta, papeles. El ya sin la camisa pedía volverlas a ver. Ellas, con esa fidelidad que a veces no se entiende, le prometieron que lo harán. Por una devolución de gentileza o porque ya es parte de sus vidas. Tanto como la mujer que lo tiene tatuado.
Juan José Coronell