En medio de una ciclotimia preocupante, por el rico invicto de visitante y la pobre cosecha de local, Alumni suele mostrar algunos desaciertos y ciertas virtudes individuales, más allá de lo grupal.
Entre los puntos altos, el domingo volvió a quedar en evidencia el buen momento de su arquero, Emir Basabe, quien se erigió en la figura del partido disputado en Posadas y demostró que cada día ataja mejor.
De aquel debut con dudas en Rosario, cuando salió mal a cortar una pelota y cometió el penal que derivó en un gol de Tiro Federal, poco quedó del chico mendocino, quien partido a partido parece conseguir su confianza y busca ratificar esa vieja frase futbolera local que indica que “Alumni siempre tuvo buenos arqueros”.
Es que después de aquel partido en Rosario Emir no volvió a ser reprochado, al contrario, en algunas oportunidades fue vital para mantener el cero en su arco, sobre todo a la hora de resaltar ese invicto fuera de casa que tiene el equipo. De hecho, en Santiago del Estero, donde una derrota podía causar un cimbronazo por todo lo que se habló de la continuidad del cuerpo técnico, Basabe apareció en el momento justo y, con mano derecha, en medio de la volada, sacó una de esas pelotas con claro destino de gol. Alumni terminó sumando.
El domingo, en Misiones, la figura del arquero se agigantó porque todo indicaba que el jugador del partido podía ser Cristian Barinaga, el hombre más peligroso de Guaraní Antonio Franco, que complicó a toda la defensa, pero se quedó con las ganas ante el custodio de la valla fortinera, que se lució sobre el barro.
“A veces me suele favorecer el campo de juego, pero tengo la suerte que estoy haciendo bien mi trabajo”, reconoció luego Basabe, a la hora de hablar sobre su gran tarde. Y agregó: “En el primer tiempo, el diez de ellos a veces recibía libre y nos complicaba, por eso tenía que estar más despierto que nunca, sabiendo también que los compañeros podían sufrir un desgaste por el piso y por lo que pasó afuera de la cancha (por la demora en el arribo a Posadas)”.
Pero el arquero sabe que su actuación no se trató sólo de un partido y que viene en alza.
“Uno trabaja para eso y me pone contento que me vaya bien bajo los tres palos, donde tengo que hacerme fuerte”, sostuvo.
No obstante, no quiso ahondar mucho en su momento personal y habló del grupo y los desafíos que se vienen: “Tenemos que tratar de no perder, el miércoles pasado levantamos un poquito de local, sumando por lo menos, sin perder como otras veces, pero nos falta empezar a ganar en casa porque, este equipo, por las circunstancias que pasó, se hará fuerte más adelante”, recalcó.
Además, desde Misiones, indicó: “No nos llevamos un punto colgados del travesaño, al contrario” y consideró: “No somos un equipo para estar donde estamos; esto es fútbol y por más que tengas los once jugadores mejores del mundo, a veces la pelota entra y a veces no; es cuestión de ir mejorando porque los goles y los triunfos van a llegar”.
Basabe no duda a la hora de vaticinar un buen futuro para Alumni, ya que resalta la relevancia del “grupo” por sobre todas las cosas.
“Debemos darle valor al gran grupo que tenemos y sentar cabeza porque tenemos que estar más arriba”, reconoció.
Antes que nada, claro, Basabe deberá seguir trabajando para sostener su buen nivel y mejorar, ya que todavía tiene mucho más para dar, en medio de una competencia importante por el puesto con otro buen arquero que supo defender bien los tres palos de Alumni, como Jonathan Scalzo.
El mendocino, además, tiene el sueño de seguir los pasos de otros colegas que pasaron por Alumni y luego dieron un salto de calidad. Por caso, cuatro ex guardametas del “Fortinero” militan hoy entre las dos categorías más grandes del fútbol argentino: el también mendocino Nelson Ibáñez (actualmente en Primera división, con Godoy Cruz), Julio Chiarini (figura en la B Nacional, con Instituto), Cristian Mazzón (también en la B Nacional y en el arco de Crucero del Norte) y el villamariense Guillermo Alvarez (en Douglas Haig de Pergamino, de la B Nacional).
Basabe apenas pudo jugar algunos minutos en la B Nacional, para Independiente Rivadavia de Mendoza, pero aún es joven y confía en sus cualidades, esas que supo pulir con su papá, un ex arquero de la tierra cuyana.