Escribe: Lic. y Prof. Jesús Chirino
DDos profesores de esta importante institución educativa de Nivel Medio han ideado, investigado y redactado un trabajo que se objetivó en el libro “Huellas en nuestra historia de tiza. Los 75 años de la Escuela Abraham Juárez”. Se trata de la profesora Ida Rosa Mansilla y el profesor Néstor Juan Gea. Un material de poco más de 160 páginas en el cual también colaboraron los profesores Analía Olmos y Juan Carlos Crosetto. En tanto que el diseño de tapa y edición corresponden a Rahamat Gea Zamora.
Nombre de maestro
El libro, editado en el presente año, cuenta con dos prólogos. El primero de Walter Grahovacn otrora dirigente sindical que pasó al otro lado del mostrador como ministro de Educación de la provincia, jurisdicción de la cual depende la institución educativa del barrio San Martín. En tanto que el segundo prólogo está firmado por la docente Cristina Pablos, quien supiera trabajar en esa casa de estudios. A lo largo del libro puede leerse lo que ha sido el guión de un material audiovisual, que también fue preparado por los educadores, junto a una producción gráfica que rescata documentos relacionados con la historia del Abraham Juárez.
El nacimiento de esta escuela se dio en 1937, cuando la Intendencia de la ciudad estaba a cargo de Emilio Seydell, político que hizo bastante por la educación en Villa María. Desde su administración municipal, durante la Gobernación de Amadeo Sabattini, contribuyó a la concreción de edificios escolares, creación de nuevas instituciones, apertura del Nivel Inicial, etcétera. En el libro, los docentes cuentan que la inauguración del colegio se realizó el 15 de abril de 1937, como “Escuela Vocacional Nocturna”. Eso fue pocos días antes de que abriera sus puertas la Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos de Villa María, “el más grande centro industrial de la ciudad, con cuyo personal civil y profesional se ligaría hasta el presente nuestra escuela, formando en un tiempo a sus empleados operarios (creándose para ello el curso de Química, inédito en la provincia) y teniendo a sus ingenieros hasta hoy como docentes en sus aulas”. Desde aquella fecha, hasta 1978, la escuela cambió varias veces de nombre.
Fue en ese año cuando, bajo la dirección de Juan Carlos Veneciano, adoptó el de “Abraham Juárez”. Entre los muchos relatos que el libro rescata está el de Veneciano diciendo “cuando se implementa el plan de bachilleres. Parece que todas las escuelas tenían que tener nombre. Nosotros nos pusimos en la búsqueda. Formamos una comisión o una reunión de personal, no recuerdo. Había que proponer tres nombres”. Así surgieron como posibilidades “San Martín”, “Pereyra y Domínguez” y “Abraham Juárez”. El Ministerio provincial se decidió por el de Juárez, esposo del primer matrimonio de docentes que en el Siglo XIX, con cierta continuidad, dictó clases en la ciudad dado que si bien antes había otras personas designadas para tal fin, no asumieron los cargos o los abandonaron a los pocos días.
Pasaron por sus aulas
Mansilla y Gea dicen que la escuela tuvo como mandato fundacional “educar a los sectores populares con más carencias, ofrecer alternativas de inclusión y brindar conocimientos técnicos para los trabajadores”, mandato con el cual de manera permanente renueva su compromiso la comunidad educativa del “Abraham Juárez”.
El libro recoge el nombre de numerosas promociones de alumnos, entre las cuales el autor de esta nota recuerda con cariño las correspondientes a 1985 y 1986, dado que fueron compañeros de aulas. De esos curso recordamos algunos nombres: Gustavo Aicardi, Edgar Borri, Mario Borsalino, Dante Gaudino, Alfredo Albagli, Daniel Bonano, Mario Contreras, Gustavo Fernández, Miguel Caballero, Susana Ceballos, María Tesio, Jorge Minetti, Víctor Barbero, Hugo Pietro, Osvaldo Strubbia, Jhonny Suárez, Sara Albornoz, Gustavo Ontivero, Alejandra Achilli, José Pastor, Armando Requena, Daniel Formía y tantos otros.
Los autores de la publicación, en homenaje a los 75 años de la institución, también recuerdan nombres de ex alumnos que desarrollan una vida pública que los ha llevado a tener cierto reconocimiento social, por ejemplo el ex intendente Miguel Veglia, el dirigente gremial Jorge Heredia, el docente Manuel Argüello y el político José Escamilla. En tanto que a la hora de recordar a quienes ya partieron de este mundo y trabajaron en la escuela, se repasan varios nombres de trabajadores de la educación. En una lista incompleta mencionamos algunos de los que allí se citan: Ana Solís, Norma “Ninina” Tais de Arpón, Marta Zagaglia, Angela García de Demaría, Ricardo “Pipí” Rodríguez y Raúl Barrondo.
Historia y mucho futuro
Sin lugar a dudas que el trabajo es una contribución a la construcción de la historia educacional de la ciudad y esto gracias a un relevamiento documental, tanto en lo referente a material escrito como a fuentes orales. Entre estas últimas se han sumado testimonios de varios directivos de la escuela, que incluyen a Henry Calvo, actual director del establecimiento. Los testimonios de esos educadores, con diferentes puntos de vista, son muy ricos a la hora de relevar datos del funcionamiento institucional en las épocas en que ellos estuvieron en funciones. Así Olga Marengo no sólo recuerda cuando la escuela, en 1997, pasó a denominarse IPEM N°56, sino también cuando fue a ver el terreno donde actualmente funciona. Dice “prácticamente ya estaba concedido a la escuela Belgrano. Tenía ya un decreto. Entonces en la escuela Avellaneda nos sentamos el Sr. Vagliente, la inspectora, el Sr. Crosetto y yo. Y ahí discutimos las necesidades y le hicimos ver a la gente que había venido del Gobierno, la necesidad del Abraham Juárez para que tenga su edificio propio”. Por su parte, Liliana María Estario recuerda cuando el 9 de abril de 2001 se inauguró el edificio en el Barrio San Martín. “¡Realmente de no creer! Teníamos espacios y elementos que nunca habíamos soñado tener. El personal apoyó en todo momento. El traslado fue en un solo día”.
De esta manera, el libro va sumando datos que permiten visualizar que una institución educativa se construye sumando esfuerzos a lo largo de los años. La “Abraham Juárez” ha cumplido 75 años y el libro editado en homenaje a ese aniversario refleja que está más viva que nunca. Si bien la escuela del Barrio San Martín posee un largo camino recorrido, es mucho más lo que tiene hacia el futuro.