Romper esquemas y legitimar a la mujer en espacios que tradicionalmente han sido otorgados a los hombres. Esta es una de las columnas centrales del taller de sensibilización de género que se dio previo a la implementación del taller de mecánica de motos para mujeres, que comenzará mañana en la Cooperativa de riego “El sol” y que se extenderá durante un mes y medio, con clases intensivas de tres veces a la semana. Asistirán 28 mujeres y es una prueba piloto. Es la primera vez que se da en Villa María y forma parte de una iniciativa del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación.
La profesora Carola Marchisio y la licenciada Rocío Cuevas coordinaron la parte de sensibilización de género. En una clase hablaron de la discriminación y de la mujer en el mundo del trabajo; en otra diferenciaron entre empleo y trabajo y entre sexo y género. “El sexo femenino es algo biológico pero el género es una construcción cultural en la que sobrevuelan muchos prejuicios”, recalcó Cuevas en la Redacción de EL DIARIO.
Personas de entre 21 y 50 años asistieron al mismo y, según las coordinadoras, ven al taller como una salida laboral.
“Ellas no consideran a la maternidad o a las tareas del hogar como un trabajo sino como un mandato cultural, algo impuesto”, indicó Marchisio. Cuevas añadió que observó que les cuesta delegar y entonces cocinan, limpian y hacen demás labores cotidianas porque creen que nadie las hará mejor.
“Lo puntual es desnaturalizar las actividades cotidianas que hace que resignen su propio proyecto de vida. Las mujeres siempre tienen la tarea de contención permanente y de servicio, y al hombre se le permite muchas más cosas”, consideró Carola.
Cuevas, por su lado, reveló que a la hora de identificar, con plastilina, espacios femeninos, las asistentes al curso crearon con esa masa una escoba, un balde o una olla, lo que reflejó el encasillamiento cultural. Una sola dibujó una moto. Otra, un corazón. “Llegaron con el bagaje cultural”, ilustró la licenciada.
No obstante, todas están predispuestas a romper los esquemas. Contaron que en la primera clase les pesaba el qué dirán y que muchas de ellas manifestaron que en sus familias les dijeron que “estaban locas”, por integrar un taller de mecánica. En la segunda clase ya habían cambiado de postura: “Prefiero ser loca pero hacer lo que me gusta” o “seremos locas lindas”, decían.
Sabiendo que ingresarán a un ambiente muy machista, creen, sin embargo, que pueden explotar otras características que suelen estar más ligadas a la mujer, como la honestidad o la confianza.
“Abrir caminos tiene su costo, pero van a ser muy buenas mecánicas. Lo ven como un trabajo, les encanta y quieren ser expertas”, valoró Marchisio. “Ninguna confesó que se ha cuestionado este gusto a lo largo de su vida y eso es muy positivo”, añadió Cuevas.