La sede del club de baby fútbol San Martín viene siendo objeto, en los últimos años, de innumerables hechos de robo, pero lo que ocurrió a principios de la semana pasada colmó todos los límites.
Además de registrarse otro hecho de robo en las instalaciones de la calle San Luis fuera de la ruta pesada, desvalijándolas prácticamente, los vándalos, no conformes con eso, incendiaron lo que quedaba.
Un club de baby (casi todos a lo largo de estos últimos años han sufrido robos en sus sedes) tiene como misión especial sacar a los chicos de la calle a través del deporte.
Esto significa un esfuerzo de gente que todo lo hace desinteresadamente, quitándole horas al sueño, a la familia y a otras tareas.
Volver a empezar, después de estos lamentables episodios, es un esfuerzo que se triplica. Nunca es justo un robo y menos un incendio tan cobarde. Menos justo es en estos casos.
Los que roban o cometen estas barbaridades siguen libres, ya sean menores o no, para continuar angustiando a la gente que trabaja por el bien de los chicos.
Desde este humilde espacio semanal, pedimos a las autoridades correspondientes un control adecuado para que estos lugares estén seguros y lejos de las manos salvajes. Porque, por lo que estamos obervando, hay sectores donde la tierra es de nadie.
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