La ética como base de toda acción personal
Hago en este momento mía la frase del doctor René Favaloro: “Siempre he creído que toda realidad futura se eleva sobre cimientos de ideales y utopías. Sin duda soñar es tarea fecunda. Dejaría de existir si no tuviera por delante desafíos que involucren por sobre todas las cosas, contribuir dentro y fuera de mi profesión al desarrollo ético del hombre".
Con términos descalificantes hacia nuestra especialidad he leído una nota del presidente de la Asociación de Profesionales Optómetras, queriendo hacernos quedar ante la sociedad como simples mercaderes de la salud, cuando sólo defendemos nuestros derechos y pedimos que se respete la Ley 17.132, que se refiere a las normas para el ejercicio de la Medicina, Odontología y actividades de colaboración, que dice en su artículo 2: "Anunciar, prescribir, indicar o aplicar cualquier procedimiento directo o indirecto de uso en el diagnóstico o tratamiento de las enfermedades de las personas o a la recuperación, conservación y preservación de la salud y el asesoramiento público o privado y a las pericias que realicen los profesionales contemplados en el artículo 13". Este artículo 13 de dicha ley dice que el ejercicio de la Medicina sólo se autorizará a médicos, médicos cirujanos o doctores en Medicina, previa obtención de la matrícula correspondiente. Seis años para ser médicos y cuatro más para ser especialistas, y una formación y actualización permanente es la fórmula para ejercer la Oftalmología.
Es de una estrechez manifiesta decir que los médicos oftalmólogos obstruimos el avance de la ciencia y la tecnología, cuando cualquier paciente de varios años puede dar fe de cómo la evolución constante en todo orden se da en Oftalmología como en no todas las otras especialidades.
Se dice en la nota referida: "El optómetra formula la ayuda óptica correspondiente para el uso de anteojos correctores”, cuando se debió decir claramente que el optómetra receta lentes, y si tiene una óptica se los vende también, según se desprende de la lectura de dicho texto. Reconocemos que es importante el trabajo de los ópticos y contactólogos, pero trabajando sobre una receta de lentes hecha por un médico oftalmólogo.
Es este el punto donde nos diferenciamos de los optómetras: reconocemos que quienes asisten a nuestro consultorio son pacientes que deben ser vistos integralmente, de cuyo examen exhaustivo puede derivar una receta de lentes. Nunca vemos a un ser humano como cliente. El examen no sólo es de agudeza visual, ya que eso nos puede hacer perder la oportunidad de diagnosticar y tratar enfermedades que a tiempo detectadas, permitirán al paciente excelente calidad de vida.
No es caprichoso que entidades que nuclean a los médicos oftalmólogos de todo el país, hayan hecho denuncias en el convencimiento que se estaría haciendo ejercicio ilegal de la Medicina, pues sólo los que tenemos autorización para el ejercicio del arte de curar podemos anunciar, prescribir, administrar o aplicar”. La defensa corporativa de nuestros derechos se torna irrenunciable, y sólo pedimos respeto por nuestro trabajo, por nuestra formación permanente y por la actividad diaria que apunta a que nuestros semejantes mantengan o recuperen la mejor calidad visual posible. Vivimos de nuestra profesión, pero no tenemos clientes sino pacientes.
Dijo también el doctor Favaloro: “Proceder con honestidad en aras de la dignidad del hombre es el compromiso más trascendente en nuestro corto paso por el mundo”.
Seguiremos sosteniendo que en nuestra especialidad, como en todas las demás de las muchas que existen en Medicina, deberíamos ser los únicos autorizados a prescribir. No sólo por estar autorizados por el título que nos habilita, sino por el conocimiento integral del paciente.
Dr. Raúl Eloy Baigorrí
Centro Privado de Oftalmología