Escribe:
Roberto Fermín Bertossi *
Para los cordobeses ya resultan tan habituales como insoportables las recurrentes e injustas interrupciones en el suministro del servicio público de la energía eléctrica.
Estas irregularidades no programadas ni comunicadas se acentúan dañina y fastidiosamente en temporada de verano. En efecto, baste con recordar y analizar el desempeño del servicio eléctrico en los últimos años, incluido el presente; todo lo que se corresponde de hecho a un negado estado de emergencia eléctrica provincial.
Lo cierto es que todos en cuanto usuarios de este servicio vital/esencial, ya hemos padecido de una u otra forma en mayor o en menor medida, las consecuencias perjudiciales de una comprobadísima ausencia de calidad, eficiencia y confiabilidad, todo ello no obstante garantías constitucionales y legales que aseguran todos los derechos del usuario tanto como una regulación pública encargada de protegerlos en orden a materializar la obtención de prestaciones y servicios públicos de calidad, efectivos para atender necesidades eléctricas, oportuna y satisfactoriamente.
Incompatiblemente, el directorio del ente regulador eléctrico provincial está integrado por un supuesto representante de los usuarios, lo cual es inaceptable ya que nadie puede ser juez y parte. Consecuente y esclarecedoramente será sorprendente conocer las votaciones de dicho director en las resoluciones de dicho organismo público desde su creación hasta la fecha; anoticiarnos de cuántas veces votó en contra, cuántas otras se abstuvo y cuántas adhirió sin reparos a la mayoría.
Ante tantas anomalías eléctricas, ante tanta indefensión ciudadana bueno será recordar que toda paciencia tiene su límite, un límite que viene siendo estirado y postergado por la responsabilidad social de los medios de comunicación mediante una múltiple, diversa y comprometida intercesión.
Así entonces, prevenir masivas indignaciones resulta un aporte al bien común y a la paz social.
Una cosa es Córdoba. Otra mínima, distinta y hasta contrapuesta en su caso puede ser toda expectativa política personal (por legítima que sea).
Recurrentes y desafortunadas asignaciones de recursos públicos provinciales escasos (por peleas personales, etcétera) pueden romper todo contrato social con tarifas e impuestos absurdos, carentes de justicia, equidad y razonabilidad que vienen incrementando sin pausa facturaciones eléctricas escandalosas.
¿Este verano volveremos a ser obligados a vivir a oscuras? ¿Otra vez deberemos soportar entre 40 ó 50 grados de temperatura con su creciente porcentaje de humedad? ¿Otra vez aparatología médica personal permanente, vital y esencial, nebulizadores, etcétera, volverá a carecer de electricidad?
¿Otra vez artefactos eléctricos domésticos y de pymes quemados con sus enormes daños y perjuicios?
¿Otra vez tantos edificios con tantos ancianos y enfermos sin luz, ascensores, etcétera?
¿Otro verano los marginados eléctricos citadinos volverán a sufrir flagrantes incumplimientos eléctricos ante la paradoja del uso, disfrute y abuso de la poca electricidad provincial disponible e hipotecado por parte de las autopistas y los caprichos del turismo?
Entonces, ¿por qué continuaremos indefensos?
*Docente e investigador universitario UNC y UNL