-¿Cómo fue su inicio en la vida de la Iglesia?
-“Mi parroquia de origen es la iglesia Catedral, allí comencé con un grupo juvenil. Por ese entonces junto al padre Pedro realizábamos tareas habituales de los grupos juveniles, por ejemplo los campamentos. Así fue como me fui metiendo en lo que es la vida de la Iglesia.
Lamentablemente en un momento hice un proceso como hace casi todo el mundo, tomé la comunión, la confirmación y después volé de la Iglesia.
Pasado un tiempo reaparecí estando ya en el terciario, cuando tenía 20 años, por medio de un amigo mío que iba todos los domingos a misa a la Catedral, un gran amigo con el que cultivé esa amistad estando en el terciario de la Escuela Superior Integral de Lechería. El siempre tenía la costumbre de ir a misa los domingos y lo empecé a acompañar por pura curiosidad, para no quedarme solo. Así fue como me fui enganchando con la vida de la Iglesia”.
-¿Cómo se dio cuenta de que quería ser sacerdote?
-“Pude, gracias a Dios, diferenciar lo que es una profesión y una vocación y creo que lo que estoy haciendo ahora es una vocación. En esa etapa de mi vida me daba cuenta de que no iba a ser feliz y gracias a Dios siempre mis padres me motivaron a que busque las cosas que me hagan feliz. Esa idea hacía rato que estaba dando vueltas en mí, en muchas oportunidades lo charlé con el padre Pedro, también me ayudó un sacerdote de la Diócesis de Villa María, ya fallecido, el padre Adrián Margarittini. Cuando terminé de cursar, fue el momento cúlmine para decidirme y me fui al seminario para ver si era o no lo mío”.
-¿Cómo desempeña actualmente su vocación?
-“Ahora tengo 36 años, me estoy desempeñando como diácono en la Parroquia Santa Teresa de Jesús de Tancacha. Lo que hago es ayudar al sacerdote, puedo celebrar los sacramentos, como, por ejemplo, el bautismo, puedo casar y bendecir. Lo único que no puedo hacer es confesar, dar la unción de los enfermos y consagrar”.
-¿Qué cosas desea para esta nueva etapa de su vida?
-“En esta nueva etapa de mi vida mi mayor deseo es ser un sacerdote santo, con eso me refiero al hecho de ser fiel a lo que me pida la Iglesia, lo que para algunos puede ser muy difícil, pero siento que con la ayuda y la gracia de Dios nada es imposible. Ese sería el gran sueño con el que uno fue pensando durante toda la época del seminario, que es lo mismo que le pedí a Dios y que le conté a la gente cuando me ordené como diácono, serle fiel a Dios en la vida.
Si fuera por gusto personal, me gustaría quedarme en Tancacha, porque estoy encariñado con esta localidad, pero siempre está por encima lo que diga el obispo. Cuando nos ordenamos como sacerdotes, cumplimos con lo que dice el obispo porque creo que ésa es la voluntad de Dios”.