|
|
|
|
|
|
|
El parque está emplazado a 116 kilómetros de la capital puntana |
|
|
|
|
|
Escribe:
Malena Muñiz
Especial para EL DIARIO
Formaciones entre rojizas y amarronadas, con tintes verduscos de la escasa vegetación, se alzan imponentes a lo largo de las 150.000 hectáreas que conforman el Parque Nacional Sierra de Las Quijadas.
Ubicado al noroeste de la provincia de San Luis, los murallones, acantilados y cornisas se convierten en una postal impactante, cuyo escenario se completa con algunas jarillas, cactus y quebrachos blancos que acompañan el recorrido.
El parque está emplazado a 116 kilómetros de la capital puntana (se llega a él por ruta nacional 147 mediante, tras cruzar el pueblo de Hualtarán). Ladero de una de las zonas más áridas de la Argentina, ofrece numerosas evidencias de la cultura huarpe. Argumento más que suficiente para que en 1991 haya sido creado en tanto espacio protegido, con el objeto de conservar tales yacimientos arqueológicos y paleontológicos.
Es ingresar, observar los al menos veinte hornillos (vestigios de poblaciones pasadas) y empezar a palpitar la cultura indígena. Según estudios recientes, esos elementos habrían servido para producir piezas cerámicas con técnicas asombrosas. En las inmediaciones, se registraron también cauces de ríos, vegetales y restos de dinosaurios fósiles. Este último hallazgo, es motivo de visita frecuente de investigadores de todo el mundo.
Senderos y formaciones
Uno de los lugares más importantes de las sierras es el área centro- norte, denominada Potrero de la Aguada. Un anfiteatro natural, cuyas paredes de intensos tonos colorados son producto de la incansable tarea del viento y la lluvia. A siete kilómetros de la entrada y coronada por los cerros El Portillo y El Mogote (los mayores picos de la zona, que superan los mil metros de altura sobre el nivel del mar), la formación envuelve al viajero en un instante de detenimiento y contemplación. Como si eso fuera poco, la visita suele regalar el vuelo de cóndores o halcones que vigilan recelosos desde el aire.
Existen senderos peatonales de miradores, que los visitantes particulares pueden transitar de manera autoguiada. Igualmente, hay también guías habilitados para explorar los caminos en grupo. Ya envueltos en el fragor del caminar, los puntos atractivos son Farallones, Sendero Flora Autóctona y Sendero Las Huellas del Pasado.
Otro de los lugares que el caminante no puede dejar de conocer es la gran huella petrificada de un dinosaurio, que se muestra cual molde perfectamente tallado en la tierra. Al observarlo, se notan las cuatro pesuñas de la pata de un saurópodo de cola larga, una especie cuadrúpeda y herbívora que fuera la de mayor tamaño en la zona.
Mientras tanto, al oeste de la Sierra de las Quijadas corre el río Desaguadero, el cual ha labrado una gran llanura donde es posible observar bosques de chañar y plantas que toleran los ambientes salados. Es tierra de guanacos, pecaríes de collar, conejos de los palos, zorros, ñandúes, maras y pumas.
El origen de un nombre
Según cuenta la leyenda, el nombre de esta belleza natural proviene de unos bandidos que se alimentaban de la carne de la quijada de los vacunos. Según los antiguos pobladores, estos buenos muchachos acostumbraban a asaltar las carretas que unía Buenos Aires con San Juan. Dado que comían tan sólo esa parte del animal, primero fueron llamados con el nombre “Gauchos de las Quijadas” y luego traspasaron el apodo al lugar. Interesante. Llamativo. Peculiar. Como todo en este hermoso parque.
Otras notas de la seccion El Diario Viajero
Una alternativa a Puerto Madryn
Lo árido y lo verde haciendo magia
Mortadela estaba el mar
La gran maravilla de Oceanía
Ver, sentir y admirar
|