Quizás sea definitivamente el dúo más famoso dentro de la historia misma del pop. Simon and Garfunkel alcanzaron su cenit comercial con la edición del LP titulado “Bridge over troubled water”, que en nuestro país se conoció como “Puente sobre aguas turbulentas”. La presentación de lo que en realidad sería su último disco de estudio, tras un fatigoso y dilatado trabajo de grabación, no hizo sino profundizar aún más los caminos divergentes hacia donde se dirigían estos dos viejos amigos. Mientras que sus características armonías eran evidentes en dos canciones del álbum, “Cecilia” y “Baby driver”, en las demás el dúo siempre se mostró en desacuerdo sobre la elección del material a incluir. Art Garfunkel rechazó la abiertamente política “Cuba sí, Nixon no”. Paul Simon, por su parte, refutaba cierto estilo coral que quería imponer su socio y compañero y cuando éste quiso recostarse hacia un marcado perfil gospel, afloró entonces la tensión entre ambos. Garfunkel convenció a Simon de modificar levemente una canción de su autoría, pero insistió en que debía ser él quien finalmente la interpretara. Y así fue que la angélica manera de cantarla de Art la convirtió en un hito. La creación homónima al título del larga duración se pasó 10 semanas como Nº 1 en los Estados Unidos, mientras que en el Reino Unido sus 41 semanas siguen siendo la plusmarca para un disco pop-rock. Colectivamente, tanto en LP como en disco simple, este trabajo del dúo consiguió unos inauditos seis premios Grammy. La placa arribó a las tiendas de discos en febrero de 1970 y vendió ocho millones de copias, realmente todo un gran impacto músico-comercial.
Una época de crecimiento
Los 70 se convirtieron en una etapa de expansión a nivel mundial, tanto en lo referente al aspecto creativo de los compositores e intérpretes, como por el éxito de la propia industria discográfica. Las emisoras de radio disponían cada vez más de una amplia gama de géneros musicales para la difusión de los mismos y para redondear su oferta programativa. Las ventas de discos, tanto de álbumes como de simples, crecieron mucho más allá de las desmedidas previsiones iniciales de los propios ejecutivos de los sellos discográficos. Cada vez había más música disponible, nuevos e innovadores sonidos comenzaban a ganar las preferencias de los jóvenes amantes de la música. Soul, reggae, dance, punk, música disco, rock progresivo y otros estilos fueron ocupando los espacios emergentes.
Atilio Ghezzi
Especial para EL DIARIO