Los llamados se replicaron en la Redacción de EL DIARIO, por lo que un periodista y una fotógrafa asistieron a los lugares sindicados como focos de emanación de olores. Los responsables de los dos espacios visitados mostraron las instalaciones y esgrimieron a su turno los fundamentos.
Una de las denuncias de un vecino registrada en nuestro medio apuntó además que la vieja ex estación de ferrocarril, “por donde allá por 1930 pasó el presidente (Marcelo Torcuato de Alvear) está usurpada”. En el lugar, las moradoras Lucía y Cecilia se encargaron de aclarar que llegaron allí tras gestiones realizadas ante oficinas del Nuevo Central Argentino (NCA) en Villa María. “Enviaron a un veedor que constató durante todo un día que no vivía nadie, porque antes habitaba otra persona, y entonces nos cedieron la casa”, contaron las mujeres. La familia construyó un baño fuera de la edificación y proyectan una habitación. Son dos familias de cinco integrantes cada una (en total cuatro mayores y seis menores de edad).
En la parte trasera, unos corrales y chapas resguardan a unos 20 cerdos (contando las madres), gallinas y pavos, los que se crían desde hace 10 años. Temporalmente, por dos meses hay dos ñandúes que el propietario trasladará a un campo en Silvio Péllico.
“Los cerdos son para la venta de algunos conocidos que siempre encargan y tenemos autorización de la Municipalidad”, dijeron. Añadieron que “el intendente ha venido a ver que todo estuviera bien. Si molestan los animales, no tenemos problema en levantar, pero tendrán que levantar todos los que estamos de este lado”, dijo Lucía señalando las quintas similares, rodeadas por unas pocas casas en ese sector detrás de las vías férreas”.
Más atrás
Más allá, cruzando la arteria denominada bulevar Italia, la quinta de Rubén Bonetto muestra corrales para la cría de cabras (unas cuantas) de la raza Boer y unas 20 ovejas. La ingeniera Agrónoma, especialista caprina, Patricia Coronel, recibió a los reporteros de este medio y explicó que se trata de ejemplares de origen sudafricano. También indicó que el destino de las mismas es para consumo, a pedido de los que conocen su actividad. Destacó, mostrando la limpieza de los corrales, que “se observa que no existen montañas de bosteo ni nada que pueda producir olores”.
Además, señaló que “hace 40 días nos robaron cinco cabritos en una noche, así que vivimos de vigilancia y contando las cabras cada día”. Y se quejó porque “un particular alambró el predio del ferrocarril que se encargó de limpiar a partir del pastoreo de sus cabras y la recolección manual de la basura. Venían los chicos a remontar barriletes, pero ahora ya no pueden”.
Imágenes:
F1: La vieja estación de ferrocarril, hoy ocupada por dos grupos familiares que se dedican a la crianza de cerdos y comparten terreno con la cría de vacunos.
F2: el potrero de las cabras distante 200 metros, que se muestra “sin
montaña de bosteo”, como marcan las acusaciones cruzadas.
F3: Antes. Los yuyos alcanzaban los dos metros. Coronel contó que la labor de las cabras y la recolección que realizó convirtió ese lugar impenetrable.
F4: Ahora.
El predio del ferrocarril luce impecable, “los chicos venían los fines de semana a remontar barriletes, pero lo alambraron”, dijo Coronel