En los años 30, comenzaron a surgir las construcciones suntuosas en la ciudad. Una publicación de la Sociedad Española de 1932, destaca “la sólida y elegante residencia de dos plantas, estilo normando, del médico Arturo Scopinaro”, quien falleció en un trágico accidente ocurrido en 1938. La casa sigue siendo hoy un reflejo de la sociedad de la época