El 25 de octubre pasado comenzaron las tareas de refacción en la Escuela Bartolomé Mitre, que había llegado al punto de tener que suspender las clases por el estado en que se encontraba. Las lluvias la golpearon profundamente y por sus filtraciones en el techo se llovía adentro. La situación había sido revelada públicamente por EL DIARIO en su edición dominical del 21 de octubre y motivó que el Gobierno de la provincia enviara a un representante del Ministerio de Educación con celeridad.
Al menos por ahora, las promesas oficiales se cumplen. Eso se desprende del diálogo que este matutino mantuvo ayer con la directora de la institución de Nivel Primario, Alejandra Caula.
“Se está en la etapa de remoción y limpieza y han traído todos los materiales para la obra. Si el tiempo nos acompaña, dicen que la semana que viene colocarán la membrana. Ayer (por el martes) vino el arquitecto de la provincia y verificó que no hay más filtraciones”, confirmó la directiva al recibir a este medio en su despacho.
Por eso, “se habilitó el servicio eléctrico” el martes. “Están trabajando todos los días y el arquitecto viene una vez a la semana”, añadió.
Caula confirmó que se normalizaron los horarios y el ritmo de clases.
Por el momento y desde que se desataron los inconvenientes, el dictado del primer ciclo (primer, segundo y tercero grado; lo que significa 65 alumnos) se da en la Parroquia Nuestra Señora del Rosario, que cedió las instalaciones del ex Pío Ceballos. “Hay aulas, playón y baños, por lo que estamos bien”, resaltó la docente.
Esta mudanza obedeció a que tres aulas no se podían utilizar por sus condiciones, mientras que el segundo ciclo (así como lo relativo a la jornada extendida) sí pudo permanecer en el establecimiento de calle Mitre al 1100.
En este colegio concurren 270 niños y niñas y recién ahora volvieron a tener energía eléctrica, que se había interrumpido a raíz del filtrado en los techos, lo que generaba un riesgo. “Debimos suspender el uso de televisión, equipo de sonido y computadoras, aunque cargábamos las baterías de las netbooks portátiles y las usábamos en este edificio. El dictado de clases no se vio alterado por este motivo porque la luz solar nos permitía seguir adelante”, precisó.