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Portada  »  Policiales/Judiciales  »  Condenado porque quiso estrangular a su ex novia
20 de Noviembre de 2012
Juicio abreviado - Seis años de prisión efectiva para irascible sujeto
Condenado porque quiso estrangular a su ex novia
Se trata de Martín Caballero, quien fue hallado culpable de “homicidio en grado de tentativa”. Enceguecido por los celos, llevó por la fuerza a Eugenia Smeriglio hasta su casa, donde intentó ahorcarla con sus manos y luego con el cable de una plancha
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Caballero en el banquillo de los acusados; junto a él, la abogada Nebreda. El iracundo individuo reconoció su culpabilidad en el hecho y el juicio fue abreviado. Estará en la cárcel, como mínimo, hasta diciembre de 2015

 

Un jo­ven oriun­do de la ciu­dad de Oli­va fue con­de­na­do ayer a seis años de pri­sión de cum­pli­mien­to efec­ti­vo, lue­go que con­fe­sa­ra ha­ber que­ri­do es­tran­gu­lar a su ex no­via con el ca­ble de una plan­cha, en un vio­len­to epi­so­dio ocu­rri­do ha­ce ca­si un año en ba­rrio San Jus­to de Vi­lla Ma­ría.
Mar­tín Eze­quiel Ca­ba­lle­ro, de 27 años de edad, fue de­cla­ra­do au­tor res­pon­sa­ble de “ho­mi­ci­dio sim­ple en gra­do de ten­ta­ti­va”, de­li­to que tu­vo co­mo víc­ti­ma a Ma­ría Eu­ge­nia Sme­ri­glio, de 26, a pri­me­ra ho­ra de la ma­ña­na del do­min­go 11 de di­ciem­bre de 2011.
Ca­ba­lle­ro, na­ci­do en Oli­va el 16 de abril de 1985, re­co­no­ció los he­chos tal co­mo ha­bían si­do des­crip­tos por el fis­cal que ins­tru­yó la cau­sa, cir­cuns­tan­cia que po­si­bi­li­tó que el jui­cio oral fue­ra de trá­mi­te abre­via­do, con lo cual se omi­tió la re­cep­ción de prue­bas tes­ti­mo­nia­les en la Cá­ma­ra del Cri­men lo­cal.
El gra­ve in­ci­den­te que de­ja­rá a es­te iras­ci­ble su­je­to en la cár­cel has­ta -por lo me­nos- me­dia­dos de di­ciem­bre de 2015 tu­vo co­mo es­ce­na­rio una vi­vien­da ubi­ca­da en pa­sa­je Ca­bo Adrián Bus­to 1036, aun­que se ha­bía ini­cia­do mo­men­tos an­tes en un bo­li­che bai­la­ble de la cos­ta­ne­ra vi­lla­ma­rien­se.
En efec­to, Ca­ba­lle­ro in­ter­cep­tó a su ex pa­re­ja en el in­te­rior de la con­fi­te­ría Jet-Set, don­de aque­lla ma­dru­ga­da la hos­ti­gó en rei­te­ra­das opor­tu­ni­da­des pa­ra que ella rea­nu­da­ra la re­la­ción amo­ro­sa.
Cuan­do la jo­ven sa­lió del lo­cal noc­tur­no y su­bió a un re­mi­se pa­ra re­gre­sar a la ca­sa de sus pa­dres, en ba­rrio Ameg­hi­no, el agre­sor abor­dó in­tem­pes­ti­va­men­te el ve­hí­cu­lo y le or­de­nó al con­duc­tor di­ri­gir­se al in­mue­ble de ba­rrio San Jus­to, don­de es­ta­ba ra­di­ca­do.
De acuer­do con la pie­za acu­sa­to­ria, con­fec­cio­na­da por el fis­cal de Ins­truc­ción Fé­lix Mar­tí­nez, ya en el in­te­rior de la vi­vien­da, Ca­ba­lle­ro agre­dió ver­bal y fí­si­ca­men­te a Sme­ri­glio, a quien le exi­gía rea­nu­dar el no­viaz­go que ha­bían man­te­ni­do por es­pa­cio de unos dos años y has­ta po­co tiem­po an­tes del vio­len­to su­ce­so.
En­ce­gue­ci­do por los ce­los y la ne­ga­ti­va de ella el ira­cun­do in­di­vi­duo to­mó del cue­llo a la jo­ven y co­men­zó a es­tran­gu­lar­la, al tiem­po que le exi­gió man­te­ner re­la­cio­nes se­xua­les. La víc­ti­ma se re­sis­tió e in­clu­so lle­gó a ras­gu­ñar­lo en el ros­tro y en un bra­zo, pe­ro no pu­do evi­tar el ata­que.
Así, y con la si­tua­ción do­mi­na­da por la fuer­za, Ca­ba­lle­ro lle­vó a ca­bo su vil co­me­ti­do, pe­ro en un mo­men­to de dis­trac­ción Sme­ri­glio sa­lió co­rrien­do y, to­tal­men­te des­nu­da, ga­nó la ca­lle. Has­ta allí fue per­se­gui­da por su ex no­vio, quien vol­vió a to­mar­la por la fuer­za y la hi­zo in­gre­sar otra vez a la fin­ca.
No obs­tan­te, los gri­tos de au­xi­lio de la jo­ven fue­ron es­cu­cha­dos por una ve­ci­na, quien de in­me­dia­to dio avi­so al Co­man­do de Ac­ción Pre­ven­ti­va (CAP), cu­ya se­de es­tá ubi­ca­da a só­lo cua­tro cua­dras del lu­gar.
Si bien el per­so­nal po­li­cial lle­gó rá­pi­da­men­te, en ese in­te­rín Ca­ba­lle­ro vol­vió a agre­dir a Eu­ge­nia en el dor­mi­to­rio: pri­me­ro con sus ma­nos y lue­go uti­li­zan­do el ca­ble de una plan­cha le apre­tó el cue­llo has­ta ha­cer­le per­der el co­no­ci­mien­to.
 
“Nos va­mos a ir los dos al cie­lo”
 
Se­gún el re­la­to de la pro­pia víc­ti­ma, en me­dio de la bru­tal su­je­ción, el agre­sor le ad­vir­tió: “¡Nos va­mos a ir los dos al cie­lo... pri­me­ro te ma­to y des­pués me sui­ci­do!”
So­fo­ca­da y sin reac­ción, la jo­ven se des­va­ne­ció y ca­yó al sue­lo. Ca­ba­lle­ro cre­yó que la ha­bía ma­ta­do, pe­ro en vez de au­toe­li­mi­nar­se, op­tó por dar­se a la fu­ga por una puer­ta tra­se­ra, ca­si al mis­mo tiem­po que arri­ba­ban al lu­gar dos mó­vi­les del CAP.
Una ofi­cial de la Pa­tru­lla Pre­ven­ti­va fue cla­ve al mo­men­to de au­xi­liar a Sme­ri­glio, ya que se en­car­gó de rea­li­zar las ta­reas de rea­ni­ma­ción que le per­mi­tie­ron re­cu­pe­rar­se de la as­fi­xia, mien­tras se aguar­da­ba la lle­ga­da de los Bom­be­ros pa­ra tras­la­dar­la de ur­gen­cia al Hos­pi­tal Pas­teur.
Con los da­tos apor­ta­dos por la víc­ti­ma, la Po­li­cía ini­ció la in­ten­sa bús­que­da del pró­fu­go, quien per­ma­ne­ció ocul­to por es­pa­cio de 17 ho­ras y se pre­sen­tó en la Co­mi­sa­ría de Dis­tri­to mi­nu­tos an­tes de la me­dia­no­che de ese mis­mo do­min­go jun­to a un abo­ga­do.
 
Tres años más
 
Ca­ba­lle­ro es­tá de­te­ni­do des­de en­ton­ces y con­ti­nua­rá en ese es­ta­do has­ta por lo me­nos el 12 de di­ciem­bre de 2015, fe­cha en la que se cum­pli­rán los dos ter­cios de la pe­na im­pues­ta (es de­cir, cua­tro años), ne­ce­sa­rios pa­ra so­li­ci­tar la “li­ber­tad con­di­cio­nal”.
No obs­tan­te, di­cho be­ne­fi­cio se le con­ce­de­rá só­lo ba­jo cier­tas con­di­cio­nes (buen com­por­ta­mien­to du­ran­te el pe­río­do de de­ten­ción y un in­for­me pe­ri­cial psi­co­ló­gi­co que cer­ti­fi­que que es­tá en con­di­cio­nes de rein­ser­tar­se so­cial­men­te), por lo que la ex­car­ce­la­ción no se­rá au­to­má­ti­ca.
Ca­be se­ña­lar que al mo­men­to de ser apre­sa­do, Ca­ba­lle­ro no re­gis­tra­ba an­te­ce­den­tes pe­na­les de nin­gún ti­po y tra­ba­ja­ba en una co­no­ci­da em­pre­sa me­ta­lúr­gi­ca vi­lla­ma­rien­se, don­de se de­sem­pe­ña­ba co­mo en­car­ga­do de un área.
 
Jue­za y par­tes
 
El jui­cio de la vís­pe­ra fue pre­si­di­do por la ca­ma­ris­ta Sil­via Sas­lavsky de Ca­man­do­ne y tu­vo co­mo pro­ta­go­nis­tas al fis­cal Fran­cis­co Már­quez y a las abo­ga­das lo­ca­les An­drea Ber­te­ro y Ma­ría Eu­ge­nia Ne­bre­da, mien­tras que la se­cre­ta­ria ac­tuan­te fue Mar­ce­la Mat­ta­lía.
Ne­bre­da ejer­ció la De­fen­sa de Ca­ba­lle­ro, mien­tras que Ber­te­ro pa­tro­ci­nó a los pa­dres de Sme­ri­glio, quie­nes se cons­ti­tu­ye­ron en la cau­sa co­mo que­re­llan­tes par­ti­cu­la­res.
Tras la con­fe­sión de Ca­ba­lle­ro, el acu­sa­dor pú­bli­co in­for­mó que ha­bía lle­ga­do a un acuer­do con las par­tes pa­ra so­li­ci­tar la pe­na fi­nal­men­te im­pues­ta, por lo que tan­to la re­pre­sen­tan­te de la Que­re­lla co­mo la de­fen­so­ra ad­hi­rie­ron al pe­di­do de seis años de pri­sión re­que­ri­do por Már­quez.


Cuando todo era color de rosa...

Co­mo si se tra­ta­ra de una gran vi­drie­ra vir­tual, la red so­cial Fa­ce­book sue­le ofre­cer lo que los pro­pios usua­rios quie­ren mos­trar pú­bli­ca­men­te y sin res­tric­cio­nes, se tra­te de imá­ge­nes per­so­na­les o de pen­sa­mien­tos es­cri­tos co­mo gra­fi­tis en las pa­re­des.
Así, Mar­tín Ca­ba­lle­ro de­jó hue­llas in­de­le­bles de lo que sen­tía por quien era su no­via has­ta po­co más de un año an­tes del vio­len­to epi­so­dio en el que pre­ten­dió qui­tar­le la vi­da.
“¿Se pu­sie­ron a pen­sar se­ria­men­te que la vi­da es una so­la? Vi­van ca­da ins­tan­te co­mo si fue­ra el úl­ti­mo y com­par­tan su amor con quie­nes real­men­te se lo me­re­cen. Por eso ca­da se­gun­do que pa­sa en el re­loj te quie­ro un po­qui­to más, amor”, es­cri­bió el 21 de oc­tu­bre de 2010.
Ape­nas un día an­tes, el agre­sor de Eu­ge­nia des­li­zó que aque­lla era una “lin­da no­che pa­ra an­dar no­vian­do ja­ja­ja”. Y aña­dió: “Es­pe­ro que mi amor me dé bo­la”.
To­do in­di­ca que por aquel oc­tu­bre Ca­ba­lle­ro es­ta­ba per­di­da­men­te ena­mo­ra­do de Sme­ri­glio y le es­cri­bió… “amor, te de­jo un be­si­to en la me­si­ta de luz pa­ra que lo be­ses cuan­do es­té tra­ba­jan­do”.
De­ba­jo de esas lí­neas, Ca­ba­lle­ro y una fa­mi­liar man­tu­vie­ron un bre­ve diá­lo­go:
- “Se ena­mo­ró el pri­mo!!!”
- “Y bue­no, pri­ma, me ro­bó el co­ra­zón”
- “Ja­ja... qué lin­do ver­te fe­lizzz!!!”
Y a co­mien­zos de se­tiem­bre de ese mis­mo 2010, Ca­ba­lle­ro gritó a los cua­tro vien­tos su pro­fun­do amor: “Ca­da go­ti­ta de es­ta fi­na llu­via es un ‘te quie­ro’ que le man­do a mi amor... Eu­ge, es pa­ra vos”.


 

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