En los últimos años se escucha cada vez con más frecuencia hablar del llamado "comienzo fetal de las enfermedades del adulto". De hecho, los especialistas están prestando cada vez mayor atención a esta cuestión, por su gran trascendencia para la salud del ser humano.
Este concepto, hasta hace pocos años desconocido, cobra gran importancia a la hora de prevenir ciertas afecciones conocidas como "enfermedades crónicas no transmisibles", entre las que se destacan la obesidad, la hipertensión arterial, la diabetes tipo II y la hipercolesterolemia, entre otras. Todas ellas representan la antesala al padecimiento de enfermedades cardiovasculares a edades tempranas.
Marcas imborrables desde el vientre
La teoría de Barker, entre otras cosas, afirma que el estado nutricional durante el período prenatal, el postnatal inmediato y durante la infancia; así también como la exposición a infecciones durante la infancia temprana, condicionan o influyen el desarrollo de enfermedades de la vida adulta.
No sólo las influencias y alteraciones en el crecimiento fetal, sino además las producidas por el período posnatal temprano, inciden –según esta teoría- sobre los patrones de crecimiento, adiposidad (distribución de células grasas), con alteraciones en la composición corporal y cambios metabólicos que conducirían al posterior desarrollo de enfermedades crónicas.
La mayor ganancia de peso en los dos primeros años de vida se relaciona con mayor índice de masa corporal; circunferencia abdominal y obesidad a los cinco años de edad.
En este marco, la importancia del control del embarazo para tener un niño con un peso adecuado a su edad gestacional constituye un elemento vital para la prevención de estas enfermedades. El niño con bajo peso al nacer, como así también tener un niño con un peso mayor al adecuado, son factores que lo predispondrán a ser obesos desde temprana edad y a padecer enfermedades cardiovasculares en su corta juventud.
La prematurez, pero más aún el retraso de crecimiento dentro del útero por diferentes causas como la mala alimentación, tabaquismo, hipertensión arterial y alteraciones placentarias (entre otras), predispondrá a que el niño nazca con bajo peso.
En tanto la obesidad materna, o la diabetes gestacional, podrán traer como consecuencia niños con peso aumentado para su edad gestacional.
Decisiones alimentarias
Las características de alimentación durante el embarazo, de la alimentación temprana, la duración de la lactancia materna y la alimentación complementaria, constituyen factores relevantes que se vinculan con los patrones de crecimiento, ganancia de peso y adiposidad a edades posteriores. Por ello estas cuestiones no pueden pasar desapercibidas y deben afrontarse con seriedad y mucha responsabilidad por parte de las madres.
Uno de los elementos que no pueden descuidarse, y que hay que fomentar, es el de la lactancia materna durante un tiempo no menor al recomendado. Debemos saber que la lactancia materna tiene un efecto protector contra la obesidad infantil, ya que el niño come lo que necesita, regulando por sí solo su saciedad. La importancia de la lactancia tiene, entonces, alcances mucho más trascendentes a largo plazo de lo que suponemos.
El camino hacia la enfermedad cardiovascular
Al referirnos al peligroso vínculo entre las situaciones antes descriptas y la enfermedad cardiovascular a temprana edad, debemos identificar tres etapas:
Inicial o de programación. Esta etapa implica que trastornos en la nutrición fetal provocan cambios estructurales, fisiológicos y metabólicos en diferentes órganos y sistemas, "programando" así el desarrollo de enfermedad cardiovascular en la edad adulta.
Amplificación. Una segunda etapa, o de amplificación, que se expresa por cambios bioquímicos y clínicos que llevan a “amplificar” esas modificaciones producidas en la vida fetal, más aún en un medio propicio para eso.
Enfermedad. En tercer lugar nos encontramos con la enfermedad cardiovascular propiamente dicha.
Lo más importante: prevenir
Recordar:
Tener un adecuado control del embarazo. Prevención de la hipertensión arterial inducida por el embarazo, no fumar durante la gestación.
Optima ganancia de peso en el niño con dietas adecuadas, no restrictivas ni en exceso.
El efector protector que tiene la lactancia materna sobre la obesidad.
Incorporación adecuada de alimentación complementaria.
Importancia del seguimiento del crecimiento durante las etapas tempranas de la vida.
Promoción de patrones adecuados de alimentación.
Dra. María de los Angeles Franco
M.P: 23.913/4 – M.E: 8.589
Programa de Obesidad Infanto-Juvenil de Sanatorio Diquecito