Escribe: Juan Manuel Gorno
Las camisetas revoleadas en la noche sublime, de esas que no deberían terminar nunca, le daban paso a una imagen altamente esperada en Plaza Ocampo: Alumni festejando después de un partido, con los jugadores abrazados en el campo y luego suspirando íntimamente en el vestuario, a puro desahogo; con el rostro del pibe enfocando al amigo en la tribuna de cemento, haciendo el gesto de “¿viste que podíamos?”, aún sin esbozar palabras, como reflejo de esa sensación incomparable que da la victoria. Y la “Bandita” ahí, repetida en el canto interminable, cerrando la escena cuando casi todos se han ido, como si la trompeta del “Pato” Cortez todavía sonara...
Tuvo que pasar mucho tiempo, más de nueve meses, pero la algarabía finalmente llegó al estadio municipal para el equipo local, quizás en el momento más deseado, con Héctor Arzubialde en el banco de nuevo, con el gol de un jugador representativo del club (Víctor Rena) y la figura del pibe que asoma (Santiago Aloi), entre otros argumentos para redondear la noche.
Fue apenas 1-0 ante el alicaído Central Norte, merced a la conquista de un penal en el segundo tiempo, pero eso bastó para abrirle la puerta a la euforia y romper el maleficio que se tornaba karma insuperable.
Encima, fue una victoria inobjetable, porque Alumni ejerció supremacía, aún cuando no llegaba al arco.
En el primer tiempo, concretamente, el portero salteño, Mariano Maino, quedaba bastante lejos, sin embargo, el equipo villamariense tuvo la posesión de la pelota y siempre trató de distribuirla en la mitad de la cancha contra un rival de buenos volantes como Sergio Ogga (ex Desamparados) y Cristian Zurita (ex Independiente), que no es poco.
Central Norte, también necesitado de puntos, intentó primero organizarse en su campo y pareció ganar en confianza cuando Tomás Armella, su central más alto, se desdoblaba para cortar los avances.
En ese contexto, parecía que “el parto” del que habló después Arzubialde llevaba un mayor grado de trauma, más allá de la búsqueda constante que se acentuaba en las proyecciones de Aloi, las subidas de Esteban Canelo y la movilidad de Juan Aimar.
A todo esto, en la primera tibia aproximación del visitante, un remate de Ogga se desvió en Patricio Berardo y la carambola casi termina en gol, pero la pelota salió afuera.
Puesto de media punta, Aimar quiso ser decisivo en un par de avances con cierto riesgo, pero dos veces el playosense hizo una de más y eso le permitió reordenarse a la defensa salteña, además de un tiro libre del propio “Zapallito” que salió elevado.
El cero a cero en el final del primer tiempo, fue entonces una clara muestra de la falta de profundidad del local ante un “Cuervo” que supo cómo neutralizarlo, a pesar de la carencia de idas para responder con ataque.
Agresivo
Un par de arengas de Arzubialde en el entretiempo sirvieron para que Alumni saliera más decidido en el complemento, apretando los dientes en la recuperación de la pelota sobre el campo contrario para luego tocar corto y seguro, en tres cuartos de cancha.
Así, mientras Mariano Aldecoa tuvo más participación por derecha, Aloi siguió siendo punzante por izquierda y Aimar se prendió en esa zona para desequilibrar con sus piques cortos, a la espera de alguna estocada de Rena.
Precisamente, en pocos minutos, Rena y Aimar tuvieron lo que no pudieron en toda la etapa anterior. Primero el nueve recibió un buen pase de Federico Silvestre y, tirado sobre la derecha en el área, sacó un balinazo cruzado que salió cerca. Y luego “Zapallito” remató desde la puerta del área y encontró la respuesta de Maino para quedarse con la pelota.
El gol podía llegar. Y así lo entendieron hasta los centrales, por ejemplo, en una jugada en la cual Berardo envió el centro y Amarilla cabeceó cruzado, antes que la salvara Armella, con lo justo, en la línea de sentencia.
Seis minutos después, Aloi, siempre atento para encarar con pelota dominada, fue derribado por Javier Felipe en el área y el árbitro mendocino Alejandro Arco no dudó en cobrar penal, a los 21 minutos.
Rena tomó confianza desde los doce pasos, definió abajo, a la izquierda de un arquero que voló hacia el otro palo y Alumni comenzó a celebrar.
El entusiasmo fue tanto que hubo un par de situaciones más (con Aloi y Rena) como para ampliar el marcador y no se dieron por milagro. Entonces, de ahí en más, hubo que defenderse con el corazón encendido.
Es que Central Norte debió cerrar las trincheras y arriesgar, empujado incluso con tres cambios desesperados que metió su técnico interino, Carlos Fretes, para modificar el panorama.
No obstante, allí fue cuando el elenco salteño extrañó a rabiar a su goleador y figura, Enzo Noir (ausente por suspensión), porque el resto sólo llegó hasta tres cuartos, chocando consecutivamente con Berardo, Amarilla, Lencinas y compañía.
Pasaron los minutos, Central Norte no lastimó y Alumni esperó el silbatazo final para saborear el triunfo en casa por primera vez en la temporada. Un triunfo que devolvió sonrisas, recuperó el semblante y -a raíz de lo que significa el retorno de Arzubialde- repartió ilusiones.
La figura
En su primer partido como titular, Santiago Aloi fue lo mejor de Alumni. Desniveló siempre por izquierda, intentó jugar al ras del piso con criterio y provocó tanto que hasta le hicieron el penal que derivó en el gol. El resto del equipo actuó en consecuencia, con muchos puntos altos.
El árbitro
El mendocino Alejandro Arco tuvo mucho trabajo, pero siempre mostró su experiencia para manejarse. Dejó pasar un penal a Aloi en el primer tiempo, pero luego no pasó lo mismo en el complemento. Tuvo algunos errores que no incidieron en el resultado.
