Con la llegada del calor, llega también la desesperación de muchos por eliminar esos kilos de más que hemos ido ganando durante el año, y que quedaban ocultos bajo la ropa de invierno pero que, ahora, resultan ya imposibles de disimular.
Es en ese momento cuando comenzamos a pensar de qué manera bajar de peso en tiempo récord, de forma tal de poder mostrar más nuestro cuerpo sin temor a que el sobrepeso salte a la vista.
De hecho, éste es el momento del año en el que una gran cantidad de personas acuden a nuestros centros nutricionales en todo el país para solicitar ayuda profesional. Estas personas, en realidad, son las que han comprendido la importancia de poner su salud en manos expertas, y no apelar a fórmulas mágicas totalmente genéricas y no necesariamente coincidentes con las necesidades de ese paciente. Lamentablemente hay otra gran mayoría que descarta estas opciones de asesoramiento, aún gratuitas, y prefiere luchar en solitario contra el sobrepeso, exponiendo su salud a complicaciones que ni imagina.
En este sentido, es importante marcar los peligros que puede acarrear el buscar fórmulas mágicas que nos den resultados milagrosos.
Por regla general, el ser humano apunta siempre al facilismo, a lo más rápido, a todo aquello que promete resultados inmediatos. Vivimos, de hecho, en el mundo de la inmediatez, y el tema del adelgazamiento no es ajeno a esto. La clave parece ser “mientras más rápido adelgace, mejor”.
Los peligros del descenso rápido de peso
Desde lo estrictamente médico debemos decir que cuando se pierde peso rápidamente, como uno pretende a esta altura del año, lo que estamos eliminando es líquido corporal y músculo, pero no grasa, que es el enemigo a combatir.
Las pérdidas bruscas de peso generan desequilibrios y, en la mayoría de las ocasiones producen luego un “rebote” importante, quedando la persona con un peso aún superior al que tenía antes de someterse a su “dieta milagrosa”.
Debemos insistir en el concepto de que un verdadero adelgazamiento es aquel que permite perder grasa, y que este proceso de ninguna manera es inmediato. El “negocio” está en ir bajando progresivamente la grasa del cuerpo, cosa que difícilmente logremos en unas pocas semanas previas a las vacaciones.
¿Cuánto se debe bajar por mes?
No existe un parámetro de descenso de peso mediante el cual se pueda decir que una dieta es correcta y adecuada para la persona. Debemos entender que cuando hablamos de dieta no nos estamos refiriendo a “kilos” sino a una “persona” sobre la cual influyen numerosas variables que la ayudan o no a perder peso, entre ellas el estrés, la cantidad de eventos sociales, los estados de ánimo, las cuestiones hormonales y una infinidad de factores más. Por eso poner un número a lo que debería ser un descenso de peso ideal, sería una irresponsabilidad.
En definitiva, el tema de fondo no es una “cuestión de peso” sino una “cuestión de persona”.
Cinco cuidados a tener en cuenta de cara a la “dieta veraniega”
1- Cuidado con las fórmulas mágicas. Estas pueden ser muy peligrosas y generar déficit en el organismo que deriven en enfermedades serias. Es peligroso someterse a las “dietas de revista” sin una adecuada valoración sobre sus consecuencias en el organismo de esa persona.
2- Evitar el tratamiento no supervisado. De lo anterior se desprende la importancia de ponerse en manos de un profesional en la materia, para poder aplicar una dieta equilibrada y, sobre todo, supervisada. Con ese espíritu fue que lanzamos los centros nutricionales Grandiet, en los que la persona puede recibir un tratamiento guiado por una nutricionista, quien le ayuda a implementar un plan de alimentación acorde a sus posibilidades y a lo que sea más beneficioso para su organismo. Un profesional especializado en nutrición es fundamental, ya que éste evaluará las necesidades de la persona, analizará cuál es su composición corporal (cantidad de grasa, masa muscular, etcétera) y, en tercer lugar, trazará un plan de alimentación realizable y no una dieta de moda para lograr un descenso rápido y no perdurable en el tiempo. En nuestros centros, de hecho, planteamos de entrada metas realistas y alcanzables, acompañando al paciente de manera tal de ir cumpliendo cada uno de los objetivos que se van trazando.
3- Cuidado con no comer. Las dietas “mágicas” pueden producir importantes carencias en el cuerpo, que se pueden pagar luego con enfermedades complejas. El organismo está diseñado para comer, no para restringir el alimento; por eso si se quiere bajar de peso, la ingesta no debe ser eliminada de ninguna manera sino ser correctamente determinada en el marco de un plan alimenticio bien supervisado.
4- Trabajar sobre la saciedad. En base al punto anterior, lo natural es que el cuerpo tenga hambre, y no puedo negársele el alimento. Por eso, la alternativa saludable que encontramos es aumentar el consumo de ciertos alimentos que nos aporten los nutrientes que necesitamos y que, a su vez, generen saciedad. Este es el caso de las fibras, por ejemplo, que ayudan a este fin. Uno de nuestros productos más populares, está basado precisamente en fibras naturales. Con su ingesta se reduce el apetito hasta en un 60%, ya que las fibras generan sensación de saciedad. Tomándolo antes de las dos comidas principales, reduce el apetito y nos ayuda a comer porciones adecuadas. Además de la utilización de suplementos de este tipo (siempre avalados por un especialista que dé seguimiento a nuestro caso), debemos aplicar otros mecanismos que ayudan a la saciedad, como por ejemplo tener varias ingestas al día, espaciadas en forma adecuada.
5- Cuidado con la autoindicación de suplementos. A esta altura del año aparecen un sinnúmero de productos “mágicos”. Cuidado con la autoindicación. Es fundamental también en este punto que siempre sea un profesional especializado quien nos indique qué suplemento tomar.
¿Qué consecuencias puede acarrear una dieta sin control profesional?
Déficit de vitaminas y minerales. Esto puede derivar en anemias, osteoporosis y calambres, entre otras.
Déficit de rendimiento. Las dietas estrictas con descenso de peso repentino generan dificultades de atención. Además se da una baja en el rendimiento intelectual y laboral (cansancio y poca fuerza).
Malhumor. El entorno de la persona nota malhumor en quien está haciendo la dieta. Cuando la comida se quita, se genera malhumor, ya que se está quitando el “placer de la comida”
Trastornos alimentarios a largo plazo. La continua realización de dietas de este tipo se considera un trastorno alimentario: la conducta “dietante”.
Fracaso. El descenso repentino y el posterior “rebote” pueden dar a la persona una sensación de fracaso por no haber logrado -o sostenido- el objetivo después de tanto esfuerzo. Volvemos aquí a insistir sobre la necesidad de plantear de entrada una dieta racional.
Dr. Carlos Sabagh (MP: 15.230 - ME: 9.326), médico especialista en Nutrición y director médico de Grandiet