Como ya es una especie de tradición en Villa María, cada vez que el clima y los días no laborales lo permiten, miles de grupos conformados por familias y amigos, algunos de la ciudad y otros provenientes de diferentes puntos de la región, decidieron pasar el día libre al lado de las aguas del río Ctalamochita.
Desde temprano los primeros vehículos se fueron ubicando para ganar los mejores lugares y cerca del mediodía saltó a escena uno de los protagonistas que nunca falta en este tipo de reuniones, el asado. De esa manera el humo que salía de los asadores pasó rápidamente a formar parte del paisaje.
Las conservadoras repletas de bebidas frescas para atenuar el calor, las pelotas de fútbol (y algunas de otros deportes), las guitarras para aquellos amantes de la música, el mate, los juegos de cartas y las bicicletas también fueron denominadores comunes en la radiante jornada de sol.
La tradicional “playita del Santa Ana”, el Gaucho, la bajada Entre Ríos, el lago, Puerto Madero y “el Arenero”, por citar los lugares más populares, fueron los puntos en los que más gentes se concentró.
Cuando comenzó a caer el sol algunos emprendieron lentamente el retorno hacia sus hogares, mientras que otros volvieron a encender el fuego para un nuevo asado, como coronación de una hermosa jornada y antes de volver cada uno a la rutina laboral de cada semana.