- ¿Cuál es su sentimiento al estar en Córdoba, su tierra?
- Me provoca sentimientos encontrados. Por una parte siento mucha alegría por lo que está ocurriendo a nivel Justicia. La condena de Menendez es un ejemplo mundial. Es el único punto de la Tierra en donde la Justicia llega donde tiene que llegar, lo que me hace sentir orgullo de que por mis venas corra sangre cordobesa.
La otra cara de la moneda es haber estado hoy en La Perla, donde observé ese lugar donde se produjo tanto dolor y tanta tristeza. Sigue siendo algo incomprensible para mí.
- Rescata a la Justicia, a pesar de su lentitud. Mucha gente se lamenta de que hayan pasado tantos años para que llegara...
- La Justicia es lenta. La violencia con la que actuaron los genocidas es rápida. Pero siento que hay que rescatar. Ojalá esto hubiera llegado poco después de haberse cometido tantos crímenes. Mucha gente hoy no puede disfrutar de estos fallos, porque se han ido: mi papá, mi mamá. Los que sí estamos agradecemos. La justicia civiliza, rejuvenece, da alternativas, te dan ganas de seguir luchando y de pensar que evidentemente tiene que haber un mundo mejor para todos.
- He leído que usted no es rencorosa porque va "saldando las cuentas". ¿Cómo ha hecho para vivir todos estos años con semejante dolor, sobre todo por lo que la dictadura le provocó en su familia?
- Esto no se cura. Es algo con lo que uno aprende a convivir.
- Se sobrelleva...
- Sí. Cada día un poco más.
- ¿Viajará a Villa María?
- No puedo esta vez. Pero... el rencor es un sentimiento que no me invade mucho. Jamás hubiera tenido un sentimiento de devolver eso, porque no entra en mi mente hacer algo así. Claro que yo estaba lejos. Mucha gente sintió la violencia de cerca, yo no viví esa experiencia. Y creo que no soy yo quien debe hacer justicia.
- ¿Se siente reconocida por el público argentino?
- Me siento querida, respetada. Trato de hacer todo lo que está a mi alcance para que nuestra historia se conozca y sea parte de la historia contemporánea. Estudié en Villa María, crecí allí y espero que lo que aprendí pueda devolverlo. Considero que la tarea de todos como seres humanos es devolver lo que tantas personas nos dieron, nos enseñaron y nos inculcaron los familiares, los maestros, los amigos, los paisajes, el río. Extraño mucho el río de la ciudad, esas cosas. Los viajes siempre son de ida, no hay regreso. Aunque volviera a la Villa, no sería lo mismo.
- ¿Pensó en hacerlo alguna vez?
- No. Mi vida está muy hecha en México. Pero el otro día en Neuquén vi el río Limay y es de una belleza incomparable.
- Viene realizando duras declaraciones sobre lo que sucede en México. ¿Existe algo que la paraliza en su vida? ¿Habría algo que lograría callarla?
- No, no... México es un país tomado por lo peor de lo peor. La ultraderecha armada, de ricos. Son treinta ricos, dos partidos y un pelele. Eso controla al país. Treinta empresarios que poseen los medios de comunicación, compraron todas las instituciones, la Justicia. Los dos partidos son lo mismo, sirven a los intereses de éstos.
- Usted está censurada...
- Nosotros no podemos estar en ningún medio. No existimos.
- ¿Y cómo observa la gestión de gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner?
- Conozco más o menos la situación del país. Desde el exterior festejé lo que Cristina hizo con las jubilaciones. Me daba impresión algunas fotos que salieron de las personas que estaban en contra. En ciertas cosas la presidenta trata de aliarse con lo mejor, con Evo Morales, Correa. Me parecería que tira hacia la centro izquierda. Nosotras vinimos porque fuimos invitadas por el primer festival por la salud de la mujer, que corona las campañas de legalización del aborto y me hubiera gustado, como argentina y como mujer, que Cristina encabezara esa lucha, que es elemental para que la gente deje de morir. Es una cuestión de salud.
- El Gobierno analiza despenalizar la tenencia de marihuana para consumo personal. ¿Qué opinión le merece?
- Qué bien, qué bien.
- ¿Rescata algo de la Iglesia Católica?
- No, absolutamente nada. Creo que es una fábrica de mentiras, un negocio asqueroso.
- ¿Aceptaría dialogar con algún miembro de la cúpula de la Iglesia?
- No, para nada. ¿Para qué? De ninguna manera. Creo que es el gran negocio, no hablaría con ninguno, es una trampa.

El amor y la muerte

- ¿Cuáles son los motores de su vida?
- El amor, el trabajo. Tratar de ser mejor persona cada día, poder ser útil.
- ¿Le teme a la muerte?
- No, la verdad que no.
- ¿Y al sufrimiento físico?
- Sí, bastante. Es más, estuve mal en 2007. Tuve problemas de colon, dolores incomprensibles que me paralizaban. Finalmente me dieron un remedio que me hace mucho bien, pero hace tres semanas que no tengo las famosas pastillitas y reaparecieron los dolores, que me paralizan, me atontan, me quitan la energía.
- ¿Le gusta ser conocida?
- No. Ahora que estamos en el movimiento de resistencia civil pacífica en México, la mayoría de la gente con la que compartimos los domingos reuniones y manifestaciones no saben que soy la autora de las canciones que ellos cantan. Y eso me gusta muchísimo.
- ¿Qué cosas la hacen llorar?
- Yo soy muy llorona. Y cuando lloro, aprovecho para limpiarme, para hacer que fluya la energía. Muchísimas cosas me hacen llorar.
- ¿Cuáles son los secretos para mantener una relación de casi tres décadas con (la actriz) Jesusa Rodríguez?
- Hace 28 años que estamos juntas. Creo que es el respeto mutuo. El amor es un trabajo cotidiano. Nosotras trabajamos juntas y también separadas. Respeto sus tiempos, he aprendido a hacerlo y ella hace lo mismo. Jesusa es más acelerada, yo tengo períodos de mayor concentración, necesito espacios en blanco más extensos. Ella es más política, le gusta hablar mucho, es más controladora de las situaciones, de masas y de grupos, y yo soy más solitaria y taciturna. Creo que el ser tan diferentes nos hace más compatibles.
- ¿Qué no perdonaría en el amor?
- Que me dejaran de amar.
- ¿Infidelidad?
- Me parece que es un ingrediente del que se tienen que hacer responsables las dos partes. Es un exceso de hormonas. Al amor hay que perdonarle todo. Diego Bengoa