“Pienso mantenerme activo”.
Si bien la pregunta no apuntó al retiro de la profesión, la respuesta tiene una contundencia resonante. Perdurable. No hay lugar para la reformulación.
Edgar Giuliano celebra 30 años con la medicina. Especialista en Medicina Deportiva y Fisiología del Deporte, a partir de la actividad misma, concede a ello y a un consejo de su hermano la decisión de su vida.
“Pienso mantenerme activo, físicamente, en esta profesión que elegí desde mucho antes de recibirme de médico”, apuntó.
“De muy chiquito andaba en la bici, hicimos nado con amigos y estuvimos en la inauguración de la pileta del Central Argentino, allá en el 65, cuando el Náutico comenzó a promocionar remos, también lo hicimos... Y mi hermano Gabriel estudiaba Medicina; tiempo después rendía Medicina Legal y la bolilla que le tocó era Medicina Deportiva. Entonces vino y me dijo: ‘A vos que te gusta tanto eso, ¿por qué no estudiás?’ Días después se suicidó (1966). No tengo dudas de que eso fue lo que me marcó para que me propusiera como meta ser médico del deporte”, contó Giuliano.
Y partió en aquel histórico 1969 del Cordobazo, que volvió a dejarle ausencias entre amigos y compañeros desaparecidos y exiliados en el exterior, a iniciar su recorrido para en 1976 obtener el título.
Pero la especialización comienza antes. Declarado asiduo lector de la revista El Gráfico y la Goles, conoce que se dictaba el segundo Curso Internacional de Medicina del Deporte y allá fue, hacia Buenos Aires, de donde volvería con el diploma bajo el brazo: “Fui por una beca de un año y me quedé siete especializándome”.
El comienzo
Volver a la Villa no fue fácil. La meta se renovaba en la aplicación del conocimiento y en pleno 1982 recorrió los distintos espacios existentes en la ciudad hasta definir que debía abrir el propio para ejercer como médico del deporte.
“Yo no quería abrir un gimnasio y caminé, visité los lugares que había con la intención de instalarme a trabajar allí, haciendo la parte médica, pero no pude y entonces alquilé un local en la calle Santa Fe al 1086 donde funcionamos por dos años y medio y desde mayo del 85 en el lugar donde seguimos (Catamarca 1319)”.
Cuando habla en plural deja en claro que si bien mencionó deportes individuales, la práctica es en grupo y, a la hora del trabajo, recordó los inicios con Mario Bachiochi (recién recibido por entonces) y Patricia Lavado, “ya que el médico deportivo está unido a la tarea del profesor de Educación Física y también la apertura incluyó la rehabilitación física, por lo que se sumó Mirtha Piñeyro (kinesióloga)”.
“La actividad deportiva se ha incrementado mucho adentro y afuera, por la difusión de los medios y la evolución en la conciencia de la gente”, reconoció el especialista y rememoró que en cuanto a gimnasios, hace tres décadas ya estaban, como reconocidos, “el de (Oscar) Soria, otro de Osés donde estaba la ‘Negra’ Tisera y el tercero de un muchacho Angeletti”.
En la memoria del médico aparecen deportistas y parte de la historia de la ciudad: “Desde los comienzos venían jugadores de rugby y del Club River Plate (de barrio Almirante Brown), también de Alumni, porque ya había dirigentes que pensaban en mejor para la institución... y deportistas interesados en el control médico había muchos, hoy están todos controlados; Guillermo Roldán y Guillermo Evans fueron parte de los controles y traían a sus entrenados”.
Saludable actividad
El profesional, que además no se encerró en su actividad, sino que participa de la vida institucional y deportiva de Villa María -por mencionar, fue presidente del Club River Plate (por el que manifestó pasión, siendo el club de su barrio) y actualmente preside la Asociación Villamariense de Ciclismo-, se explayó sobre la práctica de deportes en la sociedad hoy.
Sobre la cantidad de practicantes de caminatas o corredores y ciclistas que frecuentan la costanera y diversos espacios amenos para estas actividades, sostuvo que “cuando la gente se siente mal, busca la manera de sentirse mejor o es también la manera de escapar de los problemas por un rato. Es como que creció la necesidad de sentirse mejor, más saludables. Y ante un problema, uno sale a correr, otro a caminar o a andar en bicicleta”. En su opinión, además, pesa la moda, por ejemplo, de los rollers, “que es un ejercicio aun más completo que la bici”. De todas maneras, y como corresponde, recomendó la periodicidad de chequeos para llevar adelante cualquier práctica deportiva.
“La actividad se hace hábito, ya sea para mantenerse en forma o para recuperarse, entonces la gente toma conciencia de controlarse, porque (y aquí lamentó la pérdida de amigos y conocidos) si te sentís mal, no podés seguir insistiendo, por ejemplo, con la bici y convencerte de que ya estás mejor. Hay que saber bajarse y realizarse un chequeo”, dijo Giuliano. Por lo que definió, “a veces se esconde el problema”.
De la mano del deporte, considera que también aparece el mejorar la alimentación: “La actividad lleva al hábito de una alimentación más correcta. Los que caminan se cuidan. Eso ha variado en 30 años”.
En conclusiones, Giuliano observa una sociedad más saludable porque ha tomado conciencia y busca dejar de lado los problemas para sentirse mejor, porque “al sentirte bien, sonreís más”. “El estado físico afecta anímicamente porque (si existe un dolor) al estar mejor, te duele menos”, expresó.
A los 61, padre de cinco hijos y abuelos de cuatro, no piensa siquiera en un año sabático (ni hablar del retiro) y ante la insistencia del entrevistador, esbozó que “ocuparía mucho tiempo en actividad, pedaleando por ejemplo, y siempre ansiaría volver a ejercer como médico del deporte”.