El número en cuestión puede sugerir distintas circunstancias: la edad de Jesucristo cuando fue asesinado, la “media vida” de la que hablaba Julio Iglesias en uno de sus clásicos de siempre, las vueltas que daban en un minuto los viejos discos de vinilo y hasta los grados de latitud que le dan nombre a un famoso vino malbec de nuestros tiempos.
Pero no, no se trata de eso. Tampoco estamos hablando del número atómico del arsénico, y mucho menos del código telefónico internacional de Francia.
En sentido figurado, esta historia nos remite más bien al tradicional “diga 33” que los médicos le indican a su paciente al momento de auscultarlo.
Es que después de 33 años, los protagonistas en cuestión gozan de tan buena salud como aquella que mostraban exultantes a los 17. Claro que con las sienes plateadas, unos cuantos cabellos de menos, varios kilos de más y esas arruguitas que delatan el inexorable paso del tiempo. Pero están intactos.
En este caso, la expresión “buena salud” alude al estado emocional de todos y cada uno de ellos, porque cuando se juntan es como si viajaran en el tiempo y detuvieran las agujas del reloj en 1979.
Como por arte de magia (y las emociones tienen mucho de eso), vuelven a la infancia y la adolescencia que los hizo amigos inseparables. Y se reencuentran con lo mejor de cada uno.
De manera recurrente, las anécdotas se repiten una y otra vez, y las carcajadas son cada vez más estridentes… como si el correr de los años condimentara esas historias y las hiciera más sabrosas.
Todos aseguran que esa mística que los caracteriza tiene nombre y apellido: se llama Instituto Rivadavia, y fue el gestor de una amistad que encierra un amor pasional, un sentido de pertenencia que identifica plenamente a quienes han transitado sus aulas y venerado su color aurinegro.
En aquel diciembre del 79 eran casi 110. Pero a lo largo de estos 33 años algunos “se fueron de gira”, como dicen los actores. Sin embargo, siempre están presentes… en la memoria, en las palabras, en las fotos. ¡Siempre!
Y ninguno se olvida del “Cuca” López, ni del “Poyo” Avanthay, ni del “Tucán” Ramonda, ni del Javier Torasso, ni de la Gilda Aliscioni.
En el encuentro de los 33 años un vídeo les devuelve imágenes imborrables y los recuerdos cobran vida. Imaginariamente viajan otra vez a los hoteles Huaico de Salta y Jujuy.
Allí están, abrazándose al pasado, pero ya como hombres y mujeres con sus vidas hechas. Y entonces cada uno cuenta su propia historia, habla de sus hijos, cuenta sus éxitos, sus frustraciones, sus sueños incumplidos…
Esta vez fueron menos que en la fiesta de las Bodas de Plata de la Promoción, celebrada en 2004. En este caso, el motivo fue celebrar los 50, algunos de los cuales los cumplieron en el segundo semestre del año pasado y la mayoría a lo largo de este 2012.
Y en el bello y estupendamente ambientado salón de “Alquimia” (Liniers 62), casi 40 de aquellos egresados se volvieron a encontrar: Alexis Frías, Marcelo Salusso, Claudia Aguzzi, Horacio Berra, Adriana Cuello, Sergio Veronese, Gabriela Magris, Carlos Costabella, José María Sacc, Ricardo Moreno, Daniel Rocha, Edgardo Avalle, Sergio Hidalgo, Gabriela Maggia, Juan Antonio Picca, Rosa Scebba, Laura Pérez, Roxana Aráoz, Marcos Morales, María Luz Pérez, Mercedes Civarolo, Raquel Aráoz, Lelia Frías, Patricia Córdoba, Gabriela Micceli, Mónica Cicarelli, Ingrid Becco, Gabriel Alonso, Rosa Suárez, Andrea Costantino, Susana Toncich, Mabel Ranco, Myriam Vadori, Rubén Márquez, Horacio Lanza, Jorge Hoffmann, Eduardo Magrín y Daniel Cravero.
Una vez más, al igual que en cada uno de los encuentros anteriores, el “Doctor Recuerdo” volvió a auscultar esos corazones, y entre canapés, copas de champaña y algunos puros, concluyó que la Promo 79 del Riva goza de muy buena salud.
Era para celebrarlo.