Como cantante de rhythm and blues inclinado más hacia el pop y el rock, la década de los 70 pudo apreciar como Boz Scaggs tomaba la decisión crucial, tanto en lo comercial como en lo artístico, de abandonar su vínculo profesional con el productor Johnny Bristol y unirse a su par del prestigioso sello Columbia, Joe Wissert, que había logrado efectos mágicos con los Earth,Wind and Fire.
Tras reunir un grupo de estudio que incluía al bajista David Hungate, el baterista Jeff Porcaro y al tecladista David Paich (que más tarde sería la base del grupo Toto), los resultados de esta nueva sociedad se apoderaron de las ondas de una gran mayoría de emisoras FM.
El álbum "Silk degrees" alcanzó el Nº 2 en los Estados Unidos y el Nº 20 en el Reino Unido. En realidad casi todo el material que integraba el LP logró una amplia aceptación de parte del mercado comprador de obras musicales. Boz Scaggs habitaba ahora un mundo muy alejado de la labor futurista que produjo como miembro de la agrupación Steve Miller Band a finales de la década del 60. El tema "Lido shuffle" es una canción pasatista y divertida a la vez a base de sintetizador y trompeta, mientras que la mejor (considerada como tal por la crítica), "Lowdown" logró obtener un premio Grammy como mejor realización de rhythm and blues. Con el long play titulado "Silk degrees", Scaggs obtuvo finalmente las obras adecuadas para proyectarse aún más en el competitivo mercado musical. El larga duración permaneció en las listas por más de 100 semanas y consiguió cinco discos de platino, aunque su responsable no volvió a repetir un éxito similar. El álbum se publicó en marzo de 1976 y vendió cinco millones de copias.
Las bandas sonoras
Mientras los compositores e intérpretes se esforzaban por producir y grabar sus propias realizaciones, la década en cuestión también fue testigo de la primera explotación comercial con marcado éxito de las bandas sonoras de las películas, compilaciones presentes en los películas taquilleras del momento.
"Fiebre del sábado a la noche" fue un ejemplo cabal y tal vez la que más éxito cosechó, ayudando a definir el sonido de la música disco y obteniendo, de paso, la asombrosa cantidad de siete Nº 1 que alcanzó la posición de privilegio en varias listas, como la prestigiosa Billboard, entre otras. Otras dos bandas sonoras de la época dejaron una huella profunda, la contribución de Barbra Streisand y Kris Kristofferson en la versión cinematográfica de "Nace una estrella", que produjo la inolvidable canción "Evergreen", y la banda sonora de la película del film "Grease", que no hizo más que confirmar la categoría de ícono de John Travolta.
Atilio Ghezzi
Especial para EL DIARIO