El 13 de noviembre de 2009, a la noche, se cumplía un sueño que parecía que nunca iba a llegar. Ese día el Gobierno de la provincia, en conjunto con el intendente de Villa Nueva Guillermo Cavagnero, entregó las 36 llaves a las familias que habían sido adjudicadas para el Plan de 36 Viviendas enclavado en barrio la Floresta.
Mucho había transcurrido desde que en 2003 el programa habitacional fue prometido por el ex intendente Marcelo Frossasco. Cuando se anunció, se prometió su conclusión para fines de 2004. Hubo que esperar un lustro para que todas estas familias pudieran tener su techo propio. EL DIARIO acompañó el reclamo de los vecinos durante cinco años. Y ayer recorrió el Plan, que le dio otra vida a la zona

“No­so­tros nos sen­ti­mos par­te del ba­rrio. Mu­cha gen­te se re­fie­re a las 36 Vi­vien­das co­mo si fue­ra un ba­rrio den­tro de otro. Qui­zás es­tá ale­ja­do de lo que era la par­te más po­pu­lar de La Flo­res­ta, pe­ro so­mos de La Flo­res­ta”.
Pa­la­bras de Lu­cia­no Pe­rey­ra. El jo­ven es do­cen­te y ju­ga­dor de fút­bol, muy co­no­ci­do en Vi­lla Nue­va. Y re­si­de jun­to a su es­po­sa e hi­jos en el plan ha­bi­ta­cio­nal que fue ha­bi­li­ta­do a fi­nes de 2009.
Jun­to a Pao­la Cas­tro, Do­min­go Me­di­na y Mau­ri­cio Ro­drí­guez, fue­ron los re­fe­ren­tes de la co­mi­sión que de­bie­ron ar­mar cuan­do el Es­ta­do se ha­cía el dis­traí­do y no cum­plía con la eje­cu­ción del plan de vi­vien­da.
Ellos cua­tro cul­ti­va­ron des­de en­ton­ces, y por esa lu­cha, una gran amis­tad. Via­ja­ron has­ta Cór­do­ba, se reu­nie­ron con el in­ten­den­te y sus fun­cio­na­rios en nu­me­ro­sas oca­sio­nes, se con­vir­tie­ron en vo­ce­ros del gru­po an­te los me­dios de co­mu­ni­ca­ción y de­man­da­ron res­pues­tas.
Más de cin­co años de que­jas y pe­di­dos, que fi­nal­men­te fue­ron aten­di­dos, y tu­vie­ron su te­cho pro­pio.
Na­cía en­ton­ces un vín­cu­lo en­tre los cua­tro que tras­pa­só aque­lla ba­ta­lla. Hoy son ve­ci­nos y ami­gos.
“Me en­can­ta mi ba­rrio y lo con­ti­núo eli­gien­do pa­ra que mis hi­jos crez­can aquí”, di­jo Lu­cia­no a es­te ma­tu­ti­no.
Con­sul­ta­do por es­te me­dio, re­cal­có que lo que más le due­le es la in­di­gen­cia, “no eco­nó­mi­ca, si­no cul­tu­ral”, pe­ro ad­vir­tió que “es­to de­be ser co­mún a to­da Vi­lla Nue­va”.
“Me sien­to or­gu­llo­so de ha­ber for­ma­do par­te de un gru­po de cua­tro per­so­nas que pe­lea­ron por sus vi­vien­das, por su te­cho y mu­cha gen­te no co­no­ce de es­ta cau­sa. An­du­vi­mos mu­cho, lle­ga­mos has­ta la Go­ber­na­ción”, re­cor­dó.
“Cum­pli­mos tres años acá y si to­do está bien, ten­dre­mos el gas, to­do por pe­lear­la y mo­ver­nos co­mo ve­ci­nos. Por to­do es­to que cuen­to, creo que se echaron raí­ces en es­te pe­que­ño te­rru­ño que es el ba­rrio”, con­si­de­ró. Y eva­luó que “la ta­rea pen­dien­te es tra­ba­jar por el sec­tor, prin­ci­pal­men­te por los chi­cos, por­que me pa­re­ce que fal­ta, fun­da­men­tal­men­te, con­ten­ción en al­gu­nos ni­ños y, prin­ci­pal­men­te, en la cons­truc­ción de al­gu­nos há­bi­tos”.
Pao­la Cas­tro, en tan­to, afir­mó que “aquí nues­tros hi­jos pue­den cre­cer di­fe­ren­te, es un ba­rrio pe­que­ño con gen­te la­bu­ra­do­ra”.
“El co­mún de­no­mi­na­dor de es­tos días es la in­se­gu­ri­dad, que no­so­tros no la pa­de­ce­mos. Me sien­to se­gu­ra en es­ta co­mu­ni­dad y es­toy tran­qui­la cuan­do mis hi­jos jue­gan en las ca­lles”, su­bra­yó.
“So­mos y se­re­mos de las 36, así nos re­cuer­dan en las ca­lles, co­mo cua­tro lo­cos que un buen día co­men­za­ron la in­ter­mi­na­ble lo­cu­ra de ma­ni­fes­tar­se con lo po­qui­to que te­nían pa­ra re­cla­mar lo que era jus­to. Y a eso hoy lo dis­fru­tan nues­tros hi­jos”, ma­ni­fes­tó.
“Yo vol­ve­ría a tran­si­tar to­do el ca­mi­no pa­ra lle­gar a es­tar acá”, aña­dió, por su la­do, Mau­ri­cio Ro­drí­guez, otro de los ve­ci­nos que ha­bi­tan en es­te pro­gra­ma ha­bi­ta­cio­nal.

EL DATO
“Palomo” Albarracín es otro de los referentes del barrio y es el hombre sinónimo de los Carnavales Gigantes, que todas las temporadas de verano se realizan tradicionalmente en la ciudad. El sector es uno de los participantes infaltables y “Palomo” (como también su suegra) es uno de los artífices del mismo