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9 de Diciembre de 2012 |
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Show de Liliana Felipe |
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El manantial de la memoria |
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Ahí nomás. Casi sin esperar. Esa relación de fidelidad que se truncó varios años porque lo acusaba de “instrumento burgués”, se nota intacta y con más pasión. Ella y el piano. El piano y sus manos |
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Sus manos con los dedos que respiran justicia, que acusan en las letras cuando las escribe, que la acompañan cuando canta, que golpean al piano. Porque allí se sacan las broncas, las historias. Ella va mostrando y mirando sus dolores, sus pasiones, sus ideas de vida.
El repertorio empieza y la villamariense que se naturalizó mexicana lo regala virtuosamente el día en que fue galardonada. Así de contradictoria, así de contraria. Como fue toda su vida y es lo que más le festejamos. Que siempre tuvo y tiene cosas por decir. Que no se calla. Que no se asusta. Que no se olvida.
Justamente eso, el olvido, es algo que no se permite. Por eso, luego de comenzar con una seguidilla de temas como Tantas Cosas, También los jóvenes envejecen, No te lo puedo decir, Es demasiado, Ernestina -criticando a Ernestina Herrera de Noble, un tango que habla de una mujer más engañosa que la cocaína y de un Clarín que no da la nota-; Sólo vos, una hermosa canción sobre los nietos desaparecidos y luego de asegurar: “Acá andan algunos”, allí, entonces, hizo uso de la memoria.
“Yo sí quería decir algo”, comenzó Liliana, para contar una especie de historia donde yendo al infierno hay dos manantiales. Al que hay que ir es al segundo, donde está el agua fría de la memoria. “Este premio que recibo es para todas las personas que se mojan en el agua fría de la memoria. Anteayer se inició la megacausa La Perla; entre las víctimas de esa causa están mi hermana Ester Felipe y Luis Mónaco. Los dos estarán orgullosos de que su hija Paula Felipe se haya graduado en esta Universidad”.
Y allí siguió con el show. Porque ella misma es un show. Sabe unir cuidadosamente el humor con el que encara ciertos temas, las acusaciones a los poderosos de siempre, las broncas propias de su vida, las luchas que siempre dio sin claudicar. Nuestro amor, poesía cantada en contra de la Iglesia como “En tiempos de bárbaras legiones/de lo alto de las cruces colgaban a los ladrones/Hoy en pleno siglo del progreso y de las luces/del pecho de los ladrones cuelgan las cruces”; en Ladrones, uno de los primeros ataques a la cúpula de la Iglesia; junto a Vaticano SA,Voy a misa.
Así, risas y pensamientos se dan en el show. Porque ella lo tiene todo. En sus versos hay de todo, amores correspondidos y de los otros, en contra de la Iglesia, a favor de las mujeres, en defensa de la masturbación. “Si Dios no quisiera que lo hiciéramos, no nos hubiese dejado todo tan a mano”. Un viejo de mierda, El cuerpo es para defender la risa eterna. Así es ella. Va con el puño en alto, con la crítica al orden del día, pero con alegría y la risa.
Mientras que mete bocadillos en sus temas o algún que otro chiste, dice que la Argentina es un ejemplo para otros países y que la Ley de Medios se tiene que cumplir sea como sea. Canta varios de sus temas más conocidos como Las histéricas, ¡Ajo!, Menopausia, Cucurucha. Para luego cantar a dúo con su pareja, Jesusa. Ellas dos, que tuvieron en algún momento el Teatro Bar El Hábito en México, lugar de culto si los hay, le cantaron a México. Ese lugar que hoy en día es una tumba, según Liliana. Canción del primer lugar, Las mujeres mexicanas fueron cerrando una noche que tenía a Nos tienen miedo como una de las obras cumbres.
Ella cantaba y la verdad es que el miedo con ella es así. No aparece, sino que se apropia de los que retroceden. De los que le tienen bronca. De los que la ven cómo transmite sensaciones y sentimientos en un piano. Es respeto por su música. Pero miedo por lo que dice. Porque dice lo que muchos callaron y no quieren ver. Porque no tiene miedo. Porque tiene memoria. Que, al fin y al cabo, van de la mano.
En honor al coraje
Liliana Felipe actuó el pasado jueves en el Pabellón Argentina, en el marco del ciclo “Aquí y Ahora” de la Universidad Nacional de Córdoba, para reflexionar y visibilizar los trabajos que se vienen realizando en materia de Derechos Humanos, donde la villamariense recibió el Premio Cultura 400 años. Luego ella, la agasajada, regaló un concierto.
No por casualidad es que la Sala de las Américas haya cobijado a esta mujer que nació en Villa María, pero que con el canto, el piano y su lucha ha recorrido varios puntos del continente. Tampoco parece casualidad que la lluvia haya castigado a la ciudad justo a la hora en que se abrían las puertas del ingreso. Uno puede llegar a pensar que, en caso de existir el Dios que tanto critica con su ateísmo fundado, podría haber sido una señal de que no le gustaba su presencia. Mucho menos que varios luchadores de años y que hoy en día estén con los juicios por la megacausa La Perla hayan ido a escucharla, en esa combinación de paz, bronca, lucha, humor y amor que se da cuando se sienta frente a su piano. No es casualidad que las personas que no olvidan hayan ido al espectáculo de Liliana.
Por el compromiso que mantiene con las organizaciones de derechos humanos y movimientos de resistencia civil pacífica, por la descolonización, la libertad y la igualdad, esta ex estudiante de la UNC tuvo un alto nivel de participación en la militancia estudiantil, hasta que en 1975 la intervención militar la hizo quedarse sin uno de sus lugares, al intervenir la Facultad de Filosofía y Humanidades. Desde allí comenzó a viajar para encontrar su lugar, que fue México, definitivamente, donde conoció a Jesusa Rodríguez, su compañera de viajes y actual pareja.
La licenciada Liliana Córdoba, del Comité Ejecutivo por los 400 años, fue la encargada de dar unas palabras antes de la entrega por parte de la Dra. Carolina Scotto. “Una felicidad inmensa terminar este ciclo pudiendo premiar a Liliana Felipe. Cuando pensamos esto, supimos que ella simplificaba como pocas este ciclo Derechos Humanos Aquí y Ahora. Porque cuando hablamos de derechos, hablamos de memoria, de hechos de justicia que se están dando en nuestro país después de mucho tiempo, pero, además, de violaciones actuales como violencia de género, persecución policial, trabajo esclavo y tantas otras. Su vida está marcada por esa historia que es presente y futuro. Con la música y el arte que fueron sus armas para esta batalla”, comenzó diciendo la licenciada.
Luego de contar en breves líneas su vida desde que se fue de la Argentina y su carrera profesional, sostuvo: “Con letras de canciones compuestas por ella, que cuestionan el autoritarismo del Estado, la hipocresía de la Iglesia Católica, la cerrazón de los medios de comunicación, la desigualdad y el racismo, irreverente y profunda al mismo tiempo, estamos ilusionados de recibirla en este esperado y luchado momento. Ella nunca se calló. Cuando pocos denunciaban a Benjamín Menéndez o al cardenal Primatesta, Lili nos acompañó señalando sin miedos sus responsabilidades, persecuciones. Ella nunca les tuvo miedo”. Así, las palabras a favor de ella sobraban. O mejor dicho, no alcanzaban.
“Sus pasiones, su compañía y su compromiso fueron y son imprescindibles para nuestra risa, la lucha, el amor y la esperanza. Motores para que los derechos humanos sean para todos y todas” pueden ser el resumen del comienzo de la noche. De su vida. De la vida de los que la rodean y los que quieren ser como ella. Una persona con valentía, con coraje. Con este homenaje que es un reconocimiento en tiempo y forma.
Juan José Coronell
Imágenes:
F1: Junto a su compañera de la vida, la mexicana Jesusa Rodríguez, deleitaron a los presentes.
F2: La presencia permanente de su hermana Ester y Luis Mónaco es mostrada en fotos por otra luchadora: Soledad García, la compañera del villamariense Eduardo Requena
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