En el escenario musical siempre existieron comparaciones ocultas entre quienes ostentaban el oficio de compositores e intérpretes, con sus pares actores representantes del séptimo arte.
Si Elvis aspiraba a proyectar el tierno carisma de un tal James Dean, entonces, Gene Vincent tenía algo de lo salvaje y duro de un novel Marlon Brando que además transmitía una especie de amenaza exterior y tormento interno. Presley podía gustar a las chicas, mientras que Vincent era patrimonio de los rockers militantes. De cara macilenta enmarcada por una cabellera ensortijada, cuerpo rígido, canciones sugerentes y una incoherente ferocidad sobre el escenario, Gene Vincent era el estandarte reconocido del rock and roll primario e incorrupto. Nacido en Norfolk (Virginia, EEUU), a principios de sus movimientos como intérprete, conoció a un grupo que se presentaba como Los Virginians, con quienes provocó la inevitable reconversión, del country al rockabilly. Es en ese preciso momento de su revolucionaria carrera como astro de multitudes que estrena su nuevo rótulo de presentación, Gene Vincent and the Bluecaps. Digamos que arribaron en el momento más oportuno. El sello Capitol, envidioso del triunfo de RCA con Elvis, aspiraba a golpear en el mercado con un producto similar. Y finalmente se dejaron convencer por el eléctrico joven de Norfolk, cuando lo escucharon cantar una composición febril y sumamente sugerente, "Be-bop-a-Lula". En el surco, bañado en ecos al mejor estilo del sello Sun, se perfilaba la voz insinuante de Gene, dominadora de los trucos cargados de hipos, falsos tartamudeos y suspiros del rockabilly sureño. Los Bluecaps, eran poseedores de un sonido nítido y palpitante, roto únicamente por los imprevisibles solos del guitarrista (primero Cliff Gallup, luego Johnny Meeks), que creaban una tensión en el ambiente por demás palpable. Be-bop-a-Lula resultó un éxito extraño y muy reconocido a la vez, tal fue así que John Lennon la utilizó para abrir su álbum solista titulado "Rock and roll", disco de homenaje que el oriundo de Liverpool había dedicado a sus ídolos. De todos modos, Vincent tuvo una fama bastante efímera, producto de un comportamiento irascible que le trajo aparejado no pocos problemas. El demonio del alcohol le había hecho un tipo irritable e introvertido y finalmente murió en octubre de 1971.
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