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Portada  »  Culturales  »  “Den­tro de una o dos dé­ca­das tal vez ten­ga­mos una sin­fó­ni­ca”
12 de Diciembre de 2012
Entrevista - El violinista y docente local Fabricio Valvasori
“Den­tro de una o dos dé­ca­das tal vez ten­ga­mos una sin­fó­ni­ca”
Junto a las profesoras Andrea Medina y Alejandra Longo organizó el Primer Encuentro de Violines en la ciudad, que comenzó el viernes pasado en la Medioteca y continuó el domingo en la Catedral y finaliza el sábado en la Peatonal
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Gentileza Jeremías Figueroa

 

“El vio­lín ha si­do mi gran com­pa­ñe­ro de vi­da. Me ha ser­vi­do pa­ra re­la­cio­nar­me, pa­ra de­sa­fiar­me, pa­ra com­par­tir los me­jo­res mo­men­tos de mi vi­da y acom­pa­ñar o con­so­lar al­gún do­lor aje­no; pa­ra cre­cer, pa­ra crear y so­bre to­do pa­ra co­no­cer­me a mí mis­mo”. De es­te mo­do de­fi­ne Fa­bri­cio Val­va­so­ri el ins­tru­men­to al que le ha con­sa­gra­do su vi­da y tam­bién su sa­lud. 
A los 14 años y con una be­ca otor­ga­da por el Mé­to­do Su­zu­ki de Cór­do­ba, Fa­bri­cio par­te ha­cia Ale­ma­nia, don­de estudia por tres me­ses obras de al­tí­si­mo ni­vel y vir­tuo­sis­mo. Pe­ro por esos días la des­gra­cia pa­re­ce lla­mar a su puer­ta: unos fuer­tes pro­ble­mas ar­ti­cu­la­res le ha­cen aban­do­nar el cur­so. Só­lo pen­san­do en vol­ver al rue­do, prue­ba con di­ver­sas te­ra­pias has­ta dar con me­di­ci­nas al­ter­na­ti­vas (yo­ga, tai chi chuan, acu­pun­tu­ra y ho­meo­pa­tía) que de a po­co lo cal­man. A los 18 y ya me­jor, de­ci­de to­mar cla­ses con Szym­sia Ba­jour, vio­li­nis­ta po­la­co, con­cer­ti­no de la Or­ques­ta Sin­fó­ni­ca del Tea­tro Co­lón y pri­mer vio­li­nis­ta de As­tor Piaz­zo­lla. Pe­ro vuel­ven los pro­ble­mas en co­dos y cue­llo a cau­sa de los mo­vi­mien­tos re­pe­ti­ti­vos de la pro­fe­sión y de­ci­de es­tu­diar ki­ne­sio­lo­gía (de la cual se graduaría en 2002), só­lo pa­ra en­ten­der me­jor qué le pa­sa y no re­sig­nar el vio­lín. Egre­sa de Co­lle­gium en 1998 y pre­sen­ta su pri­mer tra­ba­jo so­bre di­dác­ti­ca vio­li­nís­ti­ca. La do­cen­cia llegaría en 2003 en el Con­ser­va­to­rio Fe­li­pe Boe­ro. 
“Cuan­do des­cu­brí que te­nía pro­ble­mas fí­si­cos, nun­ca de­jé del to­do el vio­lín, nun­ca hi­ce to­do el re­po­so que me pe­dían los mé­di­cos y las mo­les­tias se fue­ron agra­van­do, ha­cién­do­se cró­ni­cas po­co a po­co. Pe­ro el pla­cer de to­car la me­jor mú­si­ca del mun­do era y es aún ma­yor que la fría con­duc­ta me­di­da, al me­nos en mi ca­so.”
 
Vio­lín y otras cues­tio­nes
 
Sin em­bar­go, tras tu pro­ble­ma fí­si­co te vol­vis­te a pre­sen­tar en pú­bli­co…
-Sí, pe­ro ya ca­si no lo ha­go. Cuan­do to­co, me ol­vi­do de to­do lo que no sea mu­si­cal y tra­to de lo­grar el má­xi­mo ni­vel de con­cen­tra­ción, per­cep­ción sen­si­ti­va, per­fec­ción mo­triz, equi­li­brios y dis­fru­te que bus­co o sien­to cuan­do es­tu­dio. No creo en la fra­se “to­do pa­sa por al­go”, en el sen­ti­do de que ese al­go “se­gu­ra­men­te se­rá me­jor que an­tes”. He apren­di­do mu­cho, he per­di­do mu­cho, pe­ro no le de­seo a na­die que el sis­te­ma de apren­di­za­je sea el do­lor.
¿Cam­bia­ron tus ob­je­ti­vos co­mo mú­si­co des­de que em­pe­zas­te a to­car?
-Mu­cho. Cuan­do era ni­ño sim­ple­men­te que­ría to­car obras her­mo­sas co­mo lo ha­cían mis com­pa­ñe­ros o los so­lis­tas que oía en los cas­et­es. Lue­go qui­se in­te­grar la Or­ques­ta Ju­ve­nil de Cór­do­ba, sue­ño frus­tra­do por vi­vir le­jos. Cuan­do me­jo­ré de sa­lud qui­se per­fec­cio­nar­me y es­tu­dié con Szym­sia Ba­jour, quien en po­cas cla­ses cam­bió mi mi­ra­da so­bre el ins­tru­men­to. Tam­bién qui­se es­tu­diar Di­rec­ción de Or­ques­ta en La Pla­ta pe­ro sur­gió el tra­ba­jo en el Mé­to­do Su­zu­ki de Cór­do­ba. Mien­tras da­ba cla­ses en el Con­ser­va­to­rio, mis sue­ños fue­ron for­mar me­jo­res alum­nos de los que ha­bía cuan­do in­gre­sé. Así que gra­bé ma­te­rial di­dác­ti­co iné­di­to pa­ra mis alum­nos. Re­ci­bo co­men­ta­rios de agra­de­ci­mien­tos por mu­chos es­tu­dian­tes del mun­do a tra­vés de You­Tu­be.
¿Có­mo es tu re­la­ción co­ti­dia­na con tu ins­tru­men­to? 
-Vi­vo con el vio­lín. Lo lle­vo con­mi­go to­das las ve­ces que pue­do, aun­que más no sea pa­ra mos­trar un cor­to ejem­plo a un alum­no. Creo que to­co to­dos los días. Ca­si siem­pre en­sa­yo obras com­ple­jas que no to­co en pú­bli­co, y si­go mas­cu­llan­do men­tal­men­te aun­que no ten­ga el ins­tru­men­to du­ran­te ho­ras o días. Así en­cuen­tro mu­chas ve­ces so­lu­cio­nes a di­fi­cul­ta­des téc­ni­cas.
¿Qué es un vio­lín?
-Una in­ven­ción de fi­na ma­nu­fac­tu­ra y al­ta sen­si­bi­li­dad; quién es­té pre­pa­ra­do pa­ra sin­to­ni­zar con él, ya no po­drá de­jar­le. 
 
Una idea de “profesores locos”
 
¿Qué se de­be te­ner pa­ra ser un buen vio­li­nis­ta? 
-Buen oí­do jun­to a la in­te­gra­ción o coor­di­na­ción de tres me­mo­rias pri­mor­dia­les: la men­tal, que dic­ta la su­ce­sión de las no­tas, la au­di­ti­va, que pre­vee la su­ce­sión de las al­tu­ras, y la mus­cu­lar, que pre­vé di­fe­ren­tes com­bi­na­cio­nes de mo­vi­mien­tos. Tam­bién una mez­cla de for­ta­le­za fí­si­ca y fi­nu­ra mo­triz, ca­pa­ci­dad de tra­ba­jo y con­cen­tra­ción man­te­ni­das a lo lar­go del tiem­po; y so­bre to­do uno o va­rios gran­des maes­tros des­de los ini­cios.  
¿Cuál fue la gé­ne­sis de es­te en­cuen­tro de vio­li­nis­tas?
-Na­ció es­pon­tá­nea­men­te y por fuer­za de la amis­tad en­tre pro­fe­so­res lo­cos por en­se­ñar vio­lín, An­drea Me­di­na, Ale­jan­dra Lon­go (que es mi pa­re­ja) y yo; por­que que­ría­mos ver y par­ti­ci­par de al­go be­llo y ge­ne­ro­so. Y nos arries­ga­mos. Nues­tros di­rec­to­res Ger­mán Ruiz y Raúl “Ku­ki” So­ria (del Con­ser­va­to­rio y EMPO res­pec­ti­va­men­te) jun­to a Ana­be­lla Gill (di­rec­to­ra de la Me­dio­te­ca) cre­ye­ron en el pro­yec­to, nos de­ja­ron ha­cer y nos apo­ya­ron. Re­sul­tó gra­ti­fi­can­te y fa­bu­lo­so. Pe­se a la llu­via to­rren­cial del jueves, só­lo fal­ta­ron cuatro vio­li­nis­tas. Era­mos 58 mú­si­cos de to­das las eda­des dis­fru­tan­do jun­to a un pú­bli­co ca­da vez más fer­vo­ro­so. 
¿Có­mo es­tá hoy la en­se­ñan­za de tu ins­tru­men­to en la ciu­dad?
-En Vi­lla Ma­ría hay más es­tu­dian­tes que vio­lín que nun­ca. Den­tro de una o dos dé­ca­das tal vez ten­ga­mos una Or­ques­ta Sin­fó­ni­ca de me­dia­no ni­vel, que no es po­ca co­sa. Los avan­ces son len­tos pe­ro se es­tá yen­do pa­ra de­lan­te.
 
Iván Wie­li­ko­sie­lek
Especial

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