Escribe:
Juan Manuel Gorno
Cuando el rival lo sufre, el compañero lo disfruta, el equipo lo resalta y la gente lo idolatra, un jugador se torna imprescindible y figura, más allá de la edad.
El caso llegó a Ticino y tiene nombre y apellido: Ayrton Páez, un pibe de 18 años que, en plena etapa de festejo por el final del secundario y la expectativa por afrontar una carrera universitaria, se ilusiona con dar la vuelta olímpica en el club de sus amores y empieza a dar qué hablar en la región.
Nacido el 3 de setiembre de 1994, Ayrton comenzó a mamar fútbol casi desde la cuna: su papá es nada menos que Edgardo “Bocha” Páez, un emblema del fútbol de Ticino, quien también tuvo un paso recordado por Alumni, con cartel de goleador.
“Yo no me acuerdo mucho de haberlo visto jugar, pero él me cuenta siempre de sus tiempos como futbolista, veo sus fotos y, por él, siempre nos gustó el fútbol”, cuenta Ayrton en diálogo con EL DIARIO.
El pibe habla en plural porque es el más chico de tres hermanos: Pamela, de 23, y Alan, de 21, llegaron antes al mundo.
Alan Páez jugó hasta hace poco y resolvió no seguir. ¿Qué dice Ayrton? “A mí me gusta mucho el fútbol, así que espero seguir por más tiempo”. ¿Y papá Edgardo? “Vamos a ver qué sale de esto porque Ayrton juega muy bien, tiene otras características que las que tenía yo, pero él se tiene que divertir, después veremos”, señaló el “Bocha”, días atrás, en un reportaje radial.
El chico dice que papá lo sigue de cerca. “Siempre me habla, por ahí me tira algunos palos, je, je, pero lo bueno es que me aconseja como jugador y como persona”, resalta.
En su casa
En 2001, el país explotaba con el corralito y De la Rúa encabezaba la huida en helicóptero de la Casa Rosada. Los saqueos, el hambre, la incertidumbre y los problemas se multiplicaban en las calles y se reflejaban en las pantallas de televisión.
Sin saber mucho del tema, Ayrton era apenas un rubiecito de 7 años que salía con la pelota bajo el brazo a jugar en el barrio con su hermano y los amigos. Su inquietud estaba centralizada en brillar algún día a cinco cuadras de su casa, en la cancha del Atlético, el club del pueblo, el club de la familia.
Desde entonces, los cazadores de talentos ya le veían condiciones, pero con el paso del tiempo el pibe siguió allí, cerca de los suyos. Sólo cambió por un año, cuando jugó para All Boys en el baby fútbol. Después, siempre defendió los colores de Ticino.
Resultó raro que, cuando muchos chicos de su edad probaban suerte en clubes reconocidos como Newell’s, Boca o River, el más pequeño de los Páez seguía en casa.
“Es cierto, nunca estuve en otro lado y la verdad es que no sé si me hubiese gustado, a mí me gustaba estar acá”, reflexiona.
De esta manera, debió recibir la enseñanza de los técnicos que desfilaron por Atlético, como “Tatá” Requena, Jorge Molina, el “Cholo” Romero o el “Coco” Crespo, entre otros.
Todos le vieron condiciones y, en el seno del club, no extrañó que el pibe debutara en la Primera con apenas 16 años.
“Me sentía raro entre todos los grandes, pero luego me fui acostumbrando porque yo los conocía a todos”, rememora.
Hoy, a dos años de aquella primera experiencia, el “chiquito” puede ser todavía algo tímido afuera de la cancha (“no estoy acostumbrado a las notas”, aclara), pero adentro de transforma.
Lleva la diez, es atorrante cuando recibe la pelota y muestra una inquietud necesaria para alejarse de las patadas de los rivales para encarar al arco. Tiene una buena sensibilidad para el pase gol (habilita desde cualquier sector de la cancha), olfato para la definición, despliegue y un convencimiento de sus condiciones, que se magnifican con el pique cortito y la gambeta.
Así lo sufrieron varios defensores destacados del fútbol doméstico, que poco a poco -como cuando no existían los medios periodísticos- fueron corriendo la voz sobre las cualidades del pibe.
“Reconozco que este año hice las cosas bastante bien, pero me ayudó mucho el grupo que hay; estoy rodeado de jugadores con buen pie y eso es importante”, sostiene Ayrton, con total humildad.
“La unión en el grupo es fundamental, eso nos lleva a estar a pleno adentro de la cancha, se nota y se refleja tanto en los resultados como en el juego”, agrega. Además, destaca a Germán Vicario como “un técnico que me ayudó mucho y que trata de conseguir un equipo bien parado”.
En ese contexto, el pibe atraviesa un momento formidable porque así también se lo hacen saber en la calle, cuando se cruza día a día con los compañeros del colegio o los vecinos de siempre.
“Es lindo porque acá me conocen de chico; a la cancha va la misma gente del barrio, los que jugaron conmigo en los pasillos, todos están entusiasmados”, expresa el volante.
El entusiasmo no sólo pasa por Páez. Después de seis años de sequía, Atlético Ticino está a un paso de llegar a la final del Clausura de la Liga Villamariense de fútbol, luego de golear 4-1 a Colón de Arroyo Cabral, nada menos.
El futuro
A pocos días de afrontar la segunda semifinal, Páez se apresta a seguir con su gran nivel, sin relajarse más allá del resultado de ida.
“No hay que confiarse, Colón es Colón y si bien estamos más tranquilos que antes, vamos a salir a jugar de la misma manera”, anticipa.
En ese aspecto, el pibe sabe que cambió el panorama, que Ticino ya no llega en silencio, hace ruido y asoma como candidato por su juego colectivo.
En contadas oportunidades, cuando se acercan las finales, hay equipos con muchos jóvenes que padecen estos cambios de roles protagónicos.
Páez parece no sentir esa presión.
“Nosotros salimos igual que antes a la cancha, sabemos que todavía no ganamos nada y que debemos dar sólo unos pasos más para llegar a lo que queremos”, asegura.
Además, se apoya en los jugadores de experiencia que tiene el equipo, como el arquero Diego Fantino, el defensor Mauricio Savino y los volantes Juan Bianchi e Ignacio Negrini, por ejemplo.
“Ellos nos aconsejan siempre, nos dicen que encaremos, que juguemos, y eso es importante”, señala. Por ello el chico se ilusiona con pasar a la final y conquistar el título.
“Sólo pienso en lograr el título y lo veo también en mis compañeros”, expresa.
Claro que después habrá que ver si el pibe puede dar el salto de calidad y se propone explotar en otro nivel.
“Sería lindo jugar en otra categoría, sería algo nuevo para mí, aunque yo tengo claro que primero debo estudiar”, aclara, para luego remarcar que ya se anotó en una carrera de la Universidad Tecnológica de Villa María.
“Si algún día me toca jugar en el profesionalismo, trataría de no desaprovechar la oportunidad, pero hoy no sé, sólo pienso en Ticino”, añade.
Curiosamente, Ayrton jugará el domingo y, si el equipo pasa a la final, es posible que se pierda el primer partido decisivo, ya que deberá irse de viaje de estudios con sus compañeros.
Así anda el pibe, entre los compromisos de la escuela y los del equipo, mientras los rivales se preocupan por “estudiar” cómo hacen para frenarlo en la cancha.
Tiene todo para triunfar
Opina: Germán Vicario (DT de Atlético Ticino)
Ayrton me llena los ojos. Es un desfachatado, un tipo que juega sin presiones, que la pide y encara como si estuviese en el campito. Tiene una gran técnica, una fuerza tremenda y mentalmente es arrollador.
Me llama la atención porque no anduvo por otros clubes de afuera como tantos chicos en las inferiores y, sin embargo, hoy tranquilamente podría jugar en otro nivel porque tiene todo y porque lo suyo es naturaleza pura.
Un dato que pinta de cuerpo entero lo que es: en un partido, perdíamos como visitante en cancha de Alem, nos fuimos al ataque y él hizo una lectura extraordinaria, volvió para atrás en una jugada, quedó como último hombre y, cuando Figueroa aceleró, él se adelantó y dejó en offside a todos.
Ahí dije: “¿De qué lo ponés a éste?”, entonces le digo: “‘Jugá nomás’, porque sabe hacerlo en cualquier parte de la cancha. Tiene fuerza, potencia, cerebro y se tira a los pies del rival para robar pelotas constantemente.
Lo que destaco de Ayrton también es que no le gusta perder ni a las bolitas, incluso hasta se enoja en las prácticas si le cobro algo en contra durante los picados.
De lo que pude sondear últimamente en la ciudad y la región, creo que Páez es lo mejor que vi en una cancha. Y lo destaco porque es naturaleza pura, ya que seguramente ha tenido un par de técnicos que le enseñaron mucho, pero hablando con el ‘profe’ Laureano (Romero) coincidimos en que tiene ese don natural, como si le salieran de la nada esas jugadas que capaz que mire mucho por televisión.
Otro punto importante que veo en él es la humildad; es un buen chico y está siempre preparado para lo que viene. En las prácticas, antes de empezar a trabajar, él siempre se pone a pegarle a la pelota 20 minutos antes y se queda 20 minutos después de que terminamos.
Hoy tenemos un plus con las pelotas paradas porque sabemos que contamos con él, que tiene fuerza y precisión.
En Ticino era suplente con 16 años y no tuvo mucha continuidad con 17. Este año, en el primer torneo que jugamos, el equipo era más batallador, pero en el Clausura armamos una mejor estructura y él se luce con Coria, con Bértola, que también mejoró bastante, y con el chico Rodríguez. Entonces Ayrton explotó y me parece bien que sea la figura de la Liga porque se lo merece.
Yo dije que lo quería en Ticino hasta diciembre porque sé que después algún club se lo va a llevar y considero que tiene que jugar en otra categoría.
Quizás hoy mismo pueda jugar, siempre y cuando se lo trabaje bien en su contextura física, aunque tiene una potencia que sorprende.
Es el momento, cuando tuve a Diego Marín en Yrigoyen, le dije que para mí era un placer dirigirlo. Y ahora le tuve que decir lo mismo a un chico de 18 años que me deja boquiabierto siempre.
Ojalá que triunfe en el fútbol porque sé que primero elige el estudio. Pero también sé que lo tienen apuntado algunos clubes y realmente está para grandes cosas.