El miércoles por la noche fue la ceremonia de fin de ciclo de la Fundación “El Principito”, adonde concurre mi hijo Lucio desde marzo de este año.
No fue fácil la decisión de cambiarlo de escuela, sin embargo, con José reflexionamos y decidimos esperar la opinión de Lucio. Y fue contundente, cada día que pasaba iba más rápido y más feliz. Entonces nos quedamos tranquilos.
El acto fue emotivo por donde se lo mirase. Quizás tanto sentimiento rebasaba en mis ojos porque lloré cataratas.
Los alumnos hicieron un cuadro musical adaptado de Romeo y Julieta.
Toda la belleza puesta en escena, pero con un detalle mayor: entre cuadro y cuadro, los papeles principales iban cambiando y todos fueron protagonistas.
En esa puesta no sólo hubo creatividad docente, sino mucho corazón.
Luego llegó el momento de entrega de carpetas, recuerdos y la devolución de los abrazos más apretujados que imaginen.
Después habló Claudia, la presidenta de la Fundación, y en representación de la familias habló Verónica (que no era yo, sino una tocaya).
Al final hubo baile, luces de colores y un tocazo de alegría.
Felicitaciones a todos los habitantes de ese reino.
Verónica González