“Hoy tan cerca de las fiestas de Navidad y de fin de año, quiero agradecer a todas las personas que nos acompañaron siempre en esta dura lucha por generar conciencia.
Nos embarga una profunda tristeza, porque las vidas que se pierden son demasiadas y a veces uno siente que tanta lucha no se nota. Eso no significa que bajaremos los brazos.
A cada familia que ha perdido a un ser querido, quiero abrazarlos desde el alma. Pero pretendo dejar un mensaje a los jóvenes, quienes tal vez por serlo no entienden el valor de la vida.
No pueden comprender que por cada vida que se pierde hay una familia destruida.
Que con ellos se nos van las ilusiones, las ganas de seguir en este mundo. Pero yo creo en las utopías, aún desde mi dolor.
Sigo creyendo que un mundo mejor es posible, un mundo donde los adultos cambiemos nuestros valores y podamos enseñarles a nuestros hijos lo hermosa que puede ser la vida.
Aún con todos los obstáculos y sinsabores que se nos presentan, aún con las pérdidas, yo sigo creyendo que los jóvenes son el futuro.
La vida es un desafío constante, donde cada día tenemos que aprender. Lamentablemente, en una sociedad consumista no se usa casco para ser un fachero bárbaro y la velocidad y el alcohol son para cancheros.
Más de uno pensará quién soy para decir esto, por qué me meto.
Les cuento que sé del dolor que significan tres lugares vacíos en la mesa de Navidad, sé de llantos y ausencias.
Escribí esta carta simplemente en nombre de tantas familias que, como la nuestra, sufren este enorme dolor.
Pido que en estas fiestas y en este año que está por comenzar tomemos conciencia del valor de la vida.”
Lucía Gigena de Deheza
Padres Guardianes del Camino