La historia se conoció públicamente en EL DIARIO del jueves. Daba cuenta de una perra atropellada en calle San Luis al 1500, en inmediaciones de la sede de este matutino.
Gracias a la conexión con Asociación Cucha, el día del choque llegamos a María Franchino, dueña de la Veterinaria Guau, ubicada en calle Mendoza 1950. Ella aceptó recibir a la perra, que perdía mucha sangre y tenía dañada una de sus patas.
Una vecina que circunstancialmente se encontró en el lugar brindó su vehículo y la trasladó hasta esa veterinaria.
Finalmente, con la Navidad llegó la novedad de que el animal se hallaba en buen estado, recuperándose del accidente y ya pudiendo caminar. Así, la médica le dio el alta.
Ocurrió que los presuntos dueños no se hicieron cargo, lo que derivó en que la historia fuera difundida a través de estas páginas. Esa misma tarde de la publicación llegó al consultorio Atilio Pagliaroni, un vecino que se sensibilizó con lo leído. Y la adoptó.
Ayer, en diálogo con este matutino, Franchino resaltó que “vinieron dos o tres personas a ver a la gorda” (en alusión a la perra) y que incluso dos personas se hicieron cargo de los gastos en que había incursionado la médica en pos de la salud del can. Una de ellas es quien la trasladó en su auto aquel día.
Atilio, en tanto, no dudó en llevársela cuando la vio.