Christian Romero, el padre de la criatura que ayer esbozó la mejor sonrisa en el campeonato, tiene mucho para sacar pecho. Devolvió a Argentino al primer plano del fútbol local, con jugadores del riñón del club, y ganó su segundo título como técnico.
Curiosamente, en 2010, también le había ganado la final a un equipo conducido por su colega Germán Vicario (Yrigoyen), pero eso no es más que un dato.
Christian sabe lo que significa una final y parece que sus jugadores también. Por eso el DT no se pone rojo cuando dice que su equipo no jugó bien la revancha contra Ticino.
“La verdad que no hicimos una buena final, no jugamos bien, pero cuando dicen que las finales se ganan, vamos a decir que las finales se ganan”, puntualizó el técnico del campeón.
“Nosotros confiamos mucho en los jugadores, que estaban muy nerviosos, muy atados en el primer tiempo, entonces les dije que había que disfrutar los 45 minutos que quedaban", reveló.
A la hora de la emoción, con una voz que denotaba la felicidad, Romero expresó: "Más allá que no hicimos una buena serie, estamos felices de haber salido campeones”.
“La verdad que hicimos un sacrificio muy grande en este club, pero hace desde el baby o de las inferiores que tenemos a estos jugadores, entonces es un orgullo muy grande. Acá sienten la camiseta, sienten el fútbol que jugamos”, añadió.
Por último, recalcó: “A veces hicimos buenas finales, pero hemos perdido y no nos quedó nada. Entendimos que los clásicos y las finales se ganan, es así, y estamos contentos por salir campeones”.