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Se va. Solitario, con una mochila cargada de sabores y sinsabores. Se escapa sigilosamente, con preaviso, por los pasillos del tiempo y en el examen de su breve carrera deja asignaturas aprobadas y pendientes.
Por esas cuestiones de calendario fue bautizado con el nombre de “2012” y en su interior sabe que será recordado de miles de maneras distintas. Para muchos fue símbolo de batallas estériles, de divisiones, de violencia. Para otros muchos fue un signo de expectativas cumplidas, de modelos profundizados, de triunfos populares.
Se va, transitando con calma por los injustos y justos caminos de la justicia. Perdido en la penumbra de las seguras inseguridades, de la pobreza, de la riqueza y viceversa.
Se va, simplemente porque llegó su hora. Ya no le queda tiempo para permitir a la política cumplir lo prometido. Eso que es, en todos los idiomas, una deuda.
En la ciudad, entre tantas cosas, deja dos obras emblemáticas que no figurarán en las páginas de su memoria: el plan de las 250 Viviendas de barrio Industrial y el nuevo Hospital Regional.
Dos obras fundamentales para una comunidad que tiene una alta demanda habitacional y de salud pública.
El plan de unidades habitaciones fue sorteado en mayo de 2010. En su entorno se tejieron los sueños e ilusiones de familias trabajadoras que esperan con ansias la casa propia, que afrontaron el costo del terreno y pagan alquiler para tener un techo.
Pero, sus urgencias no coinciden con el reloj político. Y así, pasó 2010, con igual suerte se marchó 2011 y ahora otra vez las promesas quedaron para las espaldas del año que todavía está en trabajo de parto y verá la luz endeudado.
El Hospital movilizó a una comunidad. Cientos de planillas se llenaron de firmas pidiendo el nuevo centro asistencial que viene con el sello de convertirse en “orgullo de la región”.
Fue la promesa de campaña del ex gobernador Juan Schiaretti en 2007. Su inauguración se anunció varias veces en 2011. Se fue el año, se fue el gobernador, se va 2012 y el Hospital sigue entre las asignaturas llevadas a marzo.
El intendente Eduardo Accastello priorizó los dos asuntos, pero habrá que pasar el verano, el invierno y la campaña electoral.
Se va 2012 y como sabe que lo prometido es deuda, antes de entrar en la oscuridad, justo a medianoche, le pasará el paquete al recién nacido.
Ese 2013 que puede traer un pan bajo el brazo, pero tiene claro que deberá realizar un fuerte trabajo para cumplir con todos los “juramentos” que sus antecesores le legaron y escribieron en el acta de nacimiento.