Integrante de una familia policial, Ramón Frías llegó a la capital provincial desde Traslasierra siendo muy joven y luego de una larga carrera profesional se convirtió en el nuevo jefe de la fuerza de seguridad provincial.
Su padre también fue comisario y otro familiar directo aún viste uniforme. Desde muchacho, Frías siempre se destacó por su trabajo en la calle, por perseguir delincuentes, mezclarse en tiroteos y coordinar operativos.
Entre sus antecedentes figuran participaciones importantes y decisivas en procedimientos resonantes, como, por ejemplo, la captura del “Porteño” Martín Ernesto Luzi, un peligroso delincuente con frondoso prontuario.
Por ese motivo y por sus propias características, Frías está considerado como un comisario “tropero”, es decir querido por la tropa, más cercano a los agentes y suboficiales que otros oficiales superiores de la Policía provincial.
Defensor de la vigencia del actual Código de Faltas y de la cuestionada figura del “merodeo”, Frías tiene una muy buena relación con el ministro Paredes y con el mismísimo gobernador de la Sota.