Escribe: Diego Pellegrini
La noticia golpeó muy fuerte en el ambiente de los deportes mecánicos, no solamente de la región, sino también de buena parte del país. La muerte de José Redolfi se difundió rápidamente a través de las redes sociales y de llamados telefónicos.
José es aquel piloto que tuvimos la suerte de conocer en la primera etapa periodística de quien escribe, cuando alcanzó el Campeonato de Karting en la División 125cc con caja, en el trazado de la desaparecida Asociación Villamariense de Automovilismo. Allí lo vimos ganar y festejar en la última carrera en el trazado ubicado cerca de la ruta pesada. En aquel circuito gritó campeón y desde ese mismo momento lo bautizábamos como “El Craikense veloz” al que vimos brillar en cada una de las fechas de ese campeonato, al igual que aquella noche que se corrió en las calles de su querida James Craik.
Después el paso del tiempo hizo que José dejara de participar como piloto, pero siguió siempre acelerando y compartiendo los circuitos a través de sus hijos que heredaron la misma pasión, que le fue inculcando con su señora esposa Stella Maris. Ellos comenzaron a acompañar en cuanto escenario se presentaran sus hijos: Pablo, Ignacio y últimamente Lucas, siempre al lado y con José siendo la voz cantante de ese equipo familiar.
Quizás el momento más grato en tantos haya sido cuando su hijo Pablo alcanzó la Corona del Turismo Nacional en la Clase 3 con un Honda del equipo de Miguel Alissi, con un inolvidable festejo que desató ese logro y que la familia quiso compartir con toda la localidad. Posteriormente al paseo triunfal, se organizó una gran fiesta en el club Chañares al que nadie quiso faltar. Cómo habrá sido la grandeza de José Redolfi, que me solicito que fuera el conductor de aquella fiesta, semejante responsabilidad ya que había mucha prensa especializada de todo el país y que lo podían hacer mejor; pero él me manifestó “No Diego, hacelo vos, porque nos estuviste acompañando desde los inicios”. Así era José, un hombre de un corazón grande, de la sonrisa franca, que se ganó un lugar en la actividad deportivo mecánica y que llevó siempre impreso el nombre de James Craik en cada uno de los autos de sus hijos con orgullo, él siempre inflaba el pecho por su pueblo.
Deja un vacío grande, no sólo en la faz deportiva sino también en su vida empresarial, pero seguramente su familia sabrá reponerse de esta pérdida; nosotros lo seguiremos recordando como “El Craikense veloz”.
Chau José… seguí compartiendo la pasión allá arriba con Ricardo Gagliesi (uno de tus tantos rivales en pista), con Javier Falvo, y otros tantos; no te olvides de cuidar a Pablo para que siga siendo prolijo en pista, a Ignacio, para que no sea tan vehemente y que no quiera pasar por donde no se puede, y a Lucas, para que siga así, que va por el buen camino.
