Darío Alberto Vilches, oriundo de Ausonia, es un orgullo para este pueblo, además de un ejemplo de vida para la juventud.
A partir de los 15 años hacía “dedo” para volver de la escuela media hacia su casa. Sus padres, quienes lo educaron con sacrificios, aún son tamberos.
A las pasantías les puso esmero durante el verano, así se dedicaba a la teoría al empezar el ciclo lectivo.
El título de Ingeniero Agrónomo lo alcanzó a los 25 años y nuevos horizontes buscó para su vida.
Después de una entrevista lo enviaron a Santa Cruz de la Sierra, ciudad de Bolivia. Actualmente ese país lo ve lleno de oportunidades para él, como representante de una línea mundial de servicios para el tambo, trabaja en una importante empresa que a partir del venidero año se está emprendiendo con socios extranjeros, utilizando los mismo insumos agrícolas que se utilizan en nuestro país.
Las horas que trabajan son idénticas a las nuestras. Su vida hogareña la comparte con María Laura Jacksow, estudiante de psicopedagogía que realiza tareas en una guardería, estimulando a niños de 6 meses a 5 años.
Su sueldo es destinado en un 50% para los gasto de vida y el resto lo invierte para la nueva empresa.
Con los ingresos económicos de su profesión posee mutual, televisión, cable e Internet, pero la energía eléctrica es más costosa.
Las comidas son más lubricantes, más grasosas; la gastronomía es amplia, oriental. Los vehículos que circulan son todos nafteros. El impuesto de IVA se aporta en un 13 %.
Con este presente que está viviendo, mi alumno de primer grado reflexiono: “El que la lucha, la gana”.
Nancy del Valle Simoni