Año nuevo. Reuniones y, al mismo tiempo, surge para algunas parejas una pregunta terrible: “¿Y ustedes, para cuándo?”.
Nuestra sociedad, impregnada por la cultura que dictaron nuestros padres, abuelos y bisabuelos provenientes de distintas regiones del mundo, nos legó modelos familiares que siguen operando con fuerza en la actualidad. Y eso está bien, pues la base de la sociedad está conformada por familias numerosas, sanas y felices.
Desde la edad más apropiada para que una mujer se case, y cómo deben actuar a tal efecto el hombre y la mujer, hasta el clásico “¿y ustedes, para cuándo?”, en los momentos en que el hijo no llega. Son estilos y costumbres que se fueron transmitiendo de una a otra generación. Mantener luego la unión de la familia como base para recrearla es un hábito que se perdió en varios países; no en el nuestro. La herencia judeo-cristiana, el deseo de cambiar las condiciones socioeconómicas fueron comunicando las expectativas de los padres sobre los hijos como perpetuadores del apellido.
Algunos de estos mandatos continúan firmes hoy en día. Así como el noviazgo con vistas al casamiento formal después de recibirse o de un ascenso laboral es lo esperablemente deseado, el logro del embarazo al tiempo de casarse es la imposición social.
Es en estos momentos en que la tía, la abuela o la prima en medio del plácido domingo o una pareja de amigos en medio de una salida preguntan: “¿Y ustedes, para cuándo?”, “¿y, para cuándo novedades, no piensan agrandar la familia?”, “¡vamos, que si no con ustedes se termina el apellido!” o “¡apurando el trámite, que Fulano les está ganando!”, etcétera.
El “queremos disfrutar de la pareja”, la compra de la casa, el logro de seguridad económica son las excusas habituales cuando hace tiempo que se abandonaron las pastillas o el preservativo y el embarazo no aparece.
A la preocupación lógica de la espera infructuosa, hay que sumarle estas preguntas de la familia y los amigos que ya juegan con sus hijos. Es como poner el dedo en una herida que, por supuesto, no saben que existe, aunque con buenas intenciones.
Estos y otros comentarios escuchamos a diario en nuestro consultorio de reproducción. Si el embarazo no llega, lo mejor es consultar y no quedarse con el “vayan de vacaciones y olvídense, van a ver que así quedan embarazados”.
Pero, ¿se debe seguir eludiendo el problema? Si ya se hizo una consulta al especialista y se tiene un diagnóstico y se plantea un tratamiento, por qué no enfrentar la realidad y poner manos a la obra. Se gasta mucha energía en “esquivar el bulto”. Quizás lo mejor sería hablar, en lo posible, lo más abiertamente del tema con la familia y/o los amigos más cercanos.
Explicar que “así como ustedes quieren ser abuelos, tíos, etcétera, nosotros queremos ser padres; que tenemos un problema y que vamos a hacer lo necesario para solucionarlo”. Transmitirles lo que sienten y que pueden ayudarlos, en especial escuchándolos cuando ustedes lo necesiten, cuando haya buenas o malas noticias. Tendrán todos que tolerar la espera, teniendo la certeza que de alguna manera, con paciencia y la ayuda del especialista y de Dios, la familia se agrandará.
Dr. Natalio M. Kuperman
Especialista en Medicina Reproductiva
Doctor en Medicina y Cirugía
Clínica de Especialidades Villa María