La Diócesis de Villa María tomará como “gesto misionero” una parroquia en la Diócesis de Añatuya, en Santiago del Estero, lo que originará la salida de Villa Nueva del padre Gustavo Gatto, quien está en la Parroquia Nuestra Señora del Rosario, el templo ubicado frente a la Plaza Capitán de los Andes, en el corazón de la localidad.
A la provincia de Santiago irá el cura Maximiliano Savoretti, según pudo conocer EL DIARIO de fuentes eclesiásticas.
Gatto, entonces, reemplazará a este último en James Craik.
Mientras, en Villa Nueva continuará de párroco quien está en la actualidad, Sergio Rubiolo.
Por su lado, como vicario parroquial, precisamente sucediendo a Gustavo Gatto, quedará Alejandro Bossi.
Los cambios se concretarán recién en marzo próximo.
El “gesto misionero” significa que la Diócesis de Villa María ha decidido colaborar con aquella tomando una parroquia que no estaba bajo su jurisdicción, comprometiéndose a proveerla de sacerdote y sosteniéndola económicamente.
Treintañero, Gatto ha estado varios años desempeñando su misión en la Parroquia Nuestra Señora de Lourdes, en barrio Ameghino, un templo que popularizó el recordado Hugo Salvato.
En marzo de 2009, ante la decisión de Gustavo Piva de dejar el sacerdocio, Gatto, quien estaba en esa parroquia, pasó a administrarla durante un trimestre, hasta que en junio llegó Gustavo Romero, quien se mantiene allí hasta la actualidad.
El actual vicario en Villa Nueva desembarcaría luego en Santa Rita, en el barrio Bello Horizonte de Villa María, hasta que en 2011 cruzó el puente para llegar a la iglesia en que se encuentra hoy.
En abril de 2010, le había concedido una entrevista a este medio luego de haber sido el único sacerdote de la Argentina en participar de un diplomado de la Pastoral Juvenil en Bogotá, Colombia.
“No podemos acercarnos a los jóvenes con prejuicios y juicios morales, sino que hay que descubrir sus realidades, las que son diferentes a las de nosotros”, dijo en aquella ocasión.
“Los adolescentes están reclamando un sentido, un lugar”, advirtió y sostuvo que las adicciones “no son sólo un problema neurológico sino una cuestión existencial”.
En junio de 2011, en el marco de una fuerte polémica por la eventual despenalización del aborto en el país, llamó a defender la vida, la que, dijo, “siempre es un don, un regalo”. Se lamentó porque en los debates “se poraliza el derecho a la libertad a elegir en desmedro del derecho a la vida, que es el primero y fundamental”. Instó a ser “promotores de una verdadera cultura de la vida” y a “hacerse cargo de las situaciones difíciles de muchas mujeres que viven en circunstancias límites, pero que sobre todo se defienda el primer derecho”.
Siempre atento a la realidad social, en julio de 2012, ante hechos de violencia contra las mujeres, llamó a “mirarnos más cada uno en nuestro interior”, porque, evaluó, “vivimos desenfocados, desnortados” y demandó que se trabaje “para apaciguar y pacificar, buscando espacios de encuentro personal”.
“Todos tenemos en el corazón rasgos violentos”, advirtió y se quejó porque “no hay referentes, o hay muy pocos, que apunten a la paz”.
“No se ven actores sociales que apacigüen”, alertó el vicario.
Uno de los favoritos del obispo José Rovai
Para el 8 de diciembre de 2012, EL DIARIO entrevistó al obispo José Angel Rovai. En un momento de la nota, se le preguntó si tenía algún cura favorito en la Diócesis que preside, la de Villa María. El alto dignatario de la Iglesia prefirió no darlo a conocer públicamente, pero dejó entrever que Gustavo Gatto es uno de sus sacerdotes predilectos.
“Es un gran joven y tiene mucha llegada a sus pares”, valoró el purpurado en esa ocasión.
Rovai dijo que no le era fácil a él, por su edad, manejar el lenguaje de los adolescentes y jóvenes, a los que, ha considerado en varias ocasiones, la Iglesia debe buscar cómo llegar.
“Gatto tiene gran comunión con los jóvenes y eso es muy valioso. Hay algo clave: es un joven hablándole a jóvenes”, resaltó.