Hoy nos ocuparemos de uno de los solteros más codiciados de la época, de él se habla en las interminables tertulias familiares, en las reuniones de amigas. El no quiere compromisos, parece ser que su compromiso y casamiento lo ha realizado con la señora Patria, de ahí su máximo deseo “ser útil a mis paisanos”, aunque no faltan amores en su vida, pero... una cosa es el amor, otra el casamiento.
“Era tal la abnegación con que este hombre extraordinario se entregó a la libertad de su Patria, que no tenía un momento de reposo. Nunca buscaba su comodidad, con el mismo placer se acostaba en el suelo, como en la mullida cama…”
Figura nacional
A esta altura del relato, creo que ya saben de quién estamos hablando; sí, nada más ni nada menos que de Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, el mismo que nos dio una bandera para distinguirnos del resto de los países, para sentirnos pueblo, para identificarnos… el mismo que propuso la coronación de un inca en estas tierras, única manera, según su parecer, de resarcirlos por la implosión cultural que la conquista había provocado.
Presentado uno de los protagonistas ¿nos ubicamos en tiempo y espacio? Comienzos del Siglo XIX, en las Provincias Unidas del Río de la Plata se vive una situación muy especial, un grupo de criollos se ha levantado contra la autoridad del virrey, consideran que estando el rey de España preso, y siendo como somos colonias del rey, su autoridad no tiene legitimidad.
Después de una ajetreada semana queda conformada la Primera Junta Patria.
Tiempos duros, donde este eximio abogado y economista debe transformarse en militar, carrera para la cual no se ha preparado, pero siente como un deber ineludible defender estos territorios, que dejen de ser colonias, son tiempos de libertad.
¿De dónde vienen estas ideas libertarias? de su pasado como estudiante en Salamanca y Valladolid, momentos que recordaba con gran emoción: “Se apoderaron de mí las ideas de libertad, igualdad, seguridad y sólo veía tiranos en los que se oponían a que el hombre fuese donde fuese, no disfrutase unos derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido”, decía.
Y el amor...
Nos preguntamos si hombre tan comprometido tuvo tiempo para el amor. ¿Qué mujer o cuántas mujeres ocuparon su corazón?
Indudablemente hubo muchas, pero las que perduraron por las consecuencias de esos amores fueron dos.
La primera fue María Josefa Ezcurra. La conoce en una de las tantas reuniones familiares que tenían lugar en la sociedad porteña, más precisamente en la casa de una familia de apellido tradicional, los Altolaguirre, familia que había venido desde España y allí tenía sus parientes, lo que para la sociedad colonial era un toque de distinción.
Idas y vueltas
María Josefa, apodada Pepita, es la mayor de las hermanas Ezcurra, cuando se conoce con don Manuel tiene 17 años y el 32, pero las cosas no resultan fáciles.
El padre de María Josefa no aprueba esta relación, considera que el padre de Manuel Belgrano es un advenedizo, además no es peninsular sino de origen italiano, su madre descendiente de españoles, pero nacida en Buenos Aires, indudablemente no tiene Belgrano los blasones que ostentan los Ezcurra o los Pueyrredón o los Anchorena.
Por el momento el amor debe ocultarse. Pero ¿puede María Josefa decidir su destino? Evidentemente, no, los padres mandan y para separarla de don Manuel arreglan el casamiento de Pepita con su primo Juan Esteban Ezcurra, nativo de Navarra, España.
El reencuentro
Este matrimonio armado nunca fue feliz y la Revolución de Mayo le da a Juan motivo suficiente para regresar a Europa, ya que, según él mismo declara, no puede tolerar lo que está pasando.
María Josefa queda dueña de una apetecible herencia, no tiene hijos y con 27 años no era viuda, pero vivía con la misma libertad.
Ahora Pepita sí puede elegir su destino. En 1810 se reencuentra con don Manuel y viven el amor que antes les había sido negado. Cuentan que Belgrano vive en la casa grande o casa paterna, pero posee una casa más pequeña en el barrio de Monserrat y es justamente allí donde los enamorados dan rienda suelta a la pasión tantos años escondida.
Recordemos que Belgrano está casado con la Patria, su próximo destino es Tucumán, hasta allí viaja María Josefa y allí conciben un hijo, pero… la pareja se disuelve. ¿Qué pasó? Algunos creen que don Manuel habría conocido una linda jovencita y ese sería el motivo de la separación, aunque de estas desavenencias no queda registro alguno.
El primogénito
Lo cierto es que María Josefa viaja a Santa Fe, no quiere llegar a Buenos Aires embarazada y sin marido.
En Santa Fe tiene lugar el nacimiento del primogénito, un varón, pero, a juzgar por lo que sucede, no es el momento oportuno, el padre no está y la madre oficia como testigo en el Bautismo.
En la Catedral de Santa Fe el niño recibe las aguas del Bautismo como huérfano el día 26 de agosto de 1813. Su nombre Pedro Pablo, sin apellido, ninguno parece querer hacerse cargo.
Será la hermana de María Josefa, doña Encarnación Ezcurra, esposa del restaurador de las leyes, la que adopte al niño y su esposo le ofrece su apellido, en adelante será Pedro Pablo Rosas y a los 25 años agregará Belgrano.
La lucha en el “Exodo Jujeño”
La vida del general sigue dedicada a la lucha contra los realistas. El Exodo Jujeño, las batallas de Tucumán y Salta, las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma no permitieron mantener una relación amorosa.
Aunque siempre hay sorpresas inesperadas, especialmente en los días de júbilo, en las alegrías, porque será justamente en un festejo cuando Manuel Belgrano vuelva a acercarse al amor, nada menos que al amor de esa niña que años antes había robado su corazón.
En 1816: Día la Independencia
Uno de los acontecimientos más importantes de la historia Argentina, la declaración de la independencia sucedida el día 9 de Julio de 1816, día histórico si los hay.
Esa es la razón del alboroto que se vive en Tucumán el día 10 de julio. Desde muy temprano han comenzado los festejos, primero al templo de San Francisco, hay que agradecer tamaña decisión, a lo largo de tres cuadras el director Supremo Pueyrredón, el gobernador Aráoz, el presidente Laprida, los diputados, en doble hilera a escuchar Misa y sermón en la plaza mayor del pueblo.
Mujeres ataviadas con sus mejores galas, paisanos con botas y chambergos, todos estaban animados por un mismo fervor.
Jefe del Ejército del Norte
Luego de la misa, entre música y salvas, una breve sesión del Congreso, Pueyrredón es nombrado brigadier y Manuel Belgrano jefe del Ejército del Norte.
Por la noche gran fiesta, resplandecientes tocados femeninos, vistosos uniformes militares, coquetería compartida, abanicos que se abren y cierran, miradas cómplices y el encuentro que más esperó Belgrano.
Allí está la niña de sus sueños, allí está Dolores Helguera. Mucho había pasado en la vida de esta hermosa norteña, un casamiento a los 15 años con un catamarqueño llamado Rivas, de esa unión nacieron dos hijos pero… su marido la ha abandonado y ahora con 18 años está nuevamente frente al general.
“El amor sigue intacto”
El amor sigue intacto y todos los bailarines pueden observar esas miradas cargadas de pasión.
Pero nada es fácil para este abogado devenido en militar, unión matrimonial no habrá, pero sí amor compartido, coronado con el nacimiento en 1819 de Manuela Mónica del Corazón de Jesús Belgrano.
Sólo tres años de unión, una hija y un Belgrano que sufre grandes dolencias, la enfermedad venérea contraída durante su juventud en España, la vida militar, los sacrificios realizados, todo conspira contra su salud.
Decide ir a morir a Buenos Aires. Debe testar, tiene dos hijos ¿hacia cual inclinará la balanza?
Belgrano sabe que Pedro Pablo tiene un buen pasar, no así Manuelita de apenas un año. Pero la sociedad exige mesura, nada de dar a conocer lo que se quiere mantener en secreto, aunque sepa que es un secreto a todas voces. Así, en el testamento no menciona a ninguno de sus hijos, no por ser hijos naturales, eso era común ¿acaso Juana la hermana de Belgrano no tuvo dos hijos que luego serían reconocidos por el que será su esposo? ¿acaso el canónigo Domingo Belgrano no tiene un hijo?, no, ese no es el motivo, en realidad no quiere dañar la imagen de las madres, ya que en el acto de dictar testamento están presentes amigos y parientes.
Eso no impide que piense en la niña a quien ha dado su apellido, por eso en documento aparte se dirige al ayuntamiento de Tucumán legándole la cuadra de terreno que le había sido donada y encomienda a su hermano Domingo Estanislao la educación de Manuelita.
El 20 de junio de 1820 muere en la más precaria de las situaciones, había dedicado su vida a la lucha, se iba sin ningún honor, a tal punto que la tapa de mármol que cerró su bóveda, se cortó de la cómoda de un familiar. “Delego mi alma a Dios que la formó de la nada y mi cuerpo hecho de barro…”
Esas fueron las palabras de Belgrano antes de morir.
María Ellena Caillet Bois
(Licenciada en Historia y Diploma Superior en Ciencias Sociales)