La mayoría de los cambios convenidos a través de un contrato entre el municipio y privados, ideados para optimizar el funcionamiento de la cava que se erige en los fondos de barrio Botta, hasta ayer brillaban por su ausencia.
EL DIARIO visitó el predio que se ubica sobre calle Francisco García y pudo constatar la inexistencia de las cámaras de seguridad, cartelería especial que desaliente el arrojamiento de basura en los accesos del espacio que usufructúa un grupo comercial privado y las falencias del alambrado perimetral que no cubren el porcentaje total del terreno.
Vale recordar que a fines del año pasado la comuna rubricó un convenio con los actuales administradores del sector donde diariamente vierten residuos de toda clase, un centenar de camiones municipales y de firmas dedicadas al alquiler de contenedores.
En el marco del acuerdo establecido, la Municipalidad abona 10 mil pesos mensuales para dejar allí restos de poda y escombros.
Luego de que este matutino diera a conocer detalles del contrato que fuera avalado por unanimidad en el Concejo Deliberante, el intendente Eduardo Accastello expresó en rueda de prensa que inmediatamente se dispondrían de “columnas de alumbrado público con cámaras de video-vigilancia” y otros dispositivos para evitar el accionar de desaprensivos que contaminan la zona en cuestión.
A pesar de las buenas intenciones del mandatario y el encendido discurso en procura del cuidado ambiental, la inacción es hoy protagonista en el mayor basural a cielo abierto que tiene el ejido urbano villamariense.
Inacciones
Durante la víspera, referentes de este medio observaron las paupérrimas condiciones en que funciona actualmente el sitio donde se efectúan enterramientos de basura.
Junto a un vecino del lugar, EL DIARIO pudo apreciar la falta de gran parte del cerco perimetral y la falta de servicios básicos e infraestructura de la única construcción existente en el terreno.
En el acceso al vertedero, la falta de carteles informativos contrasta con un desprolijo letrero donde además de los horarios de apertura y cierre, figuran los precios que deben abonar los conductores de camionetas y camiones particulares que pretendan liberarse inmediatamente de la carga de desperdicios que transportan.
Cabe destacar que como presencia de control “oficial” sólo se observaba en el interior del basural a una persona que lejos del portón principal y del modo que podía atendía el movimiento incesante de transportes comunales y privados que iban llegando a descargar.
“Todavía estamos esperando que alguna de las cosas que prometieron se activen. Ayer (por el lunes) pasó una máquina municipal y levantó parte de la basura que la gente deja en la calle Francisco García”, indicó José, que junto a sus familiares habita al lado del predio.
“Una de las cosas positivas que sí se pueden confirmar es que desde hace varias semanas no hay quemazones. Eso es muy bueno ya que el humo era altamente contaminante y ponía en riesgo no sólo nuestra salud, sino también la de los vecinos del barrio”, concluyó el frentista consultado.
Detalles de un basural descomunal
Según pudo conocer este medio, la cava de barrio Felipe Botta tiene una extensión de aproximadamente 10 hectáreas.
Al lugar llegan diariamente más de un centenar de camiones que transportan desperdicios, escombros y restos de poda.
El lugar cuenta con una sola entrada y en su interior se observa una edificación que debería amparar a los administradores del vertedero.
Fotografís: 1) EL DIARIO observó de cerca al basural. Preocupa la falta de detalles básicos en el sitio
2) El movimiento de vehículos con desperdicios en el predio es incesante
3) Los costos para tirar basura dependen del tamaño del transporte en que se la traslade. Negocio para algunos
4) El acceso al basural privado, una postal de la desidia