Elisa Vilett hace 34 años que habita el barrio El Vallecito. Tenía 20 años cuando llegó al sector; es una de las primeras pobladoras. De hecho, recordó ayer, cuando dialogó con EL DIARIO, que había muy pocas casas a su alrededor.
“Así como ven tantos yuyos y abandono aquí al frente, así era este barrio en gran parte”, contó señalando el predio ubicado frente a su vivienda y en donde se estima que se construirán viviendas (ver página 16).
En su casa de calle Tierra del Fuego vive junto a sus tres hijos y tres nietos. Sus hijos son Miguel Gustavo, de 28; Mariela, de 26, y Carlos, de 21.
“Me vine a este lugar porque no era de acá y no conocía a nadie. Me compré el terreno. Soy de Río Negro. Llegué y todo era un monte. Había dos vecinos acá cerca y cuatro o cinco más allá”, especificó.
Detalló que era una zona sin servicios de ningún tipo. Por eso luego los vecinos se fueron uniendo para demandar la llegada de estos; luz, agua, canal de televisión por cable.
“Hoy tenemos agua, teléfono, luz y canal. No contamos con gas y espero que tengamos pronto. También me gustaría tener pavimento”, expresó en su charla con este matutino.
“Lo mejor del barrio son mis dos o tres vecinos, con los que cuento siempre, que son muy buenos conmigo”, contestó cuando se le preguntó qué es lo que prefiere de vivir aquí.
Pidió limpieza y mantenimiento de calles. “El regador pasa de vez en cuando; lo necesitamos, hay una nube de tierra”, se quejó.
“Pasa muy poco y hay días de viento en que no se puede estar. Mientras, el recolector de residuos pasa dos o tres veces a la semana”, precisó ante interrogantes de este cronista.
Una de las cosas que más le preocupa a Elisa es el estado en que se encuentra el predio en que se programó la construcción de 200 viviendas sociales. “Qué suerte que están acá así pueden ver con sus propios ojos. Me gustaría que entren al terreno para ver lo que es: un monte. Encima, hay muchos alacranes, es un peligro, una suciedad”, describió la señora.
Repasó la historia de ese predio. Por ejemplo, recordó las carreras de galgos que se efectuaban allí y, luego, carreras de motos. “Venía mucha gente, se llenaba”, rememoró. “Estaba hermoso y había cualquier cantidad de gente. Y 15 años atrás hasta hubo una cancha de fútbol”, manifestó.
La vecina no es de andar mucho por Villa Nueva. Al río va muy poco. Le gusta estar en su casa y en su barrio. Y se quejó por los pozos en las calles.
“Me quedo acá porque hice mi casa. Tengo el recuerdo que me dejó mi marido, que falleció hace poquito”, confesó y se le nublaron los ojos por la emoción.
Ella no trabaja. “Mi marido trabajaba en Fadepa, falleció hace 10 días. El 21 de setiembre hace cinco años tuvo un accidente; se nos vino todo abajo”, explicó.
Adelantó que no va a trabajar, que se va a quedar en su hogar. Sí lo hacen sus hijos: uno en obras, Mariela es empleada y el más chico estudia.