Muy cerquita de la Navidad volvió a asomar en la postal veraniega villamariense el parador “Me matan limón”. Ubicado al costado de la playa de barrio Santa Ana, frente al predio del SUOEM, es uno de los atractivos de los jóvenes, quienes en masa se vuelcan allí.
“La mayoría de los días todas las mesas se cubren, se llena y no hay más lugar”, confirmó Gonzalo Agosto, uno de los encargados del emprendimiento estival.
“No llegamos a dimensionar la cantidad de personas porque estamos trabajando y no nos detenemos a contarlas, pero calculo que 200 o 300 personas vienen, no quiero decir pavadas, es una estimación”, le dijo a EL DIARIO mientras colocaba mesas y sillas en el parque.
Generalmente, abren cerca de las 15. “Hasta las 5 de la tarde no hay mucho movimiento, la movida arranca a esa hora más o menos. Estamos hasta las 2.30 de la madrugada los jueves, viernes y sábado. Los domingos, hasta las 2 y el resto de los días hasta la 1.30”, puntualizó el joven.
“Los días jueves y viernes a la noche son fuertes, están allá arriba en cuanto a público. Los lunes y martes se mantiene la clientela de la tarde, no hay un crecimiento en horario nocturno”, declaró.
“Solemos traer bandas. Hemos traído por los menos tres grupos y son conocidos en la ciudad. Quizás con algunas hemos logrado atraer más gente, que se acercó por ellos y no por el bar, aunque éste mantiene su clientela”, contó.
Gonzalo indicó que el público joven es cliente habitual pero que últimamente son habitúes, también, personas de mayor edad, de 50 o 60 años que “se sientan a tomar una cerveza y a disfrutar del aire libre”.
Siempre hay música. “Pasamos rock, hay pop y alternativo”, apuntó.
Agosto develó que además de expenderse bebidas, también hay pan casero, sándwiches de miga y otros productos.
“La Municipalidad nos controla demasiado pero tal vez está bien que sea así, es su trabajo, tenemos que respetar a quienes vienen a hacerlo porque es su laburo”, dijo a título personal, no en nombre de los dueños del parador.
Esta es la quinta edición de “Me matan…”. “Es una de las temporadas principales. Acá siempre la clientela fue en crecimiento, año tras año. Cuando empezamos estábamos sólo del otro lado del césped; hoy el espacio de concurrencia se amplió”, graficó señalando el lugar.
Ahora, hay noches en que no hay mesas disponibles y sin embargo los chicos y chicas se sientan en el césped para escuchar lo que suena quí.
“La gente nos dice que tenemos muy buena onda, que la atención es muy buena y que la música les gusta”, respondió cuando se le preguntó por qué creía que al parador le iba bien.
“Además la bebida, por lo general, está siempre fría, helada. No siempre llegamos a hacerlo porque nos desborda. Algunas noches no llegamos al horario de cierre porque se agotan”, ilustró.
Los dueños son Matías Malfante y Gustavo Maristany (h). Gonzalo está trabajando junto a Lucho y Daniel.