Eliana, una joven de 23 años adicta recuperada, describió “el infierno” que vivió, no sólo mientras consumía drogas, sino también las internaciones en lugares “siniestros” para poder salir de este flagelo.
Comenzó consumiendo marihuana "como un juego" a los 16 años. Luego continuó como “un escape a los problemas”. De allí pasó a la cocaína. Trabajaba 12 horas diarias. No se cansaba ni se alimentaba. Luego de varios intentos de suicidio, pidió ayuda a sus padres y fue internada en un neuropsiquiátrico, “un lugar que no se lo deseo a nadie. Fue como vivir en el infierno”, comentó.
“El uso controlado no existe y si bien uno puede conocer los daños que produce, piensa que a uno no le va a ocurrir. Dos años consumí marihuana, luego cocaína cuando vivía en Córdoba. A mí personalmente la marihuana me tranquilizaba y la cocaína me mantenía en un estado de excitación, con energías. Tomaba mucho alcohol porque no llegaba nunca al estado de ebriedad, pues la cocaína me contrarrestaba el efecto", explicó Eliana. Y ese fue apenas el preámbulo.
Sobredosis y la pesadilla
"Toqué fondo el 25 de noviembre de 2011, cuando consumí muchos gramos de cocaína junto a alcohol mezclado con el Speed (bebida "energizante"). También tomé pastillas. Al quedar sin conocimiento en el boliche, una amiga llamó a mi familia. Yo estaba muy pasada de dosis y no recuerdo nada, sólo cuando me desperté en el Hospital de Bell Ville", contó.
La entrevistada rescató de este calvario la reacción de su familia: "Cuando vi que ya la vida se me iba de las manos, pues había perdido muchas cosas, le pedí a mis padres que me internaran porque no podía sola. Cinco veces intenté quitarme la vida. Cuando vivía en Córdoba no venía casi nunca. Luego viví en Villa María y como estaba en pareja no venía los fines de semana”.
"Finalmente, ya en casa, queriendo desesperadamente salir de este infierno, averigüé por Internet dónde se realizaban desintoxicaciones. Me comuniqué con el Morra y el Saint Michele. Luego de un extenso interrogatorio quedo internada (en el primero de éstos). En mi vida imaginé llegar a estar en un lugar así, con cámaras, sin picaportes, ventanas de plástico, rejas, gente gritando. Compañeros con diferentes patologías. Me afectaba cuando una persona entraba en crisis y a ellos también. Lo comparaba con el Hospital de Bell Ville y no está bueno mezclar depresivos con personas con adicciones", recordó en un pasaje de la entrevista.
Además, remarcó: "Esto no se lo deseo a nadie, pero fue necesario y siempre conté con el apoyo incondicional de mi familia. Cuando salí de ahí estuve dos meses en un Hospital de Día en Villa María. El tratamiento es muy costoso. Me habían comentado que acá había un centro de rehabilitación, pero sólo te desintoxican y te largan. Lo más difícil viene después en el período de abstinencia. Si no tenés el apoyo de alguien no salís".
"Veo mal que el Hospital sea abierto y debe tener talleres para ir pasando el día e incorporarnos en lo que es una vida normal", consideró Eliana.
También sostuvo que "el tema de la droga está cada vez más instalado en Bell Ville. Ahora mi principal lucha es dar una mano a quienes quieran salir. No sé a qué autoridad acudir. Sólo pido que se nos escuche y nos ayuden. Yo tengo una familia bien compuesta que me ayudó, pero no todos la tienen. En la Residencia también hay problemas con la adicción y esos chicos merecen vivir dignamente. Ni siquiera cuentan ahora con ventiladores con el calor que está haciendo. Esto es una problemática cada vez más grave y se le debería dar la importancia que merece. Es muy difícil reconocer que tenemos un problema. Ese es el primer paso”.
La sociedad
“La sociedad debería dejar de discriminar. Ahora yo no consigo trabajo. Bell Ville es una ciudad chica y el comentario corre. Me haría muy bien trabajar, pues ocuparía mi cabeza en algo. Es un infierno que nos mata por dentro con varias pérdidas de diferentes órdenes", lamentó la joven.
Para que no avancen las adicciones a la droga "se debe educar en las escuelas. Yo jamás tuve una charla sobre drogas. Es toda una cadena que, incluso, nos lleva a tener sexo inseguro. En este año y medio he sentido la necesidad de consumir, pero he podido superarlo. Estoy en tratamiento con una psicóloga de Bell Ville y un psiquiatra en Córdoba, además de contar con el apoyo incondicional de mi familia”, afirmó.
Ahora Eliana forma parte del Consejo Municipal de la Juventud donde ha encontrado una gran contención. Así narró esta triste historia Eliana. O mejor, esos capítulo que quiere dejar atrás. Un viaje del que aunque resulte difícil regresar, busca ayudar a quienes lo necesitan, porque ella lo sabe.
Mariana Fresco
(Informa Bell Ville)