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El Peregrino Impertinente
En este enjambre de despropósitos al que llamamos mundo, existen 193 países oficialmente reconocidos por la ONU. Si el hombre de calle tuviera que hacer un listado que incluya a todos según la familiaridad del nombre, Suazilandia aparecería en el puesto 191, apenas por delante de Seychelles y Tayikistán, y justo por detrás de “El País de la Violeta”. Un estado chiquito como la creencia de un corredor de bolsa en la reencarnación, ubicado al sureste de Africa. Cómo será de insignificante su existencia, que los habitantes de sus dos únicos vecinos, Sudáfrica y Mozambique, piensan que en realidad Suazilandia es un parque de diversiones. Igual que Disneylandia, pero que en vez de Ratón Mickey tiene al Rey Mswatti III y en vez de Tribilines y Plutos, pobres.
Sin embargo, y a pesar de la ignorancia que hay en torno a esta Nación, viajar a través de ella resulta una experiencia sobrecogedora, sobresaliente y sobre todo, corta. Muy corta: de norte a sur tiene aproximadamente 250 kilómetros, y de este a oeste, 150. Así, ir de la frontera con Sudáfrica hasta la frontera con Mozambique demanda el mismo tiempo que trasladarse de Villa María a Córdoba por ruta 9, siempre y cuando el colectivo no se prenda fuego a la altura de Tío Pujio.
En cualquier caso, resulta muy interesante conocer algunas características de este particular país. Por ejemplo, que su nombre se debe a que casi el 90% de la población (de un millón de personas en total), pertenece a la tribu Suazi, tradicionalmente ligada al cultivo y a la cría de animales. Aquello se verifica en el paseo por las carreteras, donde el viajero ve pocas ciudades o pueblos, y muchas aldeas campesinas (más del 70% de la gente viva en zonas rurales). Lo trágico del asunto, es que Suazilandia sufre una pobreza extrema, y la esperanza de vida no llega a los 40 años. En buena parte, por los altísimos niveles de infectados con el virus del SIDA: uno de cada tres habitantes. El Rey, en tanto, tiene una fortuna que se calcula en casi 200 millones de dólares.
Flor de déspota, que gobierna con mano de hierro desde 1986. Sus súbditos dicen de él que es un reverendo hijo de mil… que es muy bueno y generoso.