Escribe:
Pepo Garay
Especial para EL DIARIO
Escondido en una esquina de la provincia, el Departamento San Javier guarda primores a más no poder. Una de las regiones más bellas de Córdoba, corporiza la parte última del Valle de Traslasierra, donde las montañas se sienten realmente a gusto. Entre sus preseas está Los Hornillos, comuna libre y despreocupada que a 320 kilómetros de Villa María, bien representa el cantar de la zona.
El pueblo tiene el esquema típico de esta parte del valle. Una ruta (la provincial 14) que hace de avenida principal, por donde los autos se desplazan en suave ir y venir. Con rumbo norte, el ojo está puesto en Mina Clavero.
Con rumbo sur, en Merlo, San Luis. A mitad de camino se queda el viajero, optando por la tranquilidad del aquí. Disfruta de las arboledas que acicalan la carretera y se afianza en una de las mesitas del puñado de restaurantes, casas de té y cafés que acompañan. La charla viene con la espectacular impronta de las Sierras Grandes. Más cerca que en cualquier otro centro, lo miran a uno de frente, cómplices.
Y es que a Los Hornillos, vivir en patio montañoso, a 1.080 metros sobre el nivel del mar le permite codearse con los gigantes rocosos. La vista que se obtiene del cordón es privilegiada, un contacto directo y sin intermediarios con la serranía. No es casual, entonces, que tanta gente oriunda de otros puntos del país haya llegado hasta Los Hornillos para instalarse de forma definitiva. Las tonadas de pagos diversos se mezclan a lo largo y ancho de 1.500 almas, con una pincelada de estilo neo hippie que combina adecuada con el entorno.
Agua y caminatas
Desviándose un par de cuadras con destino a las montañas, el visitante descubre el Balneario Municipal, que le servirá como centro de operaciones. Punto de encuentro de propios y extraños, ofrece vida de camping (el pueblo, no obstante, también cuenta con una buena oferta de cabañas y hosterías). Entre la carpa y el asadito, despunta la vegetación característica del lugar, con los tabaquillos, maitenes, molles y pinos como principales representantes, especies que se diseminan por toda el área. La pileta, de agua de vertiente de montaña, se enmarca en un paisaje notable. Son los cerros los que, hermosos y violentos, se muestran de cara al público. Inolvidable imagen cubierta de sol y cielo amplio.
Cerca de allí discurre el arroyo Los Hornillos, que con su ronronear y frescura en bajito, invitan a mojarse y/o contemplar. Más tabaquillo y compañía le mejoran el andar. Siguiendo la senda del agua, en contracorriente, surgen algunas caminatas que indagan aún más en las alturas. La más conocida es la que lleva al Cerro La Ventana, ubicado a casi 1.800 metros sobre el nivel del mar. Imponentes vistas de todo el valle se aprecian desde su cima, a la que se arriba luego de unas cinco horas de caminata. La observación incluye al dique La Viña. Coloso de 1.000 hectáreas y un paredón de 102 metros de altura, se ubica a apenas 8 kilómetros de Los Hornillos, encarnando una escapada necesaria.
Menos complicado resulta el ascenso a La Tejendera (1.300 metros), que demanda dos horas de marcha. Alternativas recomendables para realizar en familia son los paseos que llevan a hermosos lugares como la Quebrada del Eco, El Pantanillo y La Cascada, por ejemplo. Para los más avezados en el mundo del trekking, las opciones se llaman Cerro Champaquí, Cerro Bayo y Cerro Negro. Interesante cúmulo de actividades para empaparnos del halo regional.