Con sus rostros saturados por el claroscuro del escenario, seis actores se asoman a la ventana de estas páginas. Son parte del mundo y a la vez no, porque del otro lado del telón adquieren superpoderes: como el don de vivir todas las vidas posibles, desaparecer para ser otros o contar mediante símbolos generales las historias más personales.
Escribe: Iván Wielikosielek
Quizás sólo sean seis actores en busca de un autor (citando a Pirandello) ya que la única integrante del elenco que falta es, precisamente, Yanina, la autora de “Nursing Elemental, manual de procedimientos”, la pieza que en pocos días el grupo presentará en Chile. Y acaso Yanina esté mezclada entre el público o leyendo esta nota y sabiendo que, como en esas obras de vanguardia, desde las butacas se es parte de la obra. Pero más allá de toda suposición, lo que hay de cierto es que estos seis actores son, hoy por hoy, el staff completo del Teatro Estable de Villa María. Y lo que buscan arriba de un escenario es cumplir con la misión que se propusieron: que al terminar la obra, la gente se haga preguntas. Sólo si lo consiguieron, presumen de haber alcanzado el éxito. Por más que hayan hecho una función a teatro lleno o hayan actuado sólo para tres personas.
Génesis de un grupo
Sin embargo, este elenco tiene una historia. Y esa historia arranca hace más de 40 años, cuando en 1972 un grupo de actores villamarienses se constituyó por primera vez en grupo oficial. Y así, de la mano de Pilar Monesterolo, Puqui Charras, Raúl Martínez, Odel Sponer, Olga Dominicci y Mabel Comini (otro sexteto) nacía el Teatro Estable de Villa María. El mismo que había empezado tímidamente en 1964 sin lugar a donde ir, en 1978 tuvo sala propia en los altos del Club Sarmiento y a partir de 2005 se quedó a la deriva. Y desde entonces, al decir de Javier González (su director desde 1996) “tuvimos que peregrinar por la ciudad. No sabíamos si íbamos a poder continuar con el grupo y con Yanina (su esposa) dormíamos en un garaje. Con eso te digo todo. En los ensayos, apenas si éramos cuatro… Mirá, se me pone la piel de gallina cuando me acuerdo de esos tiempos tan duros -dice, y muestra su brazo como señal inequívoca-.
Por suerte hubo gente que nos tendió una mano en esos tiempos y que nunca olvidaremos”.
Y el actor, que se recibiera en el Conservatorio de Arte Dramático de Buenos Aires y trabajara en Europa, menciona a la comisión del Centro Vecinal de barrio Almirante Brown, al colegio Nacional con su directora Marta Giardello y al historiador Rubén Rüedi con su gestión cultural. “Cada uno de ellos nos habilitaba salas y nos daba su apoyo incondicional. Hasta que en julio de 2009 nació el Globo Rojo y volvimos a tener una casa”. Nueva emoción que le corta la voz a un hombre que suele ser una catarata de pura verba. “Pero este lugar no era lo que vos ves ahora ¿eh? Era una vieja zinguería y hubo que adaptarla por completo. Luego de muchísimo trabajo tuvimos la sala que ahora es nuestro orgullo, la mejor de teatro independiente que hay en la provincia y una de las mejores del país. Tenemos la categoría 2B, lo que implica butacas, baño, agua caliente, alfombra, telón, torres de luz, computadoras, biblioteca… Mirá, se me pone la piel de gallina de nuevo…”.
El Globo Rojo, a decir de su coordinador general, “es una propuesta artística que aglutina experiencias de cineclub, escuela de teatro, circo y diseño de modas. Y hoy, además, es la casa física del Teatro Estable. “Además, intentamos, modestia aparte, estar a la altura de los mejores teatros independientes del mundo. Y creéme que no estamos lejos”.
-¿No es un poco exagerado decir eso?
-Para nada. Y te explico por qué. Lo primero es que a nivel estético lo mejor del mundo no está muy lejos de lo que uno está transitando ahora. Ya no hay distancias con Buenos Aires como antes, por ejemplo. Nosotros, desde el interior, tenemos chances de dedicarle más tiempo al teatro que un tipo que vive en Capital y se toma cuatro colectivos por día, paga un lugar carísimo para ensayar y debe compaginar el trabajo con el teatro. Desde que se creó el Globo Rojo, hemos hecho 11 obras: “Chau Místerix” (de Mauricio Kartun), “Jettatore” (de Gregorio Laferrère), “El avaro” (de Molière), “Nursery” (Pastor) para citarte las más exitosas… Además, en 2010 fuimos el primer elenco del interior provincial que actuó en el Teatro Real de Córdoba con “El Filo oscuro del silencio”. ¡Hicimos 18 puestas en horario central inaugurando el Bicentenario Argentino! Fue la primera vez que una villamariense (Yanina Pastor) dirigía en Córdoba. Y dentro de una semana representaremos por tercera vez consecutiva a la Argentina en Chile, siendo la primera vez que un elenco de la ciudad lo hace. Somos internacionales. ¿Ves que no estamos lejos de lo mejor del mundo?
-¿Y reciben algún tipo de ayuda oficial para este despliegue?
-Te digo la verdad, sin los cuatro auspiciantes de lujo que tenemos, nos costaría muchísimo hacer lo que hacemos. Ellos nos permiten desligarnos de la producción ejecutiva y del alquiler de la sala, lo que no es poca cosa para una compañía independiente. Pero para lograr esos “subsidios” (lo dice entre comillas) tenemos que trabajar como marranos y presentar 60 funciones en menos de 10 meses. ¡Pero eso es precisamente lo que nos gusta! ¡Trabajar como marranos! (risas).
Y entonces Javier González menciona “los cuatro auspiciantes de lujo”: “El Ente Intermunicipal de Desarrollo Regional (Eninder), gracias al cual hicimos y hacemos giras por los pueblos de la zona. La Dirección de Cultura de la Municipalidad, con una gran gestión de un joven remarcable: Sebastián Capurro. La Universidad Nacional de Villa María y su rectora Cecilia Conci, que siempre está dispuesta a darnos una mano. Y finalmente el Instituto Nacional del Teatro Presidencia de la Nación, que nos llamó por teléfono y nos dijo por primera vez desde Buenos Aires: “Ey, chicos, ¿necesitan algo?”.
Los tiempos están cambiando
-Cuando hablás de lo que era el teatro independiente en la ciudad antes de la formación del Globo Rojo, pareciera que hablaras de otro país…
-¡Es que era otro país! No te podés imaginar cómo cambiaron las cosas en poco tiempo. Hace unos días, cuando presentamos “Nursery”, en el Archivo Histórico, había 400 personas en la explanada. Y Yanina me dijo al oído, “¿te acordás, Javi, cuando actuábamos para tres personas?”. ¡Y claro que me acordé! Nos miramos y nos reímos… ¡Y no lo podíamos creer!
-¿Y qué fue lo que cambió en todo este tiempo en el país?
-Muchas cosas. Y no sólo puertas adentro de los teatros, sino en la gente. Hoy hay una mentalidad muy distinta a nivel nacional que se opone al neoliberalismo de los 90. Hay una revalorización de las identidades culturales no sólo en el país, sino en toda Latinoamérica. A eso lo comprobamos cada vez que hemos ido de gira a Chile y hemos visto a los otros grupos. Y la gente común también ha cambiado. Antes, por ejemplo, la gente no apoyaba al teatro independiente, sólo querían ver brillo y plumas. Pero hoy descubren que el teatro es otra cosa. Se dieron cuenta de que los 90 no les sirvió para nada.
-¿Y cómo entraría en juego una ciudad como Villa María?
-Las pequeñas comunidades como la nuestra se tienen que dejar contaminar de este nuevo pensamiento nacional. Hay que trabajar fuerte y hacia adentro. Los cambios sociales son muy lentos cuando tienen que ver con la construcción de los pueblos, pero cuando tienen que ver con su destrucción son rapidísimos. Y en este aspecto, la importancia de nuestro teatro es muy grande. No sólo los fundadores del Estable hicieron escuela, también la hicieron las camadas siguientes, con Raúl Zuin, Antonio Giacardi, Marta Montero, Hugo Mansutti, Daniel Tieffenberg, Teobaldo Morales… (otro sexteto). La mayoría de la gente que hizo teatro en Villa María transitó alguna vez por estas mismas tablas.
-¿Qué lugar ocupa el teatro en este nuevo paradigma social latinoamericano?
-Un lugar fundamental: la gente ha entendido que un pueblo sin cultura y sin teatro es un pueblo muerto. El desarrollo cultural implica conocimiento, el conocimiento implica tecnología, la tecnología implica independencia y la independencia implica libertad. Mientras quienes nos gobiernan no entiendan que deben hacer un aporte contundente al desarrollo cultural, vamos muertos como país y como ciudadanos. Sin una apuesta cultural fuerte, no tendremos chances de ser un pueblo libre. Por suerte, esa apuesta se está llevando a cabo.
-¿Cómo definirías la propuesta estética del Teatro Estable de Villa María?
-Tiene que ver básicamente con la idea de que el teatro no puede estar lejos del pueblo. El teatro tiene una misión social que cumplir y eso es lo que nosotros pensamos.
Y Javier cita al director italiano Eugenio Barba y lee un texto que se ha vuelto manifiesto del grupo: “Un teatro no puede justificar su existencia si no es consciente de su misión social (...) Nuestro teatro no busca entretener ni defender tesis, sólo hace las preguntas para las cuales cada uno de nosotros debe encontrar su propia respuesta”.
Y alrededor de Javier, los cinco actores coinciden con un entusiasmo casi revolucionario, con un grito de jura a la Bandera, con un fervor de primera junta. Entonces recuerdan las funciones de “Nursing” o “Jettatore” a sala llena en 2012, pero sobre todas las cosas quieren pensar en el presente, en este 2013 que ya empezó y en la gira que emprenderán en una semana. Y también en el futuro, en los alumnos que en pleno mes de enero se quieren inscribir en la escuela (que tiene más de 40 alumnos entre niños, jóvenes y adultos), y sobre todo en los proyectos con los que esperan seguir llenando la salita categoría 2B de la que se sienten tan orgullosos.
Cae el telón de la nota y en medio del escenario se abre el obturador de la cámara. Y en medio del recuadro aparecen seis actores al contraluz casi sobrenatural de un escenario: Nicolás De Mingo, Maximiliano Sánchez, Javier González, Cristina Nicola, Paula Pesce y Florencia Bergia. Ahora son presencias absolutas porque están a punto de encarnar algún papel bajo la luz confesional de la sala. Y esa luz los pone nuevamente en escena, en ese espacio mágico que simboliza el universo y donde sus almas, dotadas de repentinos superpoderes, se vuelven “yo, tú y él” para intentar, una vez más, la fabulosa alquimia de hablar por “nosotros”.
Gira por Chile
El Noveno Encuentro Iberoamericano de Teatro de Chile tendrá lugar desde el 28 de enero hasta el 2 de febrero en Punitaqui y Monte Patria, dos localidades al norte de La Serena. Días después, del 4 al 7 de febrero, el encuentro se prolongará hacia el sur, en la ciudad de Coquimbo. Y el Teatro Estable de Villa María participará de ambos eventos con la obra “Nursing Elemental, manual de procedimientos”.
Escrita por Yanina Pastor, Natalia Díaz, Fernanda Tarletta y Natalia Cerro (por entonces estudiantes de cuarto año de la Universidad Nacional de Córdoba) la obra ya representó a Argentina en el Festival Internacional de Buenos Aires.
“Retomamos este proyecto en 2012 y nos pareció una buena alternativa para el elenco -señala Javier-. La obra habla de la revalorización del rol de la mujer como trabajadora, nada más y nada menos que de la mano de Eva Perón a través de la Escuela de Enfermería. Nos pareció que no podía ser más adecuado poner esta obra en estos tiempos donde tantos paradigmas sociales se están reformulando y cambiando para mejor”.
El grupo saldrá el sábado 26 en la combi del teatro y regresará a Villa María el domingo 9 de febrero. Pocos días después, comenzarán las clases del período 2013 con los profesores Javier González, Yanina Pastor, Cristina Nicola y Florencia Bergia, recientemente recibida en la escuela del Globo Rojo.