Escribe Silvina Scaglia, Lic. en Nutrición
El intestino grueso o colon tiene como funciones esenciales: absorber agua y excretar la materia fecal. Cuando el alimento abandona el estómago se encuentra digerido en gran parte y preparado para que los nutrientes que contiene sean absorbidos. La mayor parte de la absorción se realiza en el intestino delgado en tanto que la formación de la materia fecal se lleva a cabo en el intestino grueso o colon. La enfermedad patológica del colon (intestino grueso) presenta varias situaciones de jerarquía desde el punto de vista dietético. Su importancia probablemente radique en la frecuencia con las que algunas se presentan, lo que origina la consulta habitual al nutricionista. El largo total del intestino es de unos cinco metros y como es de suponer, en semejante longitud pueden suceder muchas cosas. Nos referimos a uno de los problemas menos graves, aunque sí más frecuente, preocupante y molesto entre los padecimientos intestinales, que es la constipación o estreñimiento. La constipación suele ser un mal hábito producido por diversos factores: la falta de un tiempo destinado a la evacuación está entre las causas más comunes de constipación. Los estados emocionales insatisfactorios, excesiva emotividad, disgustos, ansiedad, la acentúan. Cuando se pierde el hábito de evacuar en forma regular, se cierra el círculo vicioso del estreñimiento, ya que el intestino adquiere la costumbre de dominar la necesidad de eliminación y pierde la sensibilidad al estímulo, de modo tal que se establece el estreñimiento crónico.
La falta de ejercicio, una dieta pobre en fibra vegetal y la ingesta insuficiente de líquidos favorecen el estreñimiento. Sin duda alguna, es verdad que los laxantes pueden producir acostumbramiento, por lo tanto para combatir este problema bastante común, el mejor remedio es un cambio en la alimentación y en algunos hábitos de vida.