Cansados de peregrinar sin éxito por las oficinas de su mutual a la que pertenecen y de esperar la pensión por discapacidad ante el municipio villamariense (comenzada a tramitar un año y medio atrás), Jorgelina De Celis y Claudio Mollo decidieron apelar a la voluntad solidaria de vecinos, amigos y conocidos para poder adquirir un andador especial para su pequeña hija, Mía.
La urgencia, planteada porque la niña de 18 meses de edad que padece de manera conjunta los síndromes de Dandy Walker y Joubert (ambos, por sus sintomatologías, comprometen la intelectualidad, motricidad y visión de quien los porta) se encuentra precisamente en la etapa en que trata de dar sus primeros pasos sola, esto aceleró los tiempos para conseguir fondos decantando finalmente todo en la organización de una pollada solidaria.
En su cruzada por acercarse al elemento denominada técnicamente “andador posterior”, el cual resulta imprescindible en el futuro de Mía por su diseño y férulas que permiten la correcta postura del cuerpo y pies a través de férulas, los padres de la pequeña encontraron que no estaban solos.
Cientos de villamarienses se sumaron a la movida cuya única promoción fue el “boca a boca”.
Muchos colaboraron desde pequeñas organizaciones y otros se pusieron el evento al hombro, como por ejemplo Fabián Porporatto y el grupo de asadores que dedicaron tiempo y pericia para cocinar los pollos en el Centro Vecinal de barrio Güemes.
Otro acto valorable fue el incondicional apoyo de los integrantes del grupo “De igual a igual” que sostienen y demuestran que estar en silla de ruedas no es un impedimento para vivir.
“La verdad es que no encuentro manera de agradecer a todos y cada uno de los que se sumaron a esta iniciativa. No me va a alcanzar la vida para devolverles lo que me han dado, a lo mejor consideren que no han aportado mucho pero yo les digo que sí lo es…nos han dado esperanzas y eso no tiene precio”, expresó la también madre de Emma (7) y Ana Clara (3).
Tiempo de dar
“Hasta hace seis meses Mía no caminaba y parecía imposible que pudiera hacerlo. Después del estímulo que desde hace meses recibe de los profesionales que la atienden y el cariño que recibe de la gente está en condiciones de lograrlo. Para nosotros es un milagro de vida”, acotó en diálogo con EL DIARIO, la integrante de la familia que reside en barrio Parque Norte.
Vale destacar que la conjunción de síndromes en Mía le generan un panorama de salud muy complejo. No obstante, el control y la atención que recibe habitualmente, minimizan los efectos que invariablemente el accionar de los poco comunes cuadros patológicos van ocasionando en el organismo de la nena.
“Hoy por hoy, en la Argentina hay una sola mamá que tiene dos hijas con los síndromes juntos. Es amiga mía y vive en Buenos Aires, las chicas ya tienen 23 y 25 años y son los únicos registrados en el país”, explicó Jorgelina.
“Tener la experiencia de tanta gente junta en frente mío que sin conocer a mi hija, compraban pollos o donaban dinero en efectivo, nos sorprendió y nos llenó de felicidad”, también dijo la joven mamá.
“Resta esperar ahora entre 40 y 60 días para que el andador llegue a nosotros y en ese lapso proseguiremos con las sesiones de estimulación y visitas a los médicos del Garraham. De todos modos, también queremos ofrecer nuestra voluntad para colaborar con todo aquel que lo necesite”, manifestó Jorgelina.
“Nada es imposible. Mía es un milagro que necesita que nos levantemos y sigamos, quizás haya muchos casos que necesiten de nosotros, de acaso un simple gesto para tener calidad de vida. Tenemos que tomar conciencia y ayudar a quien lo necesita… ahora y siempre, es tiempo de dar”, concluyó.