Con la inconfundible tonada chilena, Sergio Mondaca no puede ocultar su emoción. Es que está esperando, en su casa del barrio San Nicolás, a Tulio, el hermano que busca desde hace décadas.
La historia de estas familias comenzó del otro lado de los Andes, cuando la madre de Sergio era una jovencita que tuvo un bebé de soltera. Hace 77 años atrás, la situación era por demás difícil. Así que la abuela del bebé recién nacido decidió venirse de Chile a Argentina con el pequeño en brazos, a quien crió en Quilmes, provincia de Buenos Aires.
Mientras tanto, la madre de ese niño se casó y tuvo ocho hijos más. Tulio lleva el apellido de ella -mal inscripto, porque era Espíndola pero lo anotaron como Espínola- y el resto, el del padre: Mondaca.
Todos fueron creciendo sabiendo que tenían un hermano en Buenos Aires.
"Yo me acuerdo que tenía 12 años y Tulio, con 19, vino a Chile a visitarnos. Esa fue la primera y única vez que lo vi", dijo Sergio a EL DIARIO.
María Inés tiene grabada en la memoria el mes de febrero del año 1966, cuando su padre les regaló el viaje a la Argentina para que la madre visitara al hijo. "Ahí conocí a Tulio y después, no lo vi nunca más". De ese encuentro quedó una foto que fue el punto de partida para concretar la búsqueda.
Cruzando la Cordillera
La charla con los Mondaca y EL DIARIO se dio ayer, en la casa de Sergio, donde toda la familia estaba alborotada esperando la llegada del hermano pródigo.
Mientras se prolongaba la espera, Sergio y María Inés nos relataron parte de la historia de su vida.
"Yo me vine a Argentina en el año ‘75 y elegí Bell Ville para vivir", cuenta María Inés. En el ‘78, durante la amenaza de conflicto bélico entre Argentina y Chile, Sergio decidió venir a buscar a su hermana para llevarla a su tierra. "Ahí conocí Villa María y me encantó. La verdad es que hemos viajado mucho, pero la paz que hay acá no se encuentra en ningún lado", dijo.
Fue por eso que años más tarde, en 1985 con su mujer y cuatro pequeños hijos, decidieron venir a vivir a esta ciudad.
"Me vine sin nada. Llegué a la Terminal de Omnibus, miré al cielo y dije: ahora qué hago".
La casualidad, suerte o providencia quiso que un amigo que había conocido en el viaje anterior estuviera también en la Terminal. "El nos ubicó en una casa de otro chileno, quien después nos ayudó para que alquiláramos nuestra primera vivienda, en el barrio San Martín", recordó.
Al año siguiente, la inseparable hermana, María Inés, lo siguió hasta esta ciudad que hoy considera su tierra.
Una de las principales razones por las que quisieron venir a Argentina fue estar más cerca de Tulio, con la esperanza de encontrarlo algún día.
"Yo sabía que vivía en Quilmes, pero no tenía precisión bien de la dirección. Viajé como 20 veces a Buenos Aires, sin suerte", dijo Sergio.
Así fueron pasando los años, la familia creció, llegaron los nietos, pero la ausencia del hermano estaba como una espada clavada en el corazón de los Mondaca .
Y aquí aparece Jacqueline, la hija de Sergio, quien, tecnología mediante, colaboró para que el encuentro se concretara.
El Facebook, ese aliado
Internet es indudablemente una herramienta que puede ser usada para mejorar la calidad de vida o para empeorarla. El primer camino fue el que eligió Jacqueline Mondaca , cuando le pidió a sus hijos que le abrieran una cuenta en Facebook.
"Nosotros sabíamos que el tío Tulio había tenido un hijo que se llamaba Osvaldo, así que puse en el buscador: ‘Osvaldo Espínola’ y aparecieron como 30", relató.
Todos los días, iba mandándole un mensaje a tres, contándole la historia que su padre siempre contaba.
"Un día me contestó un español que se llama Osvaldo Espínola, pero que no era mi primo. Sus palabras me alentaron a seguir y cada tanto desde España me preguntaba si había tenido suerte", señaló la hija de Sergio.
"Quedaban los últimos tres de la lista. Les mandé el mensaje y uno me contestó: 'Soy yo, el primo que buscás'", recordó.
Ahí se planteó un problema. ¿Cómo decirle a Sergio que lo que él había intentado durante años se había concretado gracias a Internet?
"Con mi mamá lo charlamos y cuando llegó mi papá le dijimos que se sentara, que teníamos una noticia para darle", dijo Jacqueline. Así fue que Sergio supo de su hermano.
Mientras tanto, en Buenos Aires...
El impacto de la noticia fue tan fuerte en Villa María -en la casa de los Mondaca- como en Buenos Aires, en la casa de los Espínola.
Allí, Tulio, esposo de una bella correntina, Hirma y padre de dos hijos, Osvaldo y Fernando, no podía esconder el dolor que le causó haber vivido sin su familia materna.
Los hijos y la mujer fueron los encargados de hablarlo, de hacerle saber que los Mondaca no lo habían abandonado, que lo buscaron todos esos años y que sería muy bueno el reencuentro.
El proceso duró dos años. En ese interín, Osvaldo y Fernando vinieron a esta ciudad y se conocieron con los familiares reales. "Tenemos tanta gente conocida a la que le decimos tíos, que ahora no podemos creer que tengamos un tío de verdad", dijeron en esa oportunidad.
Hasta que llegó el momento sorpresivo y Tulio decidió hacerle un regalo de Navidad a su hermano, llamándolo por teléfono el 24 de diciembre último.
Ahí nomás, empezaron los preparativos del viaje.
El día más esperado
Y fue ayer el día más esperado por las familias. Antes del mediodía, Tulio, su esposa, hijos y una nieta, llegaron a esta ciudad para fundirse en un abrazo con Sergio y María Inés.
El parecido físico es impresionante. Ellos mismos se asombraban de la semejanza de rostros, gestos y hasta de tonos de voz.
Tulio, con sus 77 años, emocionado y de buen humor, dijo a EL DIARIO: "No son muertos los que en dulce calma disfrutan la tumba fría. Muertos son los que no buscan a sus familias, todavía".
Ellos la buscaron y la encontraron. Todavía ahora deben estar poniéndose al día, contando las historias vividas en más de cinco décadas de separación y tratando de unir lo que la vida separó.
Imágenes:
F1: El abrazo que coronó la búsqueda. Tulio y Sergio se reencontraron. Atrás, Hirma, la esposa de Tulio, con María Inés, la hermana.
F2: Jacqueline Mondaca, por Facebook, encontró al tío que su papá había buscado por décadas.
F3: Los tres hermanos pudieron sonreír tras el anhelado encuentro.