No caben dudas que ante el verdadero amor no existen barreras.
Esto es amor…yo siento
en cada átomo vivo un pensamiento.
Yo soy una y soy mil, todas las vidas.
Pasan por mí, me muerden sus heridas.
Y no puedo ya más, en cada gota
de mi sangre hay un grito y una nota.
Y me doblo, me doblo, bajo el peso
de un beso enorme, de un enorme beso.
Alfonsina Storni
Buenos Aires 1847, plena época rosista, una dictadura instalada, Juan Manuel de Rosas gobernador de Buenos Aires a cargo de las relaciones exteriores ejerce desaprensivamente los tres poderes.
¿Por qué?
Porque posee las facultades extraordinarias. Lo que le permite reunirlos a todos en su persona, él puede ejecutar, legislar y juzgar, además persigue a quienes no comulgan con sus ideas y lo hace de manera despiadada, ésa es la razón por la cual tantos opositores han debido exiliarse, como Sarmiento, Echeverría, Alberdi o, lo que es peor, han desaparecido.
Veamos a los protagonistas de esta historia.
¿Quién es Camila?
Camila pertenece a una familia noble, porteña de estirpe la madre, el padre de origen franco-irlandés. Es una de las hijas menores del matrimonio, tiene una fuerte personalidad heredada quizás de su abuela Anita Perichón, recluida por orden del Gobierno en una quinta a las afueras de la ciudad… su gran pecado… haber sido amante de Santiago de Liniers, sí, el virrey de las Invasiones Inglesas.
¿Quién es Ladislao?
Ladislao es un sacerdote que ha llegado de Tucumán, tiene 24 años y gracias a las recomendaciones del gobernador de Tucumán ha sido designado párroco de la Iglesia del Socorro. Ladislao es compañero en la carrera sacerdotal de Eduardo O’Gorman, hermano de Camila. Es Eduardo el que los presenta, él es el que sin proponérselo marca el infortunio de su hermana.
Los amigos pasan largas horas juntos, charlas alegres, despreocupadas, juegos inocentes marcan sus días, pero… el destino tiene otros planes, poco a poco la amistad entre Camila y Ladislao se transforma en un profundo amor.
Cómo describir los sentimientos de Ladislao cuando, como toda niña de sociedad, Camila entra a la iglesia y acomoda su hermoso cuerpo en la alfombra que le tiende su esclavo, cómo comprender la fuerza con la que llegan a Camila las palabras de Ladislao durante la homilía, es evidente que se necesitan, que no pueden ocultar sus sentimientos.
Pero la sociedad juzga este amor prohibido y lo juzga mal.
Qué desatino el de estos jóvenes, pretender vivir el amor sin hipocresías y a la luz del día. ¿Por qué no seguir con las normas establecidas? si todos saben que la mayoría de los sacerdotes tienen una querida, pero… eso sí, guardada, bien guardada. ¿Cómo puede Ladislao considerar que su vocación sacerdotal no es lo suficientemente fuerte?, ¿cómo puede querer vivir el amor sin estar en la clandestinidad? y Camila, una niña bien, igual a su abuela dicen las malas lenguas, no tiene moral.
Pero Camila y Ladislao sólo quieren compartir la vida, si no pueden hacerlo en Buenos Aires, partirán hacia otro país, no quieren renunciar a sus sentimientos, son demasiado puros, demasiado fuertes, tampoco quieren jugar a las escondidas, su amor no lo merece.
Planifican la fuga con lujo de detalles, irán hacia Río de Janeiro, allí nadie los conoce, allí ningún Gobierno podrá separarlos.
Pero… todo tiene su costo, primero deben conseguir pasaportes, por eso van a Luján, de Luján a Santa Fe y de Santa Fe a Goya (Corrientes), cuando llegan a Goya ya tienen pasaportes falsos, ya tienen otra identidad, ahora se llaman Máximo Braudier, comerciante natural de Jujuy y su esposa Valentina Desan.
¿Qué falta para poder llegar al destino final?
Algo tan importante como el dinero.
Una escuela, abrir una escuela les permitirá conseguirlo, lo hacen; viven cuatro meses de paz y gozo del amor entre ellos y de amor a los niños.
Pero en Buenos Aires la familia de Camila ha comenzado a desesperarse. ¿Qué ha pasado con la niña de sus ojos?, piensa su padre. ¿Mantienen el secreto?, ¿denuncian su desaparición? Nada parece correcto, a lo mejor se arrepienten, a lo mejor regresan.
Los días transcurren sin pausa, y de Camila y Ladislao no hay noticias, es hora de avisar al gobernador, pueden estar en peligro, pero también les preocupa la reacción de éste: ¿podrá perdonar que se haya pasado por sobre su autoridad?, ¿comprenderá que el amor ha guiado los pasos de los desertores? Todo es confusión y miedo.
Se hace la denuncia ante el gobernador y a partir de ese momento el caso se transforma en político; Rosas no acepta que se haya burlado su autoridad, ¿por qué no hacer lo que hacen todos? ¿Por qué desafiar al restaurador de las leyes? ¿Acaso no es más fácil la farsa, la mentira?
La oposición no quiere perder la ocasión, qué importa la vida de los jóvenes, han encontrado una manera de atacar a su gran enemigo Rosas. En Chile, Sarmiento escribe: “Ha llegado a tal extremo la corrupción de las costumbres con el Calígula del Plata que los impíos sacerdotes huyen con las niñas de la sociedad”.
La Iglesia también participa de este festín. El obispo Medrano pide a Rosas que “en cualquier parte que los encuentren a estos miserables, desgraciados, infelices, sean aprehendidos y traídos, para que, procediendo con justicia, sean reprendidos por tan enorme y escandaloso procedimiento”.
Lo que no sabía Medrano es el cariz que el caso iba a tomar, fuera de toda lógica, ni en las mentes más perversas podría haberse cruzado que sucedería lo que sucedió.
Qué despropósito, la vida de los enamorados no interesa: o se los busca para evitar el desagravio a la autoridad de Rosas o se los utiliza para hacer la oposición.
La felicidad tiene fin, los amantes son descubiertos y traídos en carruajes separados a la prisión de Santos Lugares.
Ni la amistad de Camila con Manuelita, la hija de Rosas, ni el embarazo de Camila, nada llega a conmover, la orden está dada, deben morir y debe ser rápido, contundente, que no lleguen a Buenos Aires, allí habría mucha gente para defenderlos, incluso su propia hija que ha enviado libros a Ladislao y amorosas cartas a Camila.
El 17 de agosto de 1847 son fusilados, prueba palpable del autoritarismo, del atropello a los derechos naturales del hombre.
Rosas no sale indemne de este acto de barbarie, comienza su declinación y entre tantos horrores cometidos por la Mazorca y apoyados por él, esta historia de amor de inocentes, víctimas de intereses políticos, iba a convertirse en uno de los sucesos más imperdonables de su Gobierno.
Pero ya nada devolverá la vida a dos seres que habían elegido vivir sin esconderse, de cara al sol, desafiando con su amor todas las barreras que se interpusieran.
Mucho tiempo recordará la sociedad porteña este hecho, mucho tiempo será la comidilla obligada en las tertulias familiares, muchas lágrimas de Manuelita que nada pudo hacer por su amiga y de los padres de Camila, que no sólo perdieron a esa hija adorada, sino que también cargaron con la culpa de haber denunciado la fuga.
Este imperdonable asesinato fue recreado magistralmente por María Luisa Bemberg en la película “Camila” protagonizada por Susú Pecoraro y el español Imanol Arias. La atmósfera creada por esta eximia directora es fantástica; la historia, respetada hasta en sus mínimos detalles, una joya de la cinematografía argentina.
Miedo
Aquí sobre tu pecho, tengo miedo de todo,
estréchame en tus brazos como una golondrina
Y dime la palabra, la palabra divina
que encuentre en mis oídos dulcísimo acomodo
…
¡Es tan mala la vida! ¡Andan sueltas las fieras!...
Oh, no he tenido nunca las bellas primaveras
que tienen las mujeres cuando todo lo ignoran.
…
Alfonsina Storni
María Elena Caillet Bois.
Licenciada en Historia y Diploma Superior en
Ciencias Sociales